Puente de Vallecas
Apuntalan el edificio 12 horas después del desprendimiento mortal en Argüelles
Ayer comenzaron los trabajos en el inmueble del que se cayó parte de un balcón sobre una terraza de verano sin licencia. El amigo del fallecido recibió ayer el alta
El infortunio o la imprudencia acabaron tiñiendo de sangre una habitual estampa de verano: noche de agosto y dos jóvenes tomando algo tranquilamente en una terraza de verano del centro de Madrid. Los dos amigos estaban en la terraza del Casacamu, situado a la altura del número 2 de la calle Rodríguez San Pedro, una cadena hostelera con varios establecimientos en Madrid. Ya se iban a ir. De hecho, acababan de pedir la cuenta cuando ocurrió la tragedia. A eso de las 10 de la noche, el desprendimiento parcial del remate frontal del forjado de un balcón, situado en la octava planta del edificio, calló casi de lleno sobre uno de los jóvenes, Francisco Javier E. R. M., de 28 años, y también alcanzó, aunque en mucha menor medida, al amigo, de 27 años. Estaban sentados en la última mesa de la terraza y la camarera se acababa de dar la vuelta para traerles la cuenta. La mujer, al observar lo sucedido, tuvo un «ataque de pánico», según explicó a Efe, y sacó corriendo una toalla del bar «porque uno de los chicos tenía la cabeza abierta». Llamaron al 112 y una ambulancia del Samur llegó a los pocos minutos. Sin embargo, las heridas que sufría Francisco Javier –que ya estaba inconsciente a causa de un traumatismo craneoencefálico severo y abierto– le habían provocado la pérdida de gran cantidad de sangre. Fue trasladado con pronóstico crítico al Hospital Gregorio Marañón, pero los médicos no pudieron hacer nada por su vida y murió a las pocas horas. Por su parte, el amigo del fallecido fue trasladado al Hospital Clínico de Madrid con heridas leves. Ayer recibió el alta, ya que sólo sufrió una herida abierta en la falange de una mano.
A raíz del desprendimiento, los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid estuvieron trabajando ayer en el inmueble y la tarde de ayer la zona seguía acordonada y con trabajos de andamiaje y apuntalamiento.
El escenario de la tragedia era sobrecogedor. Los restos de revestimiento del forjado aplastaron la mesa donde los chavales tomaban algo y los cascotes quedaron desperdigados por la acera tras herir de muerte a uno de los clientes del bar. A falta de que un técnico analice las causas del desprendimiento, la incredulidad por lo sucedido reinaba ayer en la céntrica calle y las especulaciones sobre los motivos de lo sucedido se dispararon. El inmueble de los hechos, el número 2 de Rodríguez San Pedro, había pasado las dos últimas Inspecciones Técnicas de Edificios (ITE) que el Ayuntamiento de Madrid obliga a pasar cada diez años (en 2001 pasó la primera y hace tres años, en 2011, la segunda y última) con resultado favorable, según indicaron ayer fuentes del Área de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid. De hecho, varios vecinos señalaron que no habían advertido daños en el edificio ni ningún tipo de peligro. El inmueble, que al parecer pertenece a un único propietario, tiene alquilados todos los pisos como oficinas y no hay ninguna vivienda familiar. Loli, una de las inquilinas de una oficina en la primera planta del inmueble, en el que no residen vecinos, aseguró ayer a Efe que no había «indicios» de que el balcón estuviese en mal estado y añadió que va a pedir explicaciones de lo ocurrido.
Una vez que el informe sobre las causas esté terminado –están investigando lo ocurrido agentes de la Policía Nacional, que elaborarán el atestado tras haberle tomado declaración al herido–, se remitirá al juzgado sobre el que ha caído el caso y éste procederá a determinar las distintas responsabilidades sobre lo sucedido. Otra de las polémicas que surgieron ayer en torno al caso fue a cuenta de la terraza del bar donde estaban tomando algo las víctimas. Al parecer, el establecimiento hostelero carecía de licencia municipal para instalar una terraza en la vía pública. El Ayuntamiento le había denegado el permiso porque al propietario le faltaba entregar algunos documentos y el trámite, por tanto, aún no se había resuelto, según fuentes municipales. Las mismas fuentes aseguraron ayer a este periódico que a primeros de junio la Policía Municipal acudió a cerrarles la terraza pero los propietarios alegaron que había presentado un recurso de reposición contra ese primera denegación del permiso municipal. Y , con las mismas, mantuvieron la terraza abierta. Pese a no tener licencia, como denunció ayer el concejal del PSOE del Ayuntamiento, Diego Cruz, la terraza sí hubiera sido legal y, por tanto, la desgracia no se hubiera podido evitar por este motivo. Sí por la correcta conservación del edificio, responsabilidad no de la Administración sino del propietario.
Los otros desprendimientos que se llevaron vidas
Un cúmulo de casualidades y aún está por ver si de negligencias están detrás de la muerte en la pasada madrugada del joven Francisco Javier. Estaba a punto de pagar la cuenta en una terraza de Madrid cuando una losa le calló sobre la cabeza. Su caso no es el único. En lo últimos años ha habido terribles tragedias en la capital, la penúltima este mismo verano cuando la caída de una rama de un árbol del Retiro acabó con la vida de un hombre de 38 años que jugaba con sus hijos en el parque. En 2013, Madrid también tuvo que lamentar el fallecimiento de otro varón al que le cayó un palé repleto de sacos de yeso de la rehabilitación de un edificio de Puente de Vallecas. En el año 2008, una profesora valenciana de visita en Madrid perdió la vida en el Paseo de Recoletos al caérsele encima un escudo de cemento desprendido de la fachada de un edificio de Mapfre.
Especialmente sonada fue la muerte de un niño de doce años en 2001 en Alcobendas al derrumbarse sobre su cabeza el muro de una obra en la que había entrado con unos amigos. Ese mismo año, en marzo, un mendigo falleció y otras once personas resultaron heridas al derrumbarse por completo un edificio de cuatro plantas en Argüelles.
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