Cabalgata
Las espectaculares imágenes de la llegada de los Reyes Magos a Madrid bajo la lluvia
La capital recuperó la tradicional cabalgata con miles de personas a lo largo de la Castellana a pesar del agua que cayó durante toda la tarde
El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, ha recibido a eso de las nueve de la noche a la comitiva real a los pies de Cibeles. Melchor, Gaspar y Baltasar. Madrid volvía así en parte a la vieja normalidad, que aún no es tal. Recupera la ciudad en la tarde de ayer la ilusión por realizar una Cabalgata a la altura de la ciudad y de los más pequeños, tanto de los pocos que pudieron acercarse a la Castellana como los que siguieron por televisión.
Ha sido eso sí, un desfile pasado por agua. No ha parado de llover durante toda la tarde en el centro de la ciudad y eso llevó a Almeida a lanzar una petición sobrevenida a los Magos: que convirtieran todo el agua en una lluvia de regalos. Y a ello se han puesto los tres reyes una vez acabaron los fuegos artificiales que cerraron casi tres horas de cabalgata. Iniciando desde allí mismo el reparto de presentes por las casas de todos los niños madrileños, con la promesa añadida de que el próximo año podrán volver a reencontrarse con ellos en las calles.
En su mensaje a los niños de la ciudad, Melchor desveló que «sabía que la estrella nos llevaría a un momento único, el del nacimiento de un niño, el niño Jesús, que cambiaría el mundo para siempre». Explicó que esa estrella les ha guiado hasta el cielo más hermoso del mundo, el cielo de Madrid, «la ciudad del reencuentro».
Gaspar recogió el guante y destacó que Madrid «se ha convertido en la ciudad de todos: es el lugar al que personas de cualquier parte del mundo quieren acudir, porque Madrid es, por encima de todo, una ciudad que acoge». Gaspar, que se presentó como alquimista, tuvo palabras de ánimo para recordar que cada vez queda menos para superar la pandemia: «Todos hemos vivido tiempos difíciles, aún tenemos que ser cautos, pero con vuestra alegría, todos juntos, llegaremos hasta el final del camino, igual que nosotros hemos llegado hasta aquí desde tan lejos». Baltasar, como botánico que estudia la naturaleza que nos rodea, destacó la importancia de «cuidar nuestro planeta, respetar sus ciclos y sus equilibrios».
Los abuelos y Dundu
Los Reyes Magos entregaron a Dundu, un muñeco de luz que representa el valor y el amor de los abuelos de Madrid, tres regalos, ilusión, curiosidad y fantasía, «tres cosas que no deberían faltar nunca en nuestra vida», destacaron Sus Majestades.
Dentro de los márgenes que la lluvia permitió, la Cabalgata de Reyes se desarrolló con normalidad y acorde al programa previsto para recibir a Sus Majestades de Oriente en la capital. Sin embargo, el factor climatológico provocó que algunas de las actuaciones durante el recorrido y en el escenario de Cibeles pusieran en marcha alternativas que ya estaban previstas para el caso de que el agua impidiera su desarrollo. En lo que tiene que ver con la organización del desfile no se apreciaron aglomeraciones reseñables en el entorno de la Castellana. Tal y como informó el Ayuntamiento de la capital, se siguieron las recomendaciones de no acudir si no se tenían entradas, aunque sí se acercaron finalmente grupos de personas a las zonas de las vallas. El tiempo y los paraguas, por su parte, también contribuyeron a que no se acumulara la gente en los puntos principales. Los voluntarios que acompañaron a los Reyes Magos a pie aguantaron todo el recorrido pese a las condiciones climatológicas adversas.
En el consistorio recordaban al término del evento que habían puesto todos los medios disponibles para que se desarrollara de la manera más segura y que, al mismo tiempo, estuviera a la altura de lo que los madrileños esperaban. En este sentido, el Gobierno de Almeida quiso agradecer «el encomiable trabajo de artistas, voluntarios, Policía Municipal y resto de trabajadores municipales para que esta jornada se haya desarrollado de la mejor manera posible, pese a la climatología y, sobre todo, a la pandemia».
Durante la procesión sonaron villancicos, música autóctona de los lugares de origen de Sus Majestades de Oriente y gritos de niños y mayores, sobre todo, con el colofón final: un espectáculo pirotécnico que ha iluminado el tan nombrado cielo de Madrid con «Our Destiny» de Tomas Bergenshen como banda sonora.
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