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Flores da al juez hasta tres cifras distintas de entradas vendidas

La Razón
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El sobreaforo es su principal carga y ayer aseguró «no tener bien el dato» de cuántas vendió. Las que contó la Policía, dice, han sido manipuladas. El promotor reconoce haber emitido 17.500 tiques.

Titubeó, se contradijo en alguna ocasión, echó balones fuera, se mostró ofendido en ocasiones, agobiado, cansado de explicar ciertos procedimientos y hasta indignado y un tanto soberbio en otras. Cuatro horas de declaración dan para mostrar muchas caras y el principal imputado por la tragedia del Madrid Arena dio un repaso por casi todas las posibles. Eran las 11:06 horas cuando Miguel Ángel Flores fue llamado a declarar por la presidenta del tribunal. La segunda sesión del juicio había comenzado con el visionado del momento de la avalancha en el vomitorio e imágenes de distintos puntos del pabellón municipal donde se apreciaba, entre otros espacios, la paupérrima enfermería. Después, fue su turno. Eso sí, según escuchó su nombre para sentarse a declarar pidió permiso para ir al baño. Una vez se aireó, se sentó, cogió aire, dio un trago a la botella de agua y comenzó a «torear».

La voz de Flores sonaba casi tímida y pocos minutos después se transformó en chulesca dando muestras del hartazgo que le estaba suponiendo explicar cómo funciona el software que detecta las entradas que se han vendido y las que no. Enseguida reconoció haber encargado a una imprenta 17.500 entradas en talonarios de 25 tiques pero, según su versión, ni mucho menos vendieron todas. Fue cuando, a preguntas de la fiscal (sólo contestó a ésta y a su abogado) comenzó el baile de cifras.

Ahí salió la cara más vulnerable del empresario que, titubeando, reconoció «no estar muy seguro». Primero aseguró haber vendido «casi 5.600 físicas» y 3.672 por internet. Después quiso rectificar con otra cifra. «Creo que 5.650 físicas y 5.578 electrónicas, pero creo, porque no tengo bien los datos». Esto sumarían 11.228 tiques. Sin embargo, también aseguró en varias ocasiones ante la sala que las que realmente vendió fueron 9.650 entradas, tal y como especificó en un correo enviado a Madridec. Tampoco contó las cerca de «200 o 300» repartidas en entradas «vip» y otras 70 que se vendieron a la entrada, a pesar de haber asegurado poco antes que cuando llevaba las 9.600 «se cortaron las ventas en todos los canales». Una cifra muy lejana de las 23.000 personas que la Policía estimó tras ver las imágenes.

La representante del Ministerio Público le preguntó cómo, si Madridec le había confirmado el aforo permitido a 29 de octubre de 2012, él ya había vendido un número determinado de entradas, a lo que Flores contestó que «sabíamos que iba a ser un aforo pequeño». Y es que el empresario aseguró ayer que ya había realizado en ese pabellón otros eventos con mayor aforo, un extremo que las acusaciones no entendieron y comentaron a la salida. «¿Cómo puede ser que el mismo edificio tenga aforos distintos?», se preguntaban.

Y aquí –pasado el momento malo, el de las entradas, y enlazado por él mismo y con la connivencia de la fiscal a un terreno donde él se sentía cómodo– fue cuando comenzó a disparar y se pasó las casi tres horas de declaración restantes cargando contra el Ayuntamiento, Madridec (la empresa municipal titular del Madrid Arena) y, en menos ocasiones, contra Seguriber (la empresa de seguridad impuesta por el consistorio para el edificio municipal). Todo lo que se hizo en materia de seguridad, recalcó Flores, no era «competencia suya».

«Madridec son la autoridad y cumplo las condiciones que me imponne», zanjó, desvinculándose así de la gran desorganización que motivó la tragedia. Con respecto a las evidentes carencias en materia de seguridad que había y, dado que él había organizado allí más eventos, aseguró que se había «quejado en muchas ocasiones de la seguridad», con respecto a Seguriber y la forma en que Madridec controlaba los aforos por plantas.

Una ratonera

En referencia a sectorizar por plantas para controlar los aforos, el empresario aseguró que «nadie de Madridec me ha dicho que tengo que sectorizar por plantas, para eso hay que hacer accesos» y acusó a «las personas del Ayuntamiento que desde 2010 sabían que eso se estaba haciendo mal –habló de un informe vinculante que así lo afirma– y a mí me lo estaban haciendo hacer». Se mostró hasta dolido cuando insistió en que desconocía que el edificio no tuviera licencia. «Yo soy el cliente que alquilo, no el titular de la licencia. ¿Cómo voy a creer que no tiene plan de autoprotección? Pienso que lo tienen todo en regla». Aquí Flores hizo alusión a su faceta de empresario de éxito, alguien «con mucha «experiencia en su negocio», alguien que lleva «25 años dedicado a esto». Y es que el que «magnate» del ocio nocturno y los festivales de música electrónica, gracias a una fiscal que, para la madre de Cristina Arce fue «bastante flojita», tuvo tiempo de explayarse donde quiso. «He hecho treinta y tantos eventos en el Madrid Arena. No sabía que tenía una ratonera». De hecho, Flores hizo gala de su buena conciencia y sacó pecho de ciudadano ejemplar llegando a afirmar que ahora había «denunciado el recinto y el espectáculo Sama-Sama (del Circo del Sol) porque es un lugar inseguro».

La acusación más dura la hizo tras «no reconocer la prueba de las urnas» guardadas en el satélite del pabellón, que guardaban los tiques. La Policía contó 16.791 entradas, pero Flores aseguró ayer que esas urnas estaban «con bridas y candados rotos». Después dijo que Madridec y Seguriber sabían que estaban ahí y que él en ningún momento las escondió. «Si hubiera querido tenía el furgón detrás. Esa no era mi actitud. Tenía la cabeza en otra cosa». También puntualizó que no podía haberlas escondido allí cuando «es Madridec quien tiene la llave y me abre».

La fiscal permitió que Flores pasara de puntillas por el hecho de cómo unas 2.500 personas por el portón de carga. Él sólo dijo que no dio la orden y que desconocía este extremo porque desde donde él estaba no vio nada raro. Es más, aseguró que una vez comenzó el evento permaneció en la sala «vip» hasta que le comunicaron «que bajara a la enfermería».