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La fe de Lola, mayordomo de la Hermandad de los Gitanos: «No cambio por nada el traje de nazareno»

Después de dos años de silencio, Los Gitanos volvieron ayer a las calles: «No se piensan cosas banales. Si tienes que llorar, llora»

Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del Carmen
Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del CarmenDavid JarLa Razon

«Dijo una voz popular: Quién me presta una escalera para subir al madero a quitarle los clavos a Jesús el nazareno». Comienza así la saeta que se ha entonado durante años en parte de las hermandades de los Gitanos de toda España. La ha cantado desde Joan Manuel Serrat hasta Rocío Jurado. Y una vez más regresó ayer, Miércoles Santo, a los corazones de todos los que acompañaron al Cristo de los Gitanos de la capital.

Fue en 1995 cuando la tradición de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Salud y María Santísima de las Angustias (Los Gitanos), nacida en Sevilla, se instauró en Madrid. Sin embargo, no fue hasta el Miércoles Santo de 2000 cuando se efectuó la primera estación de penitencia, con un solo paso, el del Jesús de la Salud, y tras la antigua cruz de guía de la hermandad de Sevilla. Y allí estaba, hace 22 años, Lola Martínez, actual mayordomo de la hermandad y quien procesiona como nazarena desde aquel primer año que salieron a la calle. «Desde entonces solo he ido cambiando de número», dice a LA RAZÓN. Y es que, cada uno de los nazarenos que acompañan las imágenes tiene asignado un número a su puesto: cuanto más pequeño sea este, más cerca se coloca el nazareno del paso.

Ahora Lola se sitúa en la manigueta de la Virgen, ataviada con una túnica blanca con cíngulo y botonadura de color morado. Los guantes, medias y la capa son blancas, mientras que el antifaz que cubrió su rostro este Miércoles Santo durante todo el camino –desde la plaza de la Salud hasta Atocha, y vuelta– es de terciopelo morado. Para Lola, «la experiencia es maravillosa», ya que en cada uno de los pasos que se dan en este recorrido suponen «un momento muy especial para la persona que está dentro del traje de nazareno».

Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del Carmen
Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del CarmenDavid JarLa Razon

El recorrido dura más o menos unas cuatro horas. «Depende de cómo caminen los pasos, que son los que llevan el ritmo», dice Lola. Tiempo más que suficiente para, mientras se acompaña, en este caso, a la Virgen, a la que sigue la Banda Sinfónica La Lira de Pozuelo, reflexionar y entrar en un estado de absoluto recogimiento. Así, en medio del tumulto de las calles, se consigue «un momento de absoluta interioridad, en el que, con cada paso, te da tiempo de pensar mucho». Por otro lado, Lola señala que también «vas viendo la cara de la gente, conectas con sus propios momentos de fe, oyes algunos comentarios…Todo eso llega muchísimo y queda en el recuerdo».

«Yo no puedo nada más que hablar de una sensación muy especial», asevera Lola. De hecho, también sale en la procesión de la Virgen del Carmen con mantilla, pero no lo cambia. «Prefiero salir de nazarena antes que ir con mantilla. Vas con la cara destapada y es otra cosa», explica. «La gente se acerca, te hace fotos… yo prefiero vivirlo desde el recogimiento», añade. De hecho, ese anonimato y solemnidad del traje de nazareno ofrece la posibilidad de vivirlo de una manera que permite «acercarse un poco más al Señor». Pero, también, para reencontrarse con uno mismo. «Es una sensación de un momento muy especial porque estás contigo misma. Y no se piensan cosas banales. Si tienes que llorar, lloras. No te va a ver nadie. Para mí es una sensación realmente especial de recogimiento y de pensar en cosas que, en otras circunstancias, no piensas», asegura.

«El traje es el símbolo de la hermandad, lo que nos identifica realmente como nazarenos», apunta Lola. En el antifaz y sobre el pecho, de hecho, se luce el escudo bordado en el que se presenta un león rampante delante de la cruz. Sobre todo ello, un capelo, símbolo de San Jerónimo el Real, titular de la iglesia a la que se encuentra vinculada la hermandad. También en la parte superior del brazo izquierdo se encuentra bordado, en el interior de un círculo, el escudo de la hermandad. Esto es todo lo que pueden llevar los nazarenos, estando prohibidos los anillos y otros complementos, a excepción de las alianzas de boda.

Después de la pandemia, la Hermandad de los Gitanos de Madrid volvió a salir ayer a la calle tras dos años sin poder a hacerlo. De manera que fue el reencuentro con ese momento de interioridad abierta, de solemnidad y devoción. Al contrario que los costaleros, que deben soportar el peso de los pasos sobre las cervicales, «los nazarenos no tenemos ensayos como tal», apunta Lola. Para salir tan solo es necesario que el diputado mayor del gobierno de la hermandad, que es quien organiza la cofradía, organice los tramos dependiendo del número que le corresponda a cada uno de los participantes: a mayor antigüedad, más cerca se camina de los pasos. Así, como dice la saeta, como «cada primavera, anda pidiendo escaleras para subir a la cruz».

Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del Carmen
Lola con el traje de nazareno caracteristico de esta hermandad en la Parroquia del CarmenDavid JarLa Razon