Adopción

Se buscan familias para animales «heridos»

El Centro Integral de Acogida de Animales de Colmenar Viejo abre sus puertas para presentar a sus perros y gatos en adopción y acogida

Perros en adopción Protectora Colmenar VIejo
Perros en adopción Protectora Colmenar VIejoEnrique CidonchaLa Razón

Solomon es un cachorro de apenas ocho meses y ya ha necesitado una operación por una patología cardiaca congénita. Ahora que ya está recuperado, ha vuelto al refugio y necesita una familia. Pero no es el único. A Senil, un precioso mestizo de mastín con akita japonés, hubo que operarle de una pata porque llegó con una fractura. Es un poco desconfiado porque, en realidad, solo ha recibido «cosas malas» de las personas que ha tenido cerca, tal como explica a LA RAZÓN Almudena Beltrán, directora del Centro Integral de Acogida de Animales de Colmenar Viejo. Nicoleta, por otro lado, es bastante mayor, y lo primero que hace al ver a una persona es acercarse. Quiere recibir cariño. Era de un cazador y ha llegado al refugio porque tiene tumores de mama y su antiguo dueño no la ha querido opinar. Es realmente cariñosa y tranquila, y, como el resto de animales de este centro, está buscando una familia. En su caso, para pasar sus últimos años de vida en el calor de un hogar que la quiera y la trate bien.

En este centro recogen a perros y gatos de los municipios cercanos. «Son animales abandonados, que aparecen en la vía pública, o que han sido incautados por la Comunidad de Madrid ante las condiciones en las que estaban», explica Beltrán. Cuando llegan al refugio, lo primero que se les hace es un tratamiento veterinario, con desparasitación, analítica completa, vacunas, etc. Y, por otro lado, el trabajo administrativo de inscripción del animal. «Pasan unos días en cuarentena para comprobar que no traen ningún virus oculto que comprometa la salud de otros animales», añade la directora del centro. «Una vez pasado este tiempo, el perro o el gato pasa al proceso de adopción», dice. Y este es, realmente, un proceso «muy sencillo». «Citamos a las familias completas: niños, abuelos… las personas con las que vaya a convivir el animal, y tenemos una conversación sobre la vida que hacen y vamos viendo qué animal es el que mejor se adapta», señala la directora. Si bien la elección final es de la familia adoptante, desde el centro siempre aconsejan porque son, en definitiva, quienes conocen a estos animales, sus características y sus necesidades.

«Generalmente las familias se dejan aconsejar, aunque siempre vienen con una idea acerca del tamaño del perro y la edad», afirma Beltrán. Y es que cada perro o gato tiene características para adaptarse a su nueva familia. «Cuando son cachorros nos sigue interesando el tamaño que tendrá de adulto, pero es difícil de saber cuando se trata de un perro mestizo», explica. «Se puede intuir, pero no se puede asegurar al 100%». Por este motivo, la directora aconseja que, si la familia quiere un perro de determinado tamaño, tiene que ser un adulto. Del mismo modo, si la familia quiere un perro tranquilo, lo ideal sería un «abuelo». «El problema de los abuelos es que van a vivir menos, pero la verdad es que cuando hablamos con las familias, y ellos ven que pueden encontrar en esos perros tranquilidad y cariño, y que además le estás regalando al animal los últimos años de su vida en familia… eso no tiene precio», subraya. «Es muy gratificante ver a un abuelo vivir tranquilo con una familia. No importa tanto los años de vida que le queden al animal, porque lo mismo piensas que va a vivir un año y vive 4, sino la calidad de vida que le des y lo que él te aporta a ti», continúa. Y es que, a veces, «un perro o un gato que vive 3 o 4 años en tu casa y te aporta muchísimas cosas que no habías experimentado antes».

Estos animales acaban por ser uno más de la familia, y cada vez son más las personas que optan por la adopción. «Los países económica y culturalmente más avanzados tienen una conciencia cada vez mayor sobre las ventajas de vivir con animales domésticos y del bienestar que producen en la familia», dice Paloma Martín, consejera de Medio Ambiente, Vivienda y Agricultura de la Comunidad de Madrid. «Cada vez son más los madrileños que se animan a acoger temporalmente o adoptar un perro o un gato en nuestra región, de hecho, en 2020 se logró el mayor número de adopciones hasta la fecha con cerca de 8.000 adopciones gracias a la solidaridad de las familias madrileñas. Desde la Comunidad de Madrid entendemos la importancia del cuidado animales desde una doble perspectiva: desde la defensa y protección de los mismos y promoviendo su tenencia responsable que supone cuidarle, identificándole y dándole la atención veterinaria que le corresponde», asevera.

Animales con hisoria

En el Centro Integral de Acogida de Animales de Colmenar Viejo acogen perros y gatos de los que, a veces, es posible conocer sus historias, pero de otros no. Cieguito, por ejemplo, «es un perro que malvivía con otros 25 en una especie de finca de personas que acumulaban animales» comenta Beltrán. Todos ellos estaban expuestos a distintas enfermedades, y unas veces comían y otras no, hasta que llegó el momento en el que la Administración decomisa a estas personas y los perros llegan al centro. Cieguito es, junto a otra compañera el único que falta por encontrar una familia. «Es miedoso por todo lo que ha vivido y, el hecho de que apenas vea, hace que sea más desconfiado», comenta la directora. «Si imaginamos lo mal que lo tuvo que pasar para sobrevivir con su ceguera, nos damos cuenta de que es todo un superviviente», añade. Con las personas se deja querer, pero no suele acudir a pedir caricias. «Con lo que si disfruta es con la comida, ¡es todo un glotón!», exclama Beltrán.

Cada uno de estos animales ha vivido una historia como la de Cieguito. «La mayoría de las personas vemos a los animales como seres sintientes y un miembro más de la familia», dice. Pero, para otros, «son herramientas de diversión, como los que se utilizan para la caza»”, concluye. Por ello, desde este centro buscan siempre personas que quieran adoptar, pero también dispuestas a ser familias de acogida para abuelos y cachorros que necesiten estar con una familia hasta que estén vacunados del todo y puedan entrar en el albergue.

Reina es un caso similar. Ella pertenece a una rehala de perros destinados a la caza mayor, a quienes los cazadores «alquilaban» cuando les hacía falta. El resto del tiempo, los perros como ella lo pasaban casi siempre atados y en pésimas condiciones. «Los más de 100 animales que había estaban deshidratados, anémicos, sin apenas agua ni comida y rodeados de los cadáveres de sus compañeros», explica la protectora, la cual se ha hecho cargo de la atención veterinaria que necesitaban, pues algunos de ellos tenían leishmania. «Reina es muy simpática y bastante juguetona. Cuando vamos a sacarla corretea y salta a nuestro alrededor de alegría, aunque en los paseos va muy tranquilita. Es una perra muy rica y esperamos que aparezca pronto una familia que la trate como lo que es… una reina», añaden. También necesitan familia de forma urgente para Blindye, una gatita ciega y, además, algo sorda por su avanzada edad. Tiene, además, inmunodeficiencia felina. A pesar de todo, desde el centro no pierden la esperanza con ella. «Sabemos que Blindye tiene difícil encontrar una familia, tiene demasiados hándicap en su contra, pero es una gata cariñosa y sociable que, además, en cuanto conozca su nueva casa podrá vivir muy feliz porque se adapta bastante bien. Solo le hace falta un entorno seguro», dice.