Cultura
El cine de Chamberí que pedían a gritos los vecinos y que resurge tras la pandemia
Los Paz cerraron sus puertas hace un año. Ahora vuelven de la mano de la compañía mk2. Para muchos de sus fieles, eran y son su principal vía de escape
Para Tomás, una botella de agua. Para su mujer, palomitas, toblerone y coca cola. El ritual es siempre el mismo: las luces se apagan, el proyector se enciende y, así, transcurren al menos dos horas en las que viven romances imposibles, enredos increíbles y aventuras inabarcables. Es una cita a la que nunca faltan. Por lo menos, dos veces a la semana. Y siempre en el mismo lugar: los cines Paz, en el número 125 de la calle Fuencarral.
Hace ahora un año llegó una mala noticia. Para Tomás, su mujer y los vecinos de Chamberí en general. Su cine anunciaba un cierre temporal. Una página triste en la historia de unas salas que, en dos años, cumplirán su ochenta aniversario. Fundado en 1943, el Paz fue adquirido a finales de los setenta por la familia Góngora, que, hasta el día de hoy, son los encargados de gestionarlo. Era, de hecho, de los pocos cines de la capital que pertenecían a una familia. Precisamente por eso, les resultaba muy difícil afrontar este periodo de aforos restringidos, distanciamiento social y, por encima de todo, de miedo a salir de casa.
Entre otras muchas cosas, este impasse de un año ha servido también para evocar tiempos mejores. Tomás Garicano, profesor jubilado y abogado de 70 años, recuerda cómo, allá por los años sesenta, siendo un crío, se «coló» en el cine –«pagando, ojo», subraya– para ver una película de «mayores»: ni más ni menos que «Doctor Zhivago» (1965). «Un amigo y yo nos pusimos un pantalón largo... y creo que le debimos dar pena al acomodador, porque al final nos dejó pasar», dice. Aquel fue solo uno de los momentos más memorables de todos los que ha vivido en los Paz. Antes, cuando sus padres querían «quitarse de encima» por unas horas a sus hijos, les dejaban con la niñera en la sala de Fuencarral. De 16:00 a 22:00. Sesiones dobles que le despertaron a Tomás su amor por el cine. Sin embargo, el coronavirus lo cambió todo. «Lo hemos echado mucho de menos. Fíjate que raros somos... Nos gusta más ir al cine que ir a cenar con amigos. Ver una película de 20:00 a 22:00 y, después, tomar un montadito de jamón y una cerveza por la zona, que tiene sitios estupendos».
Sin embargo, ya están consultando la cartelera: en breve, tanto él como su mujer estarán por allí y podrán retomar el ritual justo donde lo habían dejado. En el comunicado de hace un año, Carolina Góngora, propietaria de los Paz, escribió que «volveremos cuando todo mejore». Y así ha sido. El temporal ha comenzado a escampar. Recientemente, la Comunidad de Madrid anunció la eliminación de las restricciones en cines y teatros. Sin embargo, mucho antes de que se conociera la noticia, los Paz ya tenía previsto su regreso. Ayer, 17 de septiembre, abrieron de nuevo sus puertas.
La vuelta ha sido posible gracias a la alianza firmada con la empresa francesa mk2, que también gestionan en Madrid las salas del Palacio de Hielo. «Aunque han tenido ofertas para convertir los Paz en otro tipo de local, la familia Góngora siempre ha querido que esto sea un cine», explica a LA RAZÓN el director general de mk2, Álvaro Postigo. «A partir de ahí, nos entendimos fácilmente. Queríamos contar con un cine en el centro de la ciudad, con un público urbano y universitario», añade.
«Recuerdo cuando los peatones pasaban por las puertas del cine, leían el cartel de ‘’cerrado’' y meneaban la cabeza, como diciendo: ‘’no puede ser’'», dice por su parte Carolina Góngora. Los mails que recibía entonces provocaban que se le saltaran las lágrimas. «¡Por favor, no cerréis nunca!», «¿cuándo vais a volver?», «y las óperas, ¿cuándo vuelven?». Una pregunta, ésta última, en referencia a los espectáculos de la Royal Opera House que los Paz retransmitían en las sesiones matinales de los domingos, con gran afluencia de público.
Por supuesto, esas «matinées» volverán en breve. Y con ellas, muchas otras novedades: precisamente, los pases de películas matinales, que se producirán diariamente a las 12:00 y a las 14:00 horas; las cintas en versión original, antes ausentes, también se incorporan a partir de ahora; de las 15 sesiones diarias de antaño se pasará en esta nueva etapa a las 25... Además, se celebrarán otro tipo de espectáculos, como monólogos, conciertos, charlas... y otros eventos que, por el momento, no se pueden revelar. Todo ello, apunta Álvaro Postigo, con vistas a implantar una «agenda cultural» que la compañía francesa ha desarrollado con éxito en su país de origen, a través del mk2 Institut, y que creen que puede tener su nicho en el barrio de Chamberí.
Ahora bien, los Paz seguirán conservando la esencia: un cine de calidad y prestigio, protagonizado por buenas historias que volverán a atraer a los fieles al que es «su» cine. Un lugar de confianza al que los espectadores podrán acudir sin conocer la cartelera de antemano porque siempre habrá un empleado que les oriente según sus gustos. Y rara vez van a salir defraudados. Como ocurre en el caso de Tomás y su mujer, la gran mayoría del público de los Paz lo componían personas de más de 60 años. Para muchos vecinos de Chamberí, estas salas suponían su principal vía de escape, su única ventana a un ocio cuyas ofertas, a día de hoy, no tienen en cuenta a los mayores. De hecho, el gran drama de la pandemia tuvo un devastador efecto colateral en los paz: muchos de los habituales a estos cines, bien no se atrevían a salir de casa, bien fallecieron debido al coronavirus. Tomás apunta a que su suegra, también fiel espectadora, solía acudir a los Paz con un grupo de cinco amigas. Ella está felizmente entre nosotros, pero tres de ellas fallecieron en el último año. Ahora, el proyector ha vuelto a ponerse en marcha. Y seguro que, esta vez, con un final infinitamente más feliz.
Cuando la entrada costaba cuatro pesetas
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