Navidad
Fernando de Miguel: “El belenismo es una pasión que debe cuidarse”
El vicepresidente de la Asociación de Belenistas de Madrid habla sobre este año especial en el que el belenismo ha sido reconocido como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial
Han sido muchos años de tradición, de esfuerzos y, tal como asegura a LA RAZÓN el vicepresidente de la Asociación de Belenistas de Madrid, Fernando de Miguel, de “pasión”. Pero este 2022 es especial, porque el belenismo en España vive su primera Navidad como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial. Y lo hace porque esta asociación –fundadora de la Federación Española de Belenistas– reconoció hace cuatro años, con la nueva Ley de Patrimonio, que la actividad que llevaban a cabo podía ser reconocida como parte de la cultura española viva. “Entonces empezamos a preparar los trámites”, dice de Miguel, “y el 17 de julio de 2019 presentamos la petición al Ministerio de Cultura, adjuntando un estudio en profundidad sobre lo que es el belenismo, lo que hacemos, la historia…”.
Desde aquel primer paso, “han sido años de trabajo junto al Ministerio, preparando informes y documentación y, al final, en julio de 2022 salía en el Boletín Oficial del Estado el real decreto por el que se declaraba el belenismo como Manifestación Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial en España”. Y esto, para de Miguel, “es un hito histórico”, que, a partir de ahora, les permitirá estar amparados por el Plan Nacional de Salvaguarda del Patrimonio Cultural. “Es muy importante, estamos muy orgullosos, pero no es un fin, sino un empezar nuevo”, subraya. “A partir de ahora todos los belenistas, que nos hemos ocupado de mantener el belén a lo largo de una tradición histórica traspasada de padres a hijos, debemos seguir haciéndolo, porque es un bien que reside en el pueblo, y que es el pueblo el que debe continuar”, explica. “Si no, desaparece. No es como un edificio que permanece, es algo que, para continuar, debe practicarse y cuidarse”.
Para de Miguel, si la tradición de montar la representación del nacimiento ha sobrevivido tantos años es porque, para muchos, es “una auténtica pasión”. “A mí me viene desde que era muy pequeño”, dice. Sus primeros recuerdos ligados al Portal de Belén se remontan a cuando tenía “cuatro o cinco años”, y todos ellos son junto a su padre. “Salíamos cada año a recoger la escoria para hacer montañas”, recuerda. Es, por ello, una pasión muy vinculada a los recuerdos felices de la Navidad que hace que “quienes formamos parte de la Asociación de Belenistas de Madrid estemos aquí de forma voluntaria, porque queremos difundir cómo el belenismo es una tradición ancestral que tenemos que conservar tanto por su valor histórico como artístico, porque es capaz de representar, de múltiples maneras, de una forma plástica lo que es la representación cristiana de la Navidad”.
En este año tan especial para la asociación han montado, entre el 6 de noviembre y mediados de diciembre, 23 belenes y 7 exposiciones en la Comunidad de Madrid. “Ha sido un mes y medio maratoriano”, reconoce de Miguel. Sin embargo, el trabajo que hacen comienza mucho antes, porque hay todo un proceso que dura casi un año para conseguir más de una veintena de belenes diferentes, cada uno con su propio simbolismo. “Nos sentamos en el mes de febrero, cuando ya han acabado las fiestas navideñas, para ponernos manos a la obra otra vez”, relata. “En primer lugar, estimamos los belenes que vamos a poner y cómo lo vamos a hacer, si tenemos que construir nuevas piezas…”, explica. Así, en función de cada espacio van diseñando las escenas, si bien hay tres que “nunca pueden faltar”: la anunciación a los pastores, la natividad y la llegada de los Reyes Magos. Después, se decide “si va a ser un diseño hebreo, vanguardista, castellano… En cada sitio lo decidimos en función de lo que hayamos hecho en años anteriores”, apunta. “Procuramos que ningún belén, año tras año, sea igual. Buscamos la novedad de tal forma que quien venga a verlo siempre tenga la expectativa”, explica.
Este año, además, completan la muestra de nacimientos con exposiciones que se acercan al mundo del belenismo. “En Arganzuela, concretamente en el Centro Cultural la Casa del Reloj, hemos hecho la exposición ‘La inspiración está en el arte’, que parte de un estudio de cómo los artistas que realizan las figuras de los belenes se fijan para ello en cuadros del Museo del Prado, de grandes pintores de todas las épocas”, explica de Miguel. “Hemos visto que teníamos varias figuras que se identificaban perfectamente con diversos cuadros, y en la exposición mostramos las figuras y el cuadro en el que está inspirada”, añade. Por otro lado, en la Junta Municipal del Distrito de Tetuán han hecho una exposición inspirada en la Virgen María, “y en el Colegio de Médicos tenemos una exposición sobre belenes del mundo: Alemania, Perú, Ecuador… en la que el espectador va a poder reconocer cómo se representan las escenas que todos conocemos, pero con distintas expresiones culturales”. Además, en el Museo de la Ciudad de Torrejón de Ardoz han montado la exposición ‘Nuestro patrimonio es su luz’, en el cual se representan escenas típicas de los nacimientos en edificios emblemáticos del Paseo de la Luz de Madrid, como la Puerta de Alcalá o la fuente de Cibeles.
“En todos los belenes incluimos algún tipo de simbolismo”, dice de Miguel. Y, si hay uno que este año está cargado de guiños y motivos para la reflexión, ese es el que han montado en la Puerta del Sol, con sus 155 metros cuadrados y casi 300 figuras. “Hemos tardado cinco días, 40 personas diferentes trabajando 12 o 13 horas diarias”, asegura. Y lo han hecho para lograr un belén inmersivo, en el cual el espectador pueda hacer un recorrido sosegado y tranquilo en la búsqueda de ese simbolismo.
Lo primero que encontramos es a San Isidro Labrador. “Es un anacronismo”, señala de Miguel, “pero lo que tratamos es de hacer un guiño a nuestro patrón en los 400 años de su canonización”. Y lo han hecho representando uno de los milagros que se le atribuyen, que es cuando él se ponía a orar, y los ángeles labraban el campo mientras él rezaba. “También está la famosa azada de la que brota la fuente de san Isidro”, apunta. Al seguir recorriendo el belén encontramos, las típicas escenas bíblicas, desde la anunciación hasta el sueño de san José, la visitación… Y, entre ellas, una casa en ruinas con una pequeña tela azul y amarilla que sobresale de una de las ventanas. “Hemos hecho un arco medio derruido en recuerdo de Ucrania, que sufre ahora mismo las consecuencias de la guerra, pero también como representación de todos los conflictos que ahora mismo vive el mundo. Es nuestra forma de decir ‘nos acordamos de vosotros’”, afirma.
En este belén hacen también un guiño al cultivo tradicional de España de la vid, el trigo y el olivo, y han incluido unos bancales que representan la agricultura heroica que se lleva a cabo en distintas partes de España. “Otra simbología es la de no incluir el castillo de Herodes, porque simboliza el poder y la dominación. Este año hemos puesto en lo alto al pueblo hebreo, un pueblo humilde que tiene el protagonismo que requiere”, explica de Miguel.
Llega casi el final del recorrido. Hay dos Reyes Magos, pero falta la escena más importante: la natividad. “Hemos intentado meter al espectador en el belén, y que pase dentro de una gruta en busca de esta escena”, señala. Además, han creado esa cueva en conmemoración de san Francisco de Asís y esa primera representación que hizo del nacimiento de Jesús. Al entrar encontramos la anunciación a los pastores y al Rey Mago que antes parecía faltar. Pero no es el final. Después de la escena alegre del nacimiento, el belén de la Comunidad de Madrid trae consigo un recordatorio en formato de una preciosa imagen que habla por sí sola: “detrás de un cenote del que cae agua, vemos a lo lejos a José, María y el niño huyendo a Egipto”. Una escena donde queda subrayada la soledad de la huida y que, de pronto, devuelve a la mente del espectador una imagen vista pocos minutos antes: la de un arco derruido.
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