Escena final
“La lluvia amarilla” en el Teatro Español: un grito contra la despoblación y algo más
Jesús Arbués estrena en el Español «La lluvia amarilla», la primera adaptación de la exitosa novela de Julio Llamazares
Ainielle existe, y es un pueblo del Pirineo aragonés. En él situó Julio Llamazares en 1988 la trama de su novela «La lluvia amarilla» tras 17 años borrado del mapa, para poner rostro a uno de los dramas más sobrecogedores de nuestro país: la despoblación. Pueblos vacíos, tejados derrumbados, bancales arrebatados de maleza, cristales rotos, chimeneas apagadas…silencio. Pero igual que la maleza se come los muros, la ausencia de habitantes devora la memoria de los lugares. Andrés de Casa, el último habitante de Ainielle refugiado entre las ruinas de ese pueblo fantasma, recuerda a todos sus vecinos que han muerto o se marcharon y evoca los días compartidos con Sabina, su esposa, la última noche de su vida. Cuando Jesús Arbués leyó la novela, pensó adaptarla al teatro y dirigida por él, se representa en el Teatro Español.
Dónde Teatro Español. Cuándo hasta el 12 de diciembre. Cuánto 18 euros
«Me costó mucho –confiesa Arbués–, cuando la leí jamás pensé que me iba a costar tanto adaptarla. Al comentárselo a Llamazares me dijo: “Es que no es un monólogo porque no está hablando a nadie, es la verbalización poética de lo que él piensa en su último momento de vida, donde todo le pasa por delante”. Lo difícil era darle cuerpo en un escenario sin hacerla una obra costumbrista, porque se perdería una de sus claves, la vena poética de la novela, Andrés no habla así, es el autor quién está presente en ese mundo». ¿Quién la haya leído encontrará lo mismo? «He sido respetuoso con el autor, no he puesto una sola frase que no sea suya, y creo que también con el espíritu, pero es otra cosa –afirma–, la traslación de una novela al teatro siempre cambia porque es distinta la experiencia de leer, a verlo en un escenario y, aunque intentes hacer lo mismo, es otra cosa».
Para un actor es difícil interpretar un monólogo interior tan intenso y emocional. «Andrés de Casa (Ricardo Joven) hace el texto y Alicia Montesquiu es la conductora de la acción, en momentos es Sabina, en otros una sombra, a veces canturrea y puede ser una mujer del pueblo y otras el autor que habla, hace de nexo entre los monólogos del protagonista, que emocionalmente son muy duros y trabajosos», asegura Arbués, para quien el pueblo es un personaje más. «Para un aragonés, el concepto de “la casa” es importantísimo, es lo que te conecta con tus antepasados, su legado, su memoria». El fondo del libro habla de despoblación, de esa España que se vacía olvidada de todos, «pero como en todas las grandes novelas, hay algo más que las lleva a lo universal, darnos cuenta de qué nos ha faltado, qué debimos hacer y no hicimos, el amor que no se dio, la invalidez emocional del protagonista, incapaz de abrazar o decir te quiero. “He vivido de espaldas a mí mismo”, dice. Ha dejado que se le vaya todo y ahora está abandonado y muriendo solo. Todo regresa al final de su vida y le pasa factura y eso me conmueve profundamente», confiesa Arbués.
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