Protagonistas

Cuando la devoción se demuestra bordando: el taller de la Hermandad del Silencio

Tras dos años de pandemia y uno más, 2019, por la lluvia, El Silencio tomó ayer el centro de la ciudad. Con broches y ropa salida de este taller

Adrian y Sonia, diseñador y jefa de taller de la Hermandad Procesion del Silencio
Adrian y Sonia, diseñador y jefa de taller de la Hermandad Procesion del SilencioDavid JarLa Razon

Llevaban años esperando el momento de hacer la Estación de Penitencia ante el Santísimo en la Catedral de la Almudena, ya que el Viernes Santo, que es cuando solían procesionar, era inviable por la cantidad de cofradías que hay en la calle. Sin embargo, este Domingo de Ramos han podido acudir hasta la catedral para rezar ante el Santísimo expuesto en ella. «Responde un poco a la historia de la hermandad, ya que en los años 40 organizó también una procesión de las palmas en Domingo de Ramos, así que se consideró que esa referencia histórica justificaba un poco la elección de ese día», explica José Manuel Morena, hermano mayor de la Hermandad del Silencio. «Somos la única hermandad que sale de su sede, llega a la catedral y vuelve a su sede haciendo un recorrido bastante largo», explica.

La Estación de Penitencia en la catedral es algo que en Madrid no es demasiado habitual, pero sí lo es en otras ciudades de España. Consiste en acudir a la catedral y allí pasar todos los nazarenos y la presidencia ante el Santísimo y hacer una oración breve. Pero esta no ha sido la única novedad que han llevado a la calle este año. La imagen de Nuestro Padre Jesús del Perdón fue ayer acompañada de dos imágenes secundarias: un centurión romano y quien está flagelando a Jesús. Se iban a estrenar el año pasado, pero como no hubo procesiones, esta ha sido su presentación oficial.

Adrian y Sonia, diseñador y jefa de taller de la Hermandad Procesion del Silencio
Adrian y Sonia, diseñador y jefa de taller de la Hermandad Procesion del SilencioDavid JarLa Razon

Aunque las grandes novedades de este año se han tejido en el taller propio de la hermandad, donde se han elaborado los broches para los faldones del paso, bajo diseño de Adrián López Álvarez, uno de los miembros de la hermandad. Se ha estrenado también la ropa del cuerpo litúrgico, es decir, los acólitos que van acompañando el paso.

La iniciativa de este taller se puso en marcha hace cinco años para elaborar distintas piezas del patrimonio de la hermandad, de la mano de varios miembros de la misma. Lo primero, el estandarte. También las vestimentas de la Virgen, los broches, la ropa de los acólitos… Sonia, jefa del taller, ha elaborado estas vestimentas junto a su madre, también miembro de la hermandad, y de manera «un poco autodidacta». «Seguimos aprendiendo poco a poco», apunta. «Empezamos hace unos años y ya tenemos el estandarte de la hermandad, ‘el bacalao’, la ropa de los hermanos, la saya de la Virgen, que casualmente la lleva ahora mismo», muestra. «Actualmente estamos bordando el senatus, que supongo que estrenaremos el año que viene», añade. Para elaborar las vestimentas se han inspirado en las dalmáticas, un tipo de túnica que no se puede utilizar en Madrid desde hace unos años. Van confeccionadas en terciopelo morado y en brocado malva y dorado. Lleva galones, ademanes, cordones… pero lo más significativo es la cruz que ocupa toda la pieza, dentro de la cual hay otra más pequeña bordada en terciopelo y tisú de oro. «Es una cruz dominica, ya que la hermandad está vinculada a la Orden de Predicadores», explica Sonia.

Adrián, por su parte, explica que entre este conjunto de novedades que se ponen en la calle después de tres años –dos de pandemia y la lluvia de 2019 les impidió salir–, la más importante es la insignia de lo que los cofrades llaman «bacalao», que es el estandarte corporativo. «Lo llamamos así porque es una bandera recogida con un cordón que tiene forma de pez», dice Adrián. El diseño está inspirado «en las piezas de bordado español de los siglos XVI y XVII, como las que se pueden ver en el monasterio de El Escorial, la catedral de Toledo, etc., que representan lo que se conoce como la primera edad de oro del bordado en oro. La segunda es desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, en los que estamos viviendo un auge de este tipo de artesanía».

El diseño del bacalao representa el escudo de la hermandad sobre una cartela que está extraída de uno de los escudos de Madrid más antiguos que se conservan, el de la Villa del siglo XVII. A su vez, las flores que lo rodean se unen por unos lazos que simbolizan la unión de todos los hermanos en torno a la hermandad. Todo ello sobre terciopelo morado. «Una vez se hace el diseño hay una parte importantísima que es la interpretación del dibujo para dar realce al mismo», apunta el diseñador. «En este caso ese trabajo lo hace Sonia, que es la persona que coordina el taller de bordados y la que tiene la mayor capacidad técnica». Y es que cada pequeña pieza del dibujo, cada hoja, cada flor, se hace en un bastidor aparte y, una vez están terminadas será cuando se coloquen todas. Es un trabajo extremadamente laborioso.

Compromiso de ayudar a los necesitados

Como en otras muchas hermandades que a lo largo de esta semana saldrán a las calles de la ciudad de Madrid, en la del Silencio (que procesionó ayer) están muy centrados en la labor social que ejercen durante todo el año, ya sea ayudando a personas y familias en dificultad o abordando iniciativas más ambiciosas como la financiación de un proyecto de investigación de Uno entre cien mil contra el cáncer infantil. A raíz de la pandemia han puesto en marcha el banco de alimentos Padre Félix Gil, que gestiona la propia hermandad.