A pie de barrio
“El Ángel del Jardín, así es la floristería más antigua de Madrid
Elsa Valverde y Mercedes Rodríguez desvelan a LA RAZÓN los detalles del negocio, que se puso en marcha en 1889
Apenas la distancian unos pasos de la céntrica Plaza del Ángel. Allí, entre la calle de las Huertas y la calle Atocha, se alza la iglesia de San Sebastián, la cual carga ya a sus espaldas con más de cinco siglos. En la parte trasera, donde se encontraba el cementerio, –en el cual descansaban los restos de personalidades como Lope de Vega o Ventura Rodríguez– se alza la que es, a día de hoy, la floristería más antigua de Madrid, la cual comenzaba su andadura en 1889 con el nombre de ‘El Jardín del Ángel’. Este lugar es un pedazo de la historia de Madrid que, sin embargo, estuvo a punto de cerrar tras la pandemia. Pero hoy, gracias al trabajo de sus nuevas dueñas, Elsa Valverde y Mercedes Rodríguez, florece de una manera firme: con unas raíces bien asentadas en el pasado histórico del negocio y en su propia experiencia en el sector de la floristería y la botánica, y la vista puesta en el futuro, abierta a las nuevas tecnologías y a las exigencias del mundo de hoy.
“Esta locura”, como la reconocen las socias, “comenzó hace cinco años, cuando Merce y yo nos conocimos”, relata Elsa a LA RAZÓN. Mercedes tenía una floristería familiar en Canillejas, donde Elsa, bióloga, comenzó a trabajar cuando acababa de salir del Jardín Botánico. Desde el primer momento se compenetraron como si se conocieran “de toda la vida”. “Cuando Merce dice ‘se me ha ocurrido una locura’, según lo está diciendo, yo ya sé que vamos a ir a por ello”, apunta Elsa. “Si sale bien, es estupendo, pero cuando no nos echamos la culpa la una a la otra”, bromea Mercedes.
En los últimos años, los anteriores gestores del ‘El Jardín del Ángel’ habían labrado una serie de desavenencias con el dueño del lugar: el Arzobispado de Madrid. Y es que prácticamente se habían sustituido las plantas por souvenirs para turistas y las cámaras para flores cortadas por neveras de refrescos. Se había convertido “en cualquier cosa menos en una floristería”, enterrando el carácter histórico del negocio. Finalmente se colgó el cartel de liquidación por cierre, y, justo en aquel momento, Elsa y Mercedes estaban buscando local por el centro de Madrid. “Lo tuvimos claro”, dicen. “Cuando entramos aquí supimos que tenía que ser esta, porque, aunque estaba muy descuidado, lo cierto es que el lugar tiene un potencial infinito”. Tanto, de hecho, que el Arzobispado ha recibido numerosas ofertas para hacer de él un restaurante, un bar de copas… “Pero tiene licencia protegida, así que solo puede ser una floristería”. Y tal fue su empeño que, al final, consiguieron la explotación del negocio.
Su plan era volver a recuperarlo como floristería, respetando su esencia y, de hecho, haciendo de ella una de las mejores de Madrid. Hicieron un guiño a este pasado con el nuevo nombre de ‘El Ángel del Jardín’ y llenaron el lugar no solo con plantas, sino con todo su conocimiento. “Hacemos un buen tándem porque nos complementamos muy bien: Merce es capaz de hacer cualquier cosa que le pidas con flor cortada, y yo sé mucho más de plantas, así que no solo vendemos, también asesoramos”, explica Elsa. “Ahora mismo en Madrid no hay nadie que tenga el frontal de semillas que tenemos aquí, ni esta variedad de plantas tampoco la tiene nadie”.
Sin embargo, reconocen que el camino no ha sido fácil. “Esto es un sueño cumplido, pero nos ha pillado en una época muy complicada por la pandemia, después Filomena…”, explica Elsa. De hecho, después de terminar la obra del local, que coincidió con el fin del confinamiento, “estábamos sentadas debajo del jardín vertical que tenemos fuera. Todo Madrid estaba vacío, y nos mirábamos en plan ¿dónde nos hemos metido?”. Y, después, llegó Filomena. Después de haber invertido una gran cantidad en las reformas del local, resultó que “la estructura estaba deteriorada porque nadie la había tocado nunca, así que tuvimos que cambiar los cristales, el tejado completo, el suelo… En definitiva, sin cambiar la estructura hubo que hacer una obra muy grande”.
Pero, a pesar de todo lo ocurrido, hay un enorme compromiso en estas dos mujeres hacia este local que va mucho más allá de tener un negocio y es volver a recuperar un lugar que no solo da esa felicidad de vender flores y plantas, sino que también es una auténtica joya en el centro de Madrid, continuando con una tradición de varias generaciones. “Es un trabajo y una responsabilidad”, afirman. “Son más de 300 metros cuadrados de tienda, tanto interior como exterior, y llenar eso y que esté atractivo, cuidado, es complicado. Lleva muchísimo trabajo porque, al final, estás tratando con seres vivos”, asevera Elsa.
Por el momento, el esfuerzo está dando sus frutos, “pero poco a poco”. El pasado mes de diciembre entraron en la selección de los locales centenarios promovida por el Ayuntamiento de Madrid, y ha sido mucha la atención que han recibido no solo por parte de las instituciones, sino también por los vecinos. “No paran de decirnos que ya hacía falta que se le dieran un poco de cariño al lugar”, aseguran. “Además, intentamos que, aunque tenga este carácter centenario, la floristería esté actualizada”, dicen. “Hacemos envíos, estamos poniendo en marcha la página web y estamos muy implicadas con mostrar la floristería en las redes sociales, no solo lo que vendemos sino también lo que ha sido nuestra andadura durante este tiempo”. Además, imparten talleres en el local, pero, sobre todo, lo que no han dejado de hacer es formarse ellas “para estar al día”.
“Creemos que estar aquí es algo que nos debía la vida tanto a Merce como a mí”, dice Elsa. “Después de tantos problemas, es un auténtico sueño poder venir aquí cada día a trabajar. Hay días que abrimos la puerta y no nos lo acabamos de creer. Pensamos que es imposible, que no es real que estemos aquí”. Y es que, aunque hayan pasado por situaciones tan complicadas como una pandemia y la nevada más grande que se recuerda en Madrid, no cambiarían por nada la decisión que tomaron. “Con pandemia, con Filomena y con las 14 veces que nos han intentado robar, volveríamos a hacerlo una y otra vez”, asegura Mercedes. “‘El Ángel del Jardín lo merece”.
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