Villaverde

«Tras la primera puñalada no pude más. Caí y sentí la segunda»

Su marido le asestó dos cuchilladas en la espalda el domingo en su casa de Villaverde. La intervención de su padre evitó una tragedia mayor.

La mujer fue ingresada en estado grave en el Hospital 12 de Octubre
La mujer fue ingresada en estado grave en el Hospital 12 de Octubrelarazon

Su marido le asestó dos cuchilladas en la espalda el domingo en su casa de Villaverde. La intervención de su padre evitó una tragedia mayor.

Dos vendas en la espalda y otra en la mano izquierda son las marcas visibles de una agresión que podía haber acabado en una tragedia aún mayor. Apenas veinticuatro horas después de que su pareja y padre de sus dos hijos menores le asestara dos puñaladas y sufriera heridas de arma blanca durante el forcejeo, la última víctima de violencia de género de la Comunidad de Madrid abre las puertas de su casa a un equipo de LA RAZÓN para relatar la secuencia de los hechos, una agresión que asegura le pilló por sorpresa a pesar de que no era la primera vez que su marido le ponía la mano encima. Los dos pequeños, los mismos que reciben a las visitas un día después del suceso, fueron testigos mudos de los hechos, al igual que los padres de la mujer. Todos comparten el mismo techo.

La familia reside en una de las zonas más humildes de la capital, en un modesto piso de la calle Talco, del distrito madrileño de Villaverde. La mujer nació en Marruecos pero lleva en España catorce años, algo menos de la mitad que su ex pareja y agresor, también marroquí, y que estableció su residencia en el país hace tres décadas. Ambos tienen pasaporte español. La víctima asegura que era habitual que el hombre presentara un comportamiento violento, tanto que «daba golpes y rompía cosas», unas situaciones a las que asegura sus hijos ya estaban «acostumbrados». «No podíamos volver a estar juntos. La Policía ya había venido en varias ocasiones porque los vecinos llamaron a Emergencias alertados por los golpes y los gritos», confiesa la mujer, que hasta ayer no había interpuesto denuncia a pesar de las recomendaciones de los propios agentes. El detenido tenía antecedentes policiales. «Ya le habían puesto varias denuncias en el trabajo por amenazas», indica la mujer.

Tras más de una década de relación, el punto y final de la convivencia llegó la pasada semana, cuando tras una fuerte discusión el hombre abandonó el domicilio familiar que ambos compartían con sus hijos y los padres de ella, que no hablan español. «A los pocos días volvió pidiendo perdón y le dejé entrar por los niños, pero decidimos que dormiríamos en habitaciones separadas», recuerda ella. Después de una semana en esta situación, cuando aún no había amanecido, la mañana del domingo el ahora detenido irrumpió en la habitación en la que dormía la mujer para coger las maletas e irse de la casa. «Hubo un momento en que tuvo un cambio de humor y me dijo que él no tenía por qué marcharse y que me fuera yo. Pero yo tengo que hacerme cargo de mis hijos», añade.

A partir de ahí la discusión dejó de ser un intercambio de palabras. «Yo me agaché para coger unos zapatos y sentí la primera puñalada en la espalda», asegura. «Mi primer instinto fue agarrar el cuchillo porque tenía intención de clavármelo en el cuello. Quería matarme», relata, y añade que en ese momento ya había perdido mucha sangre, se encontraba débil y las fuerzas le fallaron. «No podía más, me caí al suelo y sentí una segunda cuchillada en la espalda. Después sé que llegó mi padre, pero a partir de ahí no recuerdo nada más». Eran alrededor de las diez de la mañana cuando efectivos de la Policía Nacional sacaron al hombre ya detenido del piso y lo condujeron a la comisaría de Usera-Villaverde. Por su parte, el personal sanitario trasladó a la mujer ya estable al Hospital 12 de Octubre.

Unas horas después de ingresar con pronóstico moderado en el centro sanitario, la mujer pidió el alta voluntaria «por los niños». Tanto los dos menores, de apenas diez años, como la agredida reciben atención de psicólogos especializados en casos de violencia de género. «Ahora lo más importante para mí es recuperarme y sacar adelante a mis hijos», explica ella en un momento en el que apenas se puede levantar de la cama sin ayuda. La mujer contestó a las preguntas de este periódico con un ojo puesto en la puerta, ya que la Policía Nacional le había anunciado que acudiría al domicilio ayer por la tarde para que prestara declaración e interpusiera una denuncia. «Esto lo ves en televisión, pero nunca piensas que te pueda pasar a ti. No crees que pueda llegar a ponerte la mano encima», confiesa, y asegura que esta vez sí denunciará a su ex pareja.

Frente a la debilidad física que presentaba ayer la mujer, la imagen de la fortaleza era la del hijo mayor de la pareja, que observa la escena y protege a su madre con los gestos y la mirada. «No saquéis ni el piso ni la calle, ni siquiera el barrio», advierte antes de consentir que LA RAZÓN entre en la vivienda. «Es fuerte, ya estaba acostumbrado a ver a su padre rompiendo cosas y chillando», reconoce la mujer, que explica que no oculta su identidad y su rostro por miedo, sino para proteger a sus dos hijos: «No quiero que oigan comentarios en el colegio, bastante ha sido para ellos tener que verlo todo», apunta.