Teatro

La vida, la casa y el corazón de Anna Magnani en Madrid

LA RAZÓN habla con Arantxa de Juan, quien interpreta a la italiana desde lo más profundo de su ser

Entrevista a la actriz Arantxa de Juan que realiza la obra escrita por ella, Magnani Aperta, en su propio domicilio como escenario de la obra.
Entrevista a la actriz Arantxa de Juan que realiza la obra escrita por ella, Magnani Aperta, en su propio domicilio como escenario de la obra.Jesús G. FeriaLa Razon

“Las mujeres que nos reímos a carcajadas seguimos siendo peligrosas”. Rompedora entonces y ahora. Después de cuatro años de éxito, tras haber llevado “Magnani Aperta” a Roma y Nueva York, la obra tuvo que cancelarse el 7 de marzo de 2020 debido a la pandemia. Ahora vuelve para despedirse definitivamente, la Casa de “la Magnani” en Madrid se ha vendido y la creadora y actriz de esta joya teatral, Arantxa de Juan, no quiere irse sin ofrecer, por última vez, la oportunidad de revivir esta experiencia.

La obra podría considerarse una experiencia inmersiva, pues el espectador se encuentra dentro de la propia casa de la Magnani, respirando sus tragedias, sintiendo sus miedos y compartiendo sus reflexiones. “Magnani Aperta” cuenta los últimos momentos de Anna Magnani en su casa antes de irse al hospital, donde murió a los pocos días. Auténtica, sin pelos en la lengua y excéntrica. Así era la actriz a la que Arantxa de Juan da vida. Y si algo queda claro desde el momento que da comienzo la obra es su amor por Roma. No le gustaban los aviones ni se presentó a recoger su Óscar, prefirió celebrarlo en su ciudad eterna.

Es tragedia, es poesía, es amor, a veces humor, y es una oda a la supervivencia, que conviven en ese piso que amaba y atormentaba a la vez, rodeado siempre de lo que tanto le costó aguantar: la prensa. En la obra aparecen autores y directores de su época como Passolini, Visconti, Fellini o Tennesse Williams; así como productores y partenaires de Hollywood con los que tuvo que enfrentarse en los años 50 a causa de la brecha de género. Con Marlon Brando, Burt Lancaster o Anthony Quinn, Anna Magnani ya libraba batallas de diferencias salariales.

Entrevista a la actriz Arantxa de Juan que realiza la obra escrita por ella, Magnani Aperta, en su propio domicilio como escenario de la obra.
Entrevista a la actriz Arantxa de Juan que realiza la obra escrita por ella, Magnani Aperta, en su propio domicilio como escenario de la obra.Jesús G. FeriaLa Razon

Arantxa de Juan, quien decide asumir este riesgo con la misma intensidad y amor por el trabajo, ha contado a LA RAZÓN cómo ha vivido este viaje que, con certeza, no debe haberle dejado indiferente.

- ¿Cómo te cruzaste con este proyecto?

Hay cosas en las que interviene el destino. Yo he estudiado interpretación en Nueva York y en el año 1988 hice en la escuela una escena de “La Rosa Tatuada”. Mi profesor, que había conocido a Tennessee Williams, me dijo que era una pena que Tennessee Williams no pudiera verme porque yo era la nueva Anna Magnani. Muchos años después, en 2013, me fui otra vez a Nueva York a estudiar interpretación y mi profesora Susan Batson, coach de Nicole Kidman, Juliette Binoche y Oprah Winfrey o Lady Gaga, me dijo que yo tendría que interpretar a Anna Magnani. Cuando me lo repitió sentí algo que me animó a investigar sobre la vida de esta mujer y me pareció fascinante. Una mujer rompedora, valiente, honesta… Además, encontraba muchas similitudes en mí con ella a la hora de entender el trabajo y afrontar la industria, huir del glamour y abogar por la honestidad en el sector.

- ¿Qué sabías de la Magnani? En España no resulta muy conocida, concretamente para los más jóvenes

Yo soy profesora de interpretación y hay alumnos que no conocen a Marlon Brando. De italianos conocen a Sophia Loren y porque sigue existiendo. En general, por supuesto no todos, pero la gente joven se alimenta poco de la historia de la cultura. Aun así, es cierto que Anna Magnani no es una figura muy destacada en España, pero si te vas a Roma sigue apareciendo su cara en joyerías y en las calles, porque ella a día de hoy sigue siendo Roma.

- ¿Era una mujer avanzada en su época? Quizá eso le causó muchos problemas

Totalmente. Sobre todo en una época de Greta Garbo, donde todo era glamour, apareció como mujer del pueblo. Ese fue precisamente su atractivo, la fuerza, limpieza, honestidad y energía que Anna transmitía.

- ¿De dónde sale toda la documentación de la obra?

De biografías escritas en italiano. Yo tuve que aprender el idioma para leer sobre ella porque no había ninguna información en castellano. Compré todas sus biografías y con Google me dediqué a leer, ver sus películas y documentarme al máximo.

- ¿Qué se sabe de su relación con su hijo y la familia?

La relación con su hijo nunca se arregló. El hijo se crió en Suiza y cuando venía de vacaciones se encontraba con esa “mamma italiana” exagerada y excesiva, que lo abrazaba y besaba con efusividad y él, sin embargo, nunca entendió a su madre. De hecho, en la tumba, la dedicación del hijo fue: “A mi madre, que me enseñó lo que era la prudencia”. Exactamente lo contrario a lo que era ella. Me llamó la atención y me enfadé mucho con el hijo (risas). ¿Cómo se atrevió a ponerle este epitafio? Por otro lado, cuando hice la función en Roma conseguí localizar a la familia y hablar con su nieta, Olivia Magnani, y ella dijo que no querían saber nada de “la nonna”. La familia rehúye de ella, y eso que al hijo le dejó millonario, con un montón de edificios en Roma.

- ¿Cómo fue la experiencia de interpretar la obra en Roma y Nueva York?

En Roma fue un sueño. Nos pusimos de acuerdo el consulado de España en Roma y la Academia de España en Roma y conseguimos llevar allí la función. Abrir el balcón en San Pietro in Montorio y ver la ciudad, no sé explicar lo que fue para mí, rompí a llorar porque en mí estaba Anna. Ella tenía un vínculo muy fuerte con Roma, se sentía en casa. En su caso, era una persona muy desarraigada, con una familia desestructurada. La madre la abandonó con la abuela y se fue a Egipto a los tres meses de nacer, y a su padre no lo conoció. Por ello, encontraba en Roma su hogar.

En Nueva York fue muy especial porque fue un agradecimiento a mi profesora Susan Batson por recomendarme hacer este personaje. Pude hacer la obra en una casa en Nueva York y lo pudo ver Susan Batson, y además la interpreté en inglés. Ella estaba emocionadísima, diciendo que esta historia había que contarla y que no le extrañaba en absoluto su éxito en España. Desde luego fue un reto.

- ¿Qué has aprendido de este viaje?

Me ha dado valentía, ser honesta conmigo misma y saber tomar decisiones de acuerdo con lo que sentía. Con esta función intenté trabajar con dos guionistas y acabé despidiéndoles; intenté colaborar con dos directoras y también las despedí, porque yo inconscientemente sabía lo que quería contar. Y cuando intentaba trabajar con gente me ponían obstáculos en lugar de facilitar mi deseo. Si sigo haciendo esta función con este personaje que es tan de verdad, yo tengo que hacer lo mismo, me dije. Me ha dado muchísima fuerza. Yo conecté mucho con ella también con el sentido del humor, ella era imprevisible, cada vez que entra en el dolor sale con una carcajada, broma o ironía. Sabe reírse de sí misma. Cuando se venía abajo no se levantaba y su recurso era la cólera, por eso siempre decía: tengo mucho que agradecerle a mi cólera.

- Dada tu profesión como docente en la Central de Cine, ¿cómo ves el panorama actual español del teatro?

Lo primero es que acaban de aprobar el Estatuto del Artista, que esto es importantísimo para nosotros. Es una lucha de muchísimo tiempo y nadie valoraba nuestro trabajo intermitente a la hora de estar en desempleo. Es un paso crucial para los que formamos parte del sector. En cuanto al panorama nacional, está complicado, la gente está haciendo una función distinta cada día de la semana, se está muy desagarrado. Y, además, de alguna manera se buscan cabezas de cartel que son rostros televisivos, antes había más carne de teatro. El teatro es el gran superviviente y yo soy positiva, hay que buscarse las castañas del fuego y salir adelante.