Gatas
Suzanne Ruiz: «Quiero abrir un “centro ecuañol” en Madrid para combatir el racismo en la capital»
Desde San Sebastián de los Reyes, la fundadora de Yanapaqi comercializa en España la artesanía de 14 mujeres indígenas del pueblo de Saraguro, en Ecuador
Se llama Fe, pero en la familia la conocen como «la niña de los tres continentes» y, aunque es poco más que un bebé, cuando la mira, su madre ya piensa: «¿Con qué nombre decidirá ella presentarse?». Todo empezó hace más de 30 años y a casi 9.000 kilómetros de distancia, el día cualquiera en que su abuela, guayaquileña, conoció a su abuelo, palentino. De su unión surgió la palabra «ecuañola», inventada por una a la que le costó la rabia de toda una juventud dar con esa palabra que de verdad la definiera. Había nacido en Madrid, sí, pero se sentía casi marciana y siempre enfadada, más incluso de lo estrictamente natural para una adolescente, hasta que salió fuera, siendo su primer destino Lisboa: «En esos ambientes internacionales hay una tendencia a formar hermandades entre compatriotas y fue entonces cuando me di cuenta de que yo no tenía solo una familia, tenía dos: la ecuatoriana y la española».
A partir de aquel verano estudiando portugués, Suzanne Ruiz siguió dando saltos de aquí para allá hasta cruzarse en el camino con su marido, un hombre francés de origen camerunés junto al que le ha dado a «la niña de los tres continentes» cuatro familias de las que aprender por igual o, al menos, eso se ha propuesto ella: «Mi misión hoy es que Fe en el futuro viva su multiculturalidad alejada de las jerarquías eurocéntricas».
Para lograr su objetivo, Suzanne se asegurará en primer lugar de que a su hija no le falten los referentes: «Yo crecí en un hogar lleno señas de identidad ecuatoriana y, sin embargo, siento que ni siquiera el discurso de mi madre hacía suficiente hincapié en la grandeza de la cultura precolombina, y ya no hablemos fuera de casa», lamenta la que en el colegio fue apodada por sus compañeros como Pocahontas, un personaje que, reconoce, durante mucho tiempo, fue el único espejo en el que mirarse en tanto que mestiza.
En segundo lugar, y hasta con una pandemia de por medio, Suzanne se esforzará por mantener a Fe conectada con sus raíces, que ella todavía recuerda con amargura cada regreso a Madrid durante su infancia: «Solíamos ir a Guayaquil una vez cada dos años para ver a mis abuelos y para mi hermana y para mí el viaje de vuelta era un drama». Sin quitarse a su hija de la cabeza, la orgullosa «ecuañola» residente en San Sebastián de los Reyes prosigue: «Creo que una generación más allá exalta los sentimientos de pertenencia y de nostalgia, por eso yo he sido más guerrera que mi madre, también desde el empoderamiento que me da ser española y no estar tan afectada como ella por “la maldición de Malinche”».
Y así, en la carrera por alcanzar todas estas metas, surgió Yanapaqi, un proyecto con el que esta emprendedora de 34 años visibiliza y comercializa el trabajo de artesanía de un grupo de mujeres indígenas del pueblo de Saraguro a través de Internet y, de paso, es también la excusa que tiene Suzanne para recuperar todas las visitas atrasadas a su tierra y las lecciones perdidas de sus gentes. «El nombre significa en kichwa “quien ayuda” y mi teoría del cambio se basa en crear una fuente de ingresos estable para estas mujeres que, de esta manera, no solo mejoran su situación personal, sino también la familiar», explica la que estudió Derecho y Administración y Dirección de Empresa en la Universidad Pontificia Comillas.
Suzanne Ruiz descubrió su vocación cuando, tras unas prácticas en Tailandia, dio con la Universidad para la Paz de Costa Rica, allí donde supo que su futuro laboral giraría en torno al emprendimiento social, y así lo dice: «Con Yanapaqi puedo cambiar la vida de 14 mujeres rurales de Ecuador, ser la embajadora de su arte en Madrid y en España, un impacto directo que, de estar revisando jurisprudencia en la Corte Internacional, no podría afirmar tan claramente».
Convencida de que «lo indígena no es algo del pasado, sino presente y futuro para un planeta que, por ejemplo, necesita soluciones para frenar el cambio climático», ahora Suzanne persigue ampliar la repercusión de su marca en Internet al tiempo que esboza el siguiente escalón en la aventura de construir un mundo mejor para Fe. Y lo hace a lo grande: «Aparte del tratamiento de toda Latinoamérica como una masa sin diferenciación, una cosa que me molesta mucho es la arrogancia de algunos al pensar que no tienen nada que aprender de estos países y, por eso, quiero abrir un “centro ecuañol” en Madrid, unir nuestras fuerzas en torno a un espacio en el que dar voz al pueblo ecuatoriano, desde el que combatir el racismo en España y con el que enriquecer a la capital», cuenta ilusionada guardándose los detalles sobre ese lugar de sus sueños en el que, de hacerse realidad, se forjará otra otra guerrera como ella, y con nombre propio: «la mujer de los tres continentes».
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