Represión en Venezuela
« Anadar, a nadar»
«A nadar, a nadar». Éstos son los cánticos que el pasado domingo tuve la oportunidad de escuchar en las gradas del Frente Atlético, cuando se estaba celebrando el partido de fútbol entre Atlético de Madrid y Deportivo de La Coruña, horas después de que una pelea multitudinaria ocasionada por el mero hecho de tener una ideología política y futbolística diferente nos llevara a hablar de que un muerto yacía en las calles.
Con un delito de odio en las calles de nuestro país se despertaba la ciudad de Madrid. Ahora, mi pregunta es: ¿se podría haber evitado? Los responsables de estas actuaciones son los violentos, que se desenvuelven alrededor de 5 escenarios: las gradas ultras de determinados equipos de fútbol, los conciertos donde se externaliza el discurso del odio, manifestaciones y concentraciones que estos grupos convocan, algunos gimnasios donde se perfeccionan en diversas artes marciales y todo ello retroalimentado por internet. Ésos son sus campos de batalla, donde la ideología radical campa, donde el discurso de odio se hace externo. El odio en las calles no tiene un único actor para solucionarlo, no se arregla sólo con una respuesta policial, ni fiscal, ni judicial. Los diversos actores civiles que creemos que la violencia no es el camino somos los que necesitamos conocer el porqué. Maestros, profesores de universidad, trabajadores y educadores sociales somos los que, entre todos, tenemos que educar en valores. La violencia, tarde o temprano, únicamente nos llevará al hospital, a la cárcel o al cementerio.
*Director del Centro de Estudios e Iniciativa sobre Discriminación y Violencia (CEIDIV)
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