Nueva York
Riada «fahionista» al anochecer
Una marea imparable. De las que no dan opción a ir contracorriente. Cuando uno decide echarse a la calle para participar en la V Vogue Fashion's Night Out implica aceptar las reglas del juego. Ésas no escritas que dicen que todo vale por hacerse con una coctelera que regalan en Salvador Bachiller, que vale la pena esperar media vida por una muestra de en un cosmético.
Así es la noche de la moda en Madrid, que colapsó una vez más Serrano, Ortega y Gasset y los alrededores. Opciones varias a las que se une un deporte no olímpico: la caza y captura de la «celebrity». Colocarse en los alrededores de la carpa oficial del evento suele funcionar, si se hace al ritmo de la DJ Vinilla Von Bismark. Con todos, menos con Raquel Sánchez Silva, que se encerró en un búnker para evitar cualquier pregunta inoportuna o no mientras realizaba sus pertinentes entrevistas «fashionistas» a los que pasaban por allí.
Aun así, lo mejor es callejear. Si uno es torpe, se tropieza con Mireia Canalda y Felipe López. Cuando se busca con ahínco puede dar con Luis Medina en Scalpers apoyando a la empresa familiar. O a Fiona Ferrer, incombustible recién aterrizada de Nueva York, firmando en El Corte Inglés. Incluso a Marlène Mourreau sin rumbo fijo de acá para allá. Entre uno y otro, una Heineken en Pan de Lujo, para seguir al pie del cañón. O un cóctel en Frutas Vázquez. Sí, la frutería favorita de Doña Letizia.
También es momento para darse a conocer, incluso buscar trabajo. Ahí estaban con su tablet los chicos de «The Recruitery», plataforma virtual para unir empresas del mundo de la moda y de la comunicación. Iniciativas creativas en tiempos de crisis, pero no de depresión.
De ello daban fe el personal y Norma Duval. A pie de obra en Punto Roma, se dejó abrazar, fotografiar y besar por curiosos, clientes y dependientas. Sin perder la sonrisa.
«Aquí estamos hasta que el cuerpo aguante. Si de alguna manera sirve para que la gente olvide los difíciles momentos económicos que se están pasando, habría que repetirla más a menudo», explica la artista, vestida de un «total look» de la firma.
Si lo del famoso se torna en misión imposible, hacerse un «photocall» con un pase-pose digno de alfombra roja –«postureo» en lenguaje tuitero– es la alternativa válida como demostraban las colas frente a la tienda de Tous o la pasión con la que vivían el momento todas aquellas que decidían fotografiarse con los dos modelos del tiovivo de El Corte Inglés «customizado» por Juicy Couture.
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