Política

Fin de año

Preparado para dar las 24 campanadas

Esta Nochevieja en la Puerta del Sol sonarán las campanadas dos veces: en horario peninsular y canario. Jesús López se encarga de que nada falle el día más importante del reloj más famoso.

Jesús López se encarga de mantener el reloj de Sol a punto. Cada sábado acude a darle cuerda. Conoce la maquinaria a la perfección.
Jesús López se encarga de mantener el reloj de Sol a punto. Cada sábado acude a darle cuerda. Conoce la maquinaria a la perfección.larazon

Esta Nochevieja en la Puerta del Sol sonarán las campanadas dos veces: en horario peninsular y canario. Jesús López se encarga de que nada falle el día más importante del reloj más famoso.

El reloj más famoso de España está listo para dar las campanadas de Fin de Año y, por primera vez en sus más de ciento treinta años de historia, lo hará dos veces, una en horario peninsular y otra en horario de las Islas Canarias, y el encargado de que todo funcione es Jesús López, para lo que trabaja todo el año, poniendo a punto la maquinaria del reloj.

Le encontramos trabajando en los ajustes que su pericia de años de profesión le han dado. ¿Cuántos años lleva trabajando de relojero? «Mi abuelo y mi padre ya eran relojeros» y se hace evidente que lleva en la sangre el oficio, cuando al dar las menos cuarto, instintivamente hace unas marcas en unas ruedecillas del mecanismo para unos leves ajustes.

Este año se complican las campanadas, con esto de retrasar el reloj, le comentamos, pero parece ser que no, «lo que más trabajo da es los altavoces y coordinar el sonido y el volumen (con las televisiones y emisoras que las van a retransmitir). Si no, con la cantidad de gente que hay abajo, no se oirían las campanadas», y nos sorprende la tranquilidad con que nos cuenta cómo harán que el reloj suene dos veces, lo que para nosotros, observando la tan misteriosa como complicada maquinaria nos parece más una operación de cirugía cerebral. «Retrasaremos el reloj una hora. A las doce y cuarto, pondremos las agujas marcando las once y cuarto, y luego lo adelantaremos hasta ponerlo en hora a la una y cuarto».

Eso sí, nos aclara que el día de las «preuvas» dos personas del equipo se sitúan en las calle aledañas para constatar que las campanadas se escuchan. Al menos se tomarán las uvas, pensamos, a tenor de la aparente simplicidad de la operación, pero una vez más... «no, no, hay que estar a lo que hay que estar. Estaremos tres o cuatro del equipo de mantenimiento trabajando esa noche, pero no tenemos tiempo para tomarnos las uvas».

Viendo que lo tiene todo más que controlado, quisimos saber si este reloj está a la altura de otro aún más famoso, el Big Ben, «son maquinarias distintas pero igual de fiables y precisas». El secreto de los relojes fabricados por Losada, aparte de la calidad de los materiales y la ingeniería de su diseño, es la precisión con la que están hechas las piezas. Prácticamente son todas originales, y «las que ha habido que cambiar por desgaste del material, están marcadas con la fecha para distinguirlas de las originales», como efectivamente podemos comprobar. López apunta incluso a la participación de Losada en la construcción del cronógrafo de la Torre del Parlamento, «cosa que los británicos nunca reconocerán, pese a que el relojero londinense muriese seis años antes. Y menos aún ahora con esto del brexit». Y es que, cuando el relojero británico E. J. Dent murió antes de su conclusión y, aunque se atribuye a su hijo la continuación de la construcción, parece ser que fue Losada el que lo terminó. Y puestos a contar, nos revela que en Getafe hay un reloj similar, en la torre del Colegio de los Padres Escolapios. «Tiene una maquinaria similar construida por Losada». También de cuatro esferas, este fue firmado por Losada en 1866.

¿Alguna vez se ha parado? La única vez, que se sepa, cuando cayó un obús durante la Guerra Civil, y como única anécdota, «el día que se desprendió un contrapeso y fue rompiendo el suelo hasta terminar en el despacho inferior, con el susto que se llevaron». Ahora hay un foso con decenas de kilos de arena, por si acaso volviese a ocurrir.