Tetuán
El esperpento del Carnaval suma y sigue
Disfraces groseros, insultos y proclamas políticas protagonizaron, ante cientos de menores, el desfile en Tetuán.
Disfraces groseros, insultos y proclamas políticas protagonizaron, ante cientos de menores, el desfile en Tetuán. Un grupo de manifestantes, del Patio Maravillas, exigió en el pregón la liberación de los titiriteros.
Nada tiene que ver el elegante, asombroso, multicultural y profesional desfile de Carnaval del año pasado dedicado a Don Quijote de la Mancha con el pasacalles de urbanización que organizó ayer el Ayuntamiento de Madrid por las calles de Tetuán. Salvo por el impecable trabajo de las asociaciones suramericanas y africanas que mostraron, como habían hecho en ocasiones anteriores, el esplendor de la fiesta en sus países de origen, los «artistas» programados por el consistorio madrileño fueron una demostración de «chabacanería», «cutrerismo» y «disfraces del todo a 100», según los vecinos.
Pese a que la concejala de Cultura, Celia Mayer, aseguró que se había revisado minuciosamente la programación del Carnaval para evitar nuevos dislates como el de los titiriteros que ante un público infantil se dedicaron a violar monjas, apuñalar policías y ahorcar jueces, para acabar detenidos por enaltecimiento del terrorismo, en el pasacalles se colaron consoladores en el pantalón, pechos al aire, insultos y loas a la masturbación femenina, también con numerosos menores entre el público.
Entre comparsas muy bien elaboradas, con zancos, batucadas y trajes espectaculares de otras culturas, otros grupos confundieron la provocación con la chabacanería y convirtieron críticas afinadas en representaciones grotescas, con disfraces hechos de retales baratos y maquillaje mal aplicado. Y sexo, por supuesto. El sexo en el desnudo, en penes de plástico y lencería ajada ante un público familiar que no salía de su asombro cuando un grupo de mujeres, de una asociación pro-igualdad, gritaba «¡Estoy hasta el coño!» para «denunciar» la carga doméstica femenina.
Tetuán se volcó en la celebración, animados por que, como había vendido Ahora Madrid, el desfile de este año no sólo se libraba de la «tiranía» de la centralidad y se acercaba al barrio, sino que las asociaciones de vecinos de todas las nacionalidades iban a protagonizar el Carnaval más abierto de todos. Minutos antes del inicio del desfile se respiraba un ambiente animado, con numerosas familias acompañadas de sus hijos y matrimonios de la tercera edad dando palmas y disfrutando del momento.
Una felicidad que no duró mucho tiempo. Con la llegada de las primeras carrozas, la sonrisa en la cara de algunos vecinos junto con las palmas desaparecieron por completo. Pronto se empezaron escuchar algunos gritos como: «Esto es una vergüenza» o «No hemos venido para esto», y es que durante los primeros minutos del recorrido carnavalesco no hubo ritmo, los participantes no interactuaron con el público asistente y, además, hubo cierto descontrol por parte de algunas asociaciones para seguir el ritmo de las demás carrozas.
Junto a esto, el irrisorio espectáculo que se marcaron algunos danzarines, ya que cada uno iba a su ritmo sin importarle la coreografía de los de su alrededor. Pero todo era susceptible de empeorar: desde lejos se podía escuchar una serie de palabras vulgares entonadas por un grupo de mujeres, que las acompañaban de gestos soeces. Ante una canción al grito de la palabra «coño», algunos asistentes decidieron que ya era suficiente. «Coge el carro y vámonos de aquí, no quiero que los niños escuchen esto», dijo una madre acompañada de su marido y tres hijos disgustada por la actuación.
Las organizadoras de esta comparsa, el espacio vecinal Hermanas Mirabal, ya habían adelantado en Radio Almenara –de la que es socio el director artístico cesado– su intención de provocar en el desfile. Así, invitaron a las vecinas de Tetuán a participar en tres grupos con los que pretendían denunciar distintas cuestiones. Además de los insultos para reivindicar que las mujeres son más que amas de casa, proponían una representación de la transexualidad que, de hecho, les quedó muy aparente ya que el grupo de participantes avanzaba con una maleta de la que sacaban vestuario masculino o femenino, que iban alternando a lo largo del recorrido. Junto a ellas, invitaban a presumir del placer femenino: «Si lo tuyo es el placer, el disfrute, los descubrimientos topográficos al alcance de nuestras manos, ésta es tu comparsa», invitaban, aunque esta reivindicación pasó más desapercibida.
Salvado por el folclore
A pesar del polémico inicio del Carnaval, conforme transcurrió el festejo la actitud de los integrantes mejoró y se involucraron más por hacer disfrutar a los asistentes. Por detrás de un gran autobús de color dorado se vio bailando a varias personas con discapacidad disfrazadas de Aladino llevando por todo lo alto un cartel en el que ponía, «Un Mundo Ideal». Gabriel, uno de los miembros de esta comparsa de la Fundación ANDE, comentó que «es una oportunidad muy bonita y algo que antes no había podido disfrutar, me gusta mucho». También se notó el esfuerzo y la ilusión de las comparsas de asociaciones suramericanas al ritmo de música latina y bailes folclóricos que hicieron danzar y reír al público.
Lamentablemente, al final del desfile regresaron los espectáculos groseros con un grupo que se identificaba como «burlesque» pero que, en lugar de la sutil provocación de artistas como Dita Von Teese o Vinila Von Bismarck, utilizaban gestos obscenos y travestismo soez. Tampoco faltó la reivindicación política en varios grupos que manifestaron su descontento con el Gobierno mediante pancartas y gritos en las que criticaban el «maltrato» de los políticos y el «urbanismo insostenible», entre otros. Asimismo, defensores de los animales repartieron panfletos a favor de la no intervención de las fieras en el circo. Y en la plaza de la Remonta, la concejala del distrito, Montserrat Galcerán, reclamó que «conseguiremos la libertad para todos», en alusión a los titiriteros detenidos por sacar un cartel de elogio a ETA y Al Qaeda en una función infantil.
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