Espacio interactivo
Abre en Madrid “La Llorería”: cuando la tristeza se hace fotografiable
La instalación se encuentra en el local Amén de Malasaña, en el número 3 de la calle de San Andrés, y pretende visibilizar los problemas de salud mental y normalizar la terapia psicológica
Hoy nada escapa al Gran Hermano de las redes sociales. Desde el desayuno cargado de frutas de todos los colores hasta la cena bañada en licores de todos los sabores. Por cada amanecer en el balcón, un atardecer en la terraza. Que si conciertos, que si exposiciones, que si paseos. Momentos decisivos y amores para siempre, principios de algo y finales de todo. Mucha ropa nueva, y libros nuevos, hasta vidas nuevas. Pero, sobre todo, sonrisas, infinitas sonrisas, porque a nadie le gusta compartir con el resto del mundo que llora...aunque llore. De hecho, ¿cuántas lágrimas no habrá escondidas detrás de cada uno de esos instantes de felicidad y alegría?
En el último año, en España, un 40% de la población ha tenido síntomas de depresión y otro 30% problemas de ansiedad. Personas que lloran porque no tienen trabajo ni estabilidad económica, porque se sienten perdidas y sin rumbo, porque se dicen a sí mismas cada día que no valen la pena, que no merecen lo que tienen y que nada va a cambiar. Personas a las que les gusta ver salir el sol y crecer la luna, la música y el arte, leer y beber, aunque les coma la culpa, el cansancio o el odio. Personas que sonríen en las fotos, aunque sigan llorando por dentro con rabia. Personas que no dicen cómo se sienten por miedo a que la respuesta sea un bienintencionado «¡Anímate!», como si hubiera un botón mágico en la nuca que apagara de un clic la tormenta de malos pensamientos. O peor aún, un burlón «¡A llorar a la llorería!», como si existiera un lugar onírico en el que llorar no diera vergüenza, en el que las lágrimas fueran una especie de tópico literario del presente, un motivo pop de la era pospandémica.
Como si fuera real un lugar que se le parecería bastante al sueño efímero creado durante este fin de semana y hasta las 20:00 de esta tarde en el espacio Amén de Malasaña, en el número 3 de la calle de San Andrés, en la capital. Allí donde, para la visibilización de los problemas de salud mental y la normalización de la terapia psicológica, se ha construido un decorado que invita a la gente a inundar las redes sociales con un contenido hasta ahora ocultado. Pues eso, un escenario en el que la tristeza, como seña de identidad que nos pertenece, se vuelve fotografiable.
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