Infraestructuras
Carmena inaugura la gran ratonera
La reducción de carriles atrapa a vehículos privados, transporte público y ciclistas. Antes del cierre al tráfico total con Madrid Central, la Policía Municipal patrulla constantemente para resolver los atascos en la calle que inauguró ayer la alcaldesa.
La reducción de carriles atrapa a vehículos privados, transporte público y ciclistas. Antes del cierre al tráfico total con Madrid Central, la Policía Municipal patrulla constantemente para resolver los atascos en la calle que inauguró ayer la alcaldesa.
La Gran Vía, cuya reforma se inauguró ayer, es el eje que vertebra el distrito Centro y, a partir del próximo viernes, la ratonera que atrapará a conductores incautos, transporte público y ciclistas. La reducción de carriles en la arteria que une Cibeles con plaza de España se ha realizado contando con la atenuación del tráfico que se espera de Madrid Central. Sin embargo, en apenas un carril de circulación, más otro de transporte público y un carril-bici en algunos tramos y ciclo-carril en otros, la circulación por la Gran Vía necesita un manual de instrucciones.
Taxistas y motos invaden el carril-bici en el tramo entre plaza de España y plaza de Callao sentido subida para no esperar a que los autobuses hagan sus paradas. No está protegido como ocurre con los de los bulevares y, en caso de que así se haga, atrapará a los taxis y motos al ritmo de los autobuses que, durante las obras de asfaltado se han llegado a acumular por docenas en el único carril disponible. Igualmente, los vehículos que acceden a Gran Vía desde plaza de España tienen que sortear el inicio del carril-bici que no tiene continuidad entre Princesa y Gran Vía hasta el punto que la Policía Municipal tiene presencia casi permanente en esta plaza para evitar los atascos en la entrada. Horas antes de la inauguración, los agentes situaron conos y hasta una moto para ordenar la circulación. Además, al llegar a Callao a los ciclistas se les acaba la vía particular y convergen a la vez que los coches en el ciclo-carril que continúa hasta Cibeles sin ceda el paso para unos y otros a la hora de unir los recorridos.
La nueva Área de Prioridad Residencial (APR) del distrito Centro tiene como objetivo fundamental reducir la circulación de vehículos, especialmente de los más contaminantes, y por eso se limita el acceso a residentes y se establecen excepciones que dejarán fuera a todos los automóviles sin etiqueta ambiental de la DGT. Sin embargo, sí se autoriza el acceso a los aparcamientos como ocurre en las actuales APR con la salvedad de que antes había que hacer recorridos específicos para entrar en algunos parking y ahora se podrá entrar por cualquier punto de Centro.
De esta manera, por Gran Vía circularán todos los coches y motocicletas que vayan a los numerosos aparcamientos que hay con acceso desde esta vía, como es el caso del de la plaza de Santo Domingo, el de Tudescos, Mostenses, la plaza de Pedro Zerolo, la plaza del Rey y la del Carmen, entre otros. Con un carril menos de circulación, los vehículos que vayan a girar a las calles adyacentes para entrar en los aparcamientos ralentizan el tráfico tanto de coches privados como del transporte público, en tanto en cuanto deben atravesar el carril bus-vao y, en el tramo con carril-bici, bloquean el paso a los ciclistas.
También se han cambiado los recorridos de las salidas de algunos de estos estacionamientos, como es el caso del de la plaza de Soledad Torres Acosta, que desemboca en Callao y que ahora obliga a girar a la derecha cuando antes se permitía girar también en sentido Cibeles. Del mismo modo, la salida de algunos aparcamientos que antes habían restringido los recorridos para no entrar en las APR, ahora autorizarán de nuevo el paso para tomar la Gran Vía para salir del distrito. Este es el caso de los aparcamientos de Descalzas y de la plaza Mayor, que antes obligaban a salir sólo hacia Bailén y ahora se podrá volver a cruzar por Arenal y Santo Domingo
Los coches no son los únicos que tendrán dificultades para circular por la Gran Vía. Pese a la amplitud de aceras, algunas asociaciones de vecinos han apuntado ya al Ayuntamiento algunos fallos detectados en los recorridos peatonales. Así, los nuevos alcorques se «comen» en varios puntos la ampliación de las aceras pese a que se ha hecho coincidir muchos de ellos con el espacio reservado a las marquesinas de autobuses. También preocupan las terrazas.
El otro conflicto para la movilidad peatonal es el de la venta ambulante ilegal, los manteros, que en los tramos ya despejados de las obras y, precisamente aprovechando los huecos de los alcorques, se despliegan reduciendo a la mitad la acera ampliada. En días de «hora punta» de paseo hace que esta calle emule a las hace tiempo peatonalizadas Preciados y Carmen.
Zanjas, bancos y macetas en el último minuto
Apenas unas horas antes de la inauguración «oficial» de la ampliación de Gran Vía que la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, afirmó que «casualmente» coincidía con el encendido de las luces de Navidad, los operarios se afanaban por tapar las numerosas zanjas que aún estaban abiertas por doquier desde Plaza de España a Cibeles. Cada pocos metros faltaban baldosas por poner, aperos de obra por recoger y zanjas profundas por tapar. Tampoco estaban bien apretadas las tuercas de algunos de los nuevos semáforos de diseño y del mobiliario urbano que devuelve los bancos a la Gran Vía después de muchos años. Muchos de los nuevos asientos se instalaron ayer y, en algunos casos, se olvidaron incluso de retirar los plásticos protectores de los apoya-brazos, algo que no importó a los paseantes que los estrenaron a toda prisa. La vegetación que acompaña a los árboles recién plantados tampoco estaba lista a mediodía y los jardineros recorrían cada alcorque con macetas para poder plantar los pequeños jardines que recorren toda la calle antes de que ésta se cerrase al tráfico para la inauguración de las luces.
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