Educación
Tres madrileños en busca de una medalla
Son la mitad del equipo, formado por estudiantes de Secundaria, que competirá en la Olimpiada Internacional de Matemáticas.
Son la mitad del equipo, formado por estudiantes de Secundaria, que competirá en la Olimpiada Internacional de Matemáticas.
J. V. Echagüe - «Un conejo invisible y un cazador juegan como sigue en el plano euclídeo. El punto de partida A0 del conejo, y el punto de partida B0 del cazador son el mismo (...) ¿Es siempre posible que (...) el cazador pueda escoger sus movimientos de modo que después de 109 rondas el cazador pueda garantizar que la distancia entre él mismo y el conejo sea menor o igual que 100?». Ésta es, mutilada por razones de espacio, una de las seis arduas preguntas a las que pueden enfrentarse los alumnos de la Olimpiada Internacional de Matemáticas (IMO, en sus siglas en inglés). Con 59 ediciones, es el Mundial matemático para los alumnos de Secundaria. Compiten 116 países, cada uno con seis participantes. Tendrán dos jornadas, de cuatro horas y media cada una, para resolver seis problemas en los que deberán demostrar su destreza en geometría, teoría de números, álgebra y combinatoria. En el equipo español, los madrileños son mayoría: tres participantes, el 50%. En juego, las medallas de oro para aquellos que obtengan 25 puntos; de plata para los que consigan 19; y de bronce para los que saquen 16. El año pasado, con más de 600 competidores, se repartieron 48 oros, 90 platas y 153 bronces. Nuestro país lleva 35 años participando. Y el oro se nos resiste: nuestros alumnos se han hecho con cinco platas y 44 bronces. .
Esta semana, la Facultad de Ciencias Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid ha sido un hervidero. Se celebraba la primera «selectividad de julio». Sin embargo, tres alumnos, Alejandro Epelde, Rodrigo Marlasca y Martín Gómez Abejón compartían aula, apuntes y calculadora con otros fines. Convocados por la «seleccionadora» María Gaspar, presidenta de la Comisión de Olimpiadas de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), apuran sus últimos días de entrenamiento.
El baremo para elegir a los seis participantes fue la Olimpiada Matemática Española, organizado por la RSME. Alejandro y Rodrigo quedaron empatados en los dos primeros puestos, mientras que Martín ocupó la quinta posición. Los tres, junto a Félix Moreno (Valencia), Santiago Vázquez (La Coruña) y José Pérez Cano (Jaén) viajarán hoy hasta la ciudad de Cluj-Napoca, al noreste de Rumanía, donde se celebrará la IMO. Tras la ceremonia de apertura, los días 9 y 10 se enfrentarán a los seis problemas.
La Olimpiada es además una «tarjeta de presentación» envidiable. Potencias como el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) o la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) están muy atentos al medallero con vistas a futuros «fichajes». Los matemáticos, además, son especialmente demandados por las empresas: sector bancario y tecnológico, análisis de datos, «big data»... Pero, por encima de todo, gustan por su forma creativa de afrontar problemas. No en vano, su tasa de desempleo apenas es del cinco por ciento.
¿Por qué este dominio de los alumnos madrileños con las matemáticas? María Gaspar responde que, efectivamente, influye la mayor población de nuestra Comunidad, que aporta más participantes. Sin embargo, en Madrid «tenemos una serie de actividades que enganchan a los chicos y chicas desde que son más pequeños». Ahí está el concurso de Primavera de Matemáticas, convocado por la Complutense, con la colaboración de la Dirección General de Becas y Ayudas al Estudio, y en el que participan estudiantes desde 5º de Primaria. «Alejandro lo ha ganado desde que tenía 10 años», dice María. También «está muy afianzado en Madrid el programa Estalmat, de Estímulo del Talento Matemático», en el que nuestra comunidad «fue pionera».
En lo que a las matemáticas respecta, Madrid hizo los deberes. En 2014, el Gobierno regional se adelantó a la ley Wert de Educación con la implatación de un 20% más de horas en esta materia en Primaria. El último informe PISA reveló que los escolares madrileños, con 503 puntos, superan la media española (486) y los promedios de la UE y la OCDE –ambos de 490 puntos–. En el ránking, Madrid estaría en el 4º puesto español, en el 10º a nivel de la UE y en el 15º a escala mundial.
Hijo y nieto de periodistas –su padre es Manu Marlasca y su abuelo fue Manuel Marlasca–, Rodrigo reconoce que no seguirá los pasos familiares. «Mi hermano, que estudia Medicina, y yo, les hemos salido raros», dice. En casa preferían que se hubiera decantado por alguna ingeniería. Pero nadie le apea de su empeño: tras acabar el Bachillerato en el Liceo Europeo, estudiará Matemáticas e Informática en la prestigiosa Universidad de Oxford. Y eso que, confiesa, «la lié en el examen de Selectividad. Me tocó un bendito corrector, me puso un nueve aunque tenía la mitad del examen bastante mal».
Alejandro Epelde, del Montessori School de Alpedrete, ya sabe lo que es triunfar en las Olimpiadas. El año pasado fue plata en la de Matemáticas y oro en las dos últimas ediciones de Física. El año que viene le espera con los brazos abiertos la Universidad de Cambridge. Esta ciencia le atrajo desde bien pequeño. «Me gustaba cómo hacían encajar todo», asegura. También en Primaria se «enganchó» Martín Gómez Abejón. Estudiante del Ramiro de Maeztu, recuerda un libro, «El diablo de los números», que le fue introduciendo en el mundillo matemático. Y también a una maestra «bastante mala», al menos a la hora de impartirlas. Todo cambió a su llegada al Ramiro de Maeztu, donde encontró a profesores que supieron transmitirle lo que significa esta disciplina: «Un área interdisciplinar que permite contar e interpretar algo de dos formas diferentes», afirma. Ahora comenzará la carrera en la Universidad Complutense de Madrid.
Los tres coinciden: la sociedad no da el valor que le corresponde a las matemáticas. «Son la madre de las ciencias, lo que permite desarrollarlas», explica Rodrigo. «Muchas disciplinas, como la Física, necesitan sustentarse en las matemáticas de alguna manera. Precisan de una base», añade. Sin embargo, «la percepción de la sociedad es que no sirven para nada». Hay un problema de base: «La forma en la que se imparte en los institutos es bastante absurda. Es muy procedimental». Como apunta Martín, «mucha gente las memoriza porque las imparten así. Y si no vas razonándolas, te pierdes. Se enseñan de forma mecánica. En Selectividad, por ejemplo, las pruebas son muy robóticas». Para Alejandro, «la parte creativa se queda apartada en el colegio. Hacer cálculos no es matemáticas de verdad. A la gente a primera vista, no les gustan porque no saben lo que son». No en vano, si en algo destacan las preguntas de la IMO es, precisamente, por su creatividad.
¿Objetivos para la Olimpiada? Son realistas. La competencia de países como China y EE UU es imbatible. Y España nunca ha obtenido un oro. «Estadísticamente, España debería ganar uno cada dos años. Eso explica cómo están las cosas», dice Martín. «Para sacar el oro, hay que sacar cuatro problemas de seis como mínimo... No es por ser pesimista, pero espero acabar dos y con suerte tres. Quién sabe, igual llego y me sale todo», dice Rodrigo.
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