Entrevista
Miguel Durán: “Proponemos cuota cero para los que se incorporen al ICAM los tres primeros años”
El exdirector de la ONCE aspira al decanato del Colegio de Abogados de Madrid y defiende que es hora de que la institución “se moje” exigiendo la reforma de la Administración de Justicia
Miguel Durán es uno de los siete candidatos que se postulan para sustituir a José María Alonso como decano del ICAM. El ex director general de la ONCE esgrime su experiencia en la gestión empresarial y en el impulso de «grandes logros sociales».
Si es decano, ¿cuál es la decisión más urgente que adoptará?
Lo primero que haré será dirigirme por todos los medios a mi alcance a todos los miembros del ICAM para hacerles partícipes de todas nuestras medidas y promover una encuesta exprés a fin de saber qué consideran prioritario de todas ellas. Pero al mismo tiempo, también iniciaré la interlocución con el CGPJ para abrir un diálogo sobre todo lo que afecta al status de los profesionales de la Abogacía como representantes del derecho de defensa.
¿Cómo se puede gestionar de forma más eficiente el ICAM?
El presupuesto del ICAM puede gestionarse mucho mejor suprimiendo partidas superfluas o súper infladas, que no es fácil resumir aquí. Por ejemplo, alguien me tendría que explicar qué suponen 50.000 euros en el Golf. Pero el ICAM sí puede mejorar su presupuesto desde la perspectiva de los ingresos, por ejemplo, logrando patrocinios de grandes empresas para la formación de los miembros del Colegio.
¿El Colegio tiene una deuda con el turno de oficio?
El turno de oficio está bien gestionado por los y las profesionales que se encargan de ello como trabajadores. La deuda la tienen los gobernantes del Colegio que no han sabido sentarse con las autoridades del Gobierno y la Comunidad para mejorar, incrementándolas, las partidas económicas destinadas a sufragar los honorarios de las personas que están inscritas en el turno. Hay que reformar la Ley de Justicia Gratuita para que empecemos por cambiar el concepto indemnizatorio que tienen las retribuciones a los miembros del turno de oficio y que se hable abiertamente de honorarios.
Pese a ser el Colegio con más colegiados, el desapego hacia la institución es notorio y se plasma en la baja participación. ¿A qué lo achaca?
A la incuria política y gubernativa de quienes han ocupado hasta ahora y recientemente las Juntas de Gobierno, que no se han preocupado de los miembros del Colegio más que en los periodos electorales.
¿El Colegio debe tener más presencia en la sociedad? ¿Cómo?
Naturalmente, pero para conseguirlo, lo primero que hay que tener es un conjunto de cosas que transmitirle que interesen a la ciudadanía. Por ejemplo: nosotros postulamos que el colegio se moje de una vez y para siempre exigiendo una verdadera reforma en profundidad de la Administración de Justicia, para que la Justicia no sea tan lenta, para que sea, en suma, verdadera Justicia.
Las nuevas tecnologías son un permanente reto. ¿Es necesario mejorar la formación?
¡Claro que las tecnologías modernas (modernísimas), o sea, las que son el resultado de una evolución supersónica, merecen toda nuestra atención! Son una herramienta indispensable en el mundo de hoy. Nosotros sí que queremos realizar formación en este terreno para todos los miembros del Colegio, pero en especial para aquellas personas que, quizá por el hecho de tener más edad, tienen más dificultades de incorporación a esas tecnologías. Pero habrá que empezar por lograr que el propio ICAM mejore su situación, pues ni siquiera como institución está modernizada. ¿De quien es la culpa del fracaso con IBM, que era la compañía contratada para modernizar el Colegio, y cuyo fracaso ha tenido que acabar en los tribunales? Evidentemente, habrá que imputárselo a quienes han gobernado el Colegio hasta este momento, digo yo.
¿Es posible bajar las cuotas?
Nosotros hemos propuesto hacer minoraciones de las cuotas a lo largo de nuestro mandato. Proponemos cuota cero para quienes se incorporen al Colegio durante los tres primeros años. Esto beneficiará a los jóvenes esencialmente, que hay muchos que no se colegian por eso; pero también proponemos rebajarlas al 50% a quienes hayan pasado los 65 años. Sin embargo, lo más importante no es siquiera eso, la rebaja de cuotas, sino lograr que quienes la pagan se sientan a gusto pagándolas porque vean que su ICAM les resulta útil.
La labor social del ICAM con los colegiados de más edad o en dificultades para encontrar trabajo, ¿es suficiente?
No, esa labor ni siquiera existe, al menos de forma perceptible para los interesados. Además de bajarles las cuotas, creo que hay que desarrollar una atención personalizada, y nosotros crearemos el mecanismo suficiente para ello.
¿Qué falla para que el voto telemático sea una realidad?
No es una realidad porque no lo han querido desde la Junta de Gobierno saliente. El decano y su Junta, señaladamente quien se dice que es su protegido, el sr. Eugenio Ribón, no lo han querido, en mi opinión, porque le tienen miedo al incremento de la participación.
La conciliación es cada vez más complicada, ¿qué se puede hacer para avanzar en este terreno?
La conciliación no puede quedarse sólo en palabras. Todas las candidaturas defendemos eso; pero aquí lo importante es la credibilidad del candidato que resulte elegido y la de su equipo. Tengo una trayectoria acreditada como gestor de grandes empresas, como impulsor y realizador de grandes logros sociales, por ejemplo en el mundo de la discapacidad. Este reto me parece perfectamente asequible, con energía y también con realismo, sin demagogias baratas, porque para conciliar, lo primero que hay que hacer es conciliarse con todos los demás miembros de la Administración de Justicia.
Si no se presentara a las elecciones ¿a qué candidato votaría?
Seguramente a ninguno, porque no plantean cosas que me motiven. Unos porque no sé a qué viene que se presenten con sus propuestas, si no las han llevado a cabo cuando eran miembros de la Junta saliente; otras porque no confío en su capacidad de liderazgo; y otra porque tiene en los estatutos de la asociación que preside una norma que proclama la abolición de la colegiación obligatoria para ejercer, lo cual es como si un ácrata se postulase como presidente del Gobierno, o que los que quieren romper España, sin embargo, quieran gozar de las prerrogativas de estar en las instituciones.
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