Madrileñ@s

La actriz Suerte y su reflexión sobre el cuerpo: «Mucha gente lo está viviendo en silencio y con vergüenza»

La creadora de 28 años acaba de traer por primera vez a la capital su obra «Ya nunca tengo hambre», una confesión sobre los trastornos de conducta alimentaria (TCA)

Entrevista a la actriz Suerte
La actriz Suerte posa el pasado 20 de febrero en Lavapiés.David JarFotógrafos

Viendo «Antígona», del grupo de teatro de su universidad en Barcelona, Suerte (Jaca, 1996) pensó: «¿Qué estoy haciendo?». Qué estaba haciendo que no estaba encima del escenario. Y entonces se le ocurrió que al acabar su carrera de Medicina estudiaría Arte Dramático. Pero «la semilla ya se había plantado en su cerebro» y «no podía parar de pensar en ello». Se metió a cursarla de noche, compaginando las dos, y un año antes de terminarla ya comenzó a escribir una obra. Esa misma («Ya nunca tengo hambre) que acaba de ofrecer durante tres semanas en Madrid, en la Escalera de Jacob, que es una autoficción sobre los trastornos de la conducta alimentaria y que a la vez es una reflexión sobre el cuerpo, la alimentación, el amor.

Fue tan difícil porque estuvo tan lejos. Suerte, que de pequeña le interesaba mucho la literatura, el ballet; que vivió en Jaca hasta los 18 años, «una ciudad super pequeña», en la que «no había referentes»; que nadie de su familia dedicaba al arte –aunque ella cree que lo eran «internamente», que su madre «siempre ha sido actriz», se fue a estudiar a Barcelona. «En mi imaginario no existía la posibilidad de convertir el arte en una profesión. Y entonces decidí estudiar Medicina», –y se ríe cuando dice que sí, que es doctora.

Para Suerte hay muchos días «D» (y así lo llama en la obra) en las vidas de las personas: «Cuando de repente una verdad tuya te atraviesa, te das cuenta y ya no hay vuelta atrás», relata la artista y creadora de 28 años en una cafetería en Lavapiés.

Y el otro lado daba miedo. Por su autoexigencia, por la inseguridad de la vida del artista. «Me costó tomar la decisión. No me permitía poder fracasar, por las expectativas que el mundo había puesto en mí, que yo había puesto sobre mí misma. Siempre había sido una estudiante excelente», explica. Pero no podía con esa «contradicción interna». Así se lanzó a estudiar Arte Dramático.

Le tocó en un curso exponerse junto a otras 10 mujeres: cada una creaba su pieza. De ahí salió «Ya nunca tengo hambre», que estrenó en Barcelona y acaba de ofrecer en a la Escalera de Jacob en Madrid (del 5 al 26 de febrero), donde se trasladó hace un año Hicieron un «ejercicio colectivo de escucha interna». El de Suerte fue a través de la alimentación y de su físico. «Después de la pandemia, no paraba de ver todo el rato en Instagram el surgimiento del movimiento realfooding (comida real), la gente obsesionada por el deporte… Eso volvió a reverberar en mí. Y unos ejercicios del curso desbloquearon unos recuerdos de mi adolescencia en Jaca en lo que yo había tenido un TCA no diagnosticado, vivido en secreto».

Cree que fue «consciente en el momento», pero: «Eso se quedó metido dentro de un cajón y nunca volví a mirar allí. Hasta que me di cuenta de que estaba escribiendo una obra que hablaba sobre eso». Vio algo no resuelto y empezó a ir a terapia. «Entendí que todo eso que me estaba pasando no tenía que ver con la comida, no tenía que ver con el físico, tenía que ver con el amor. Fui bajando capas. Una era la del cuerpo: la validación del mundo frente a un físico normativo. pero, ¿por qué necesitas esa validación? Porque cada uno tiene su herida». Suerte se dio cuenta de que la belleza existe: «te atraviesa y te categoriza en la jerarquía social. Y piensas: «Necesito hacer lo que sea para tener esa aceptación. Siempre en búsqueda de la validación masculina, que se refleja en la obra».

Aunque dice que no quiere «saber nada de la medicina», es algo de lo que no se puede despegarse. En la obra utiliza terminología médica: «mis estudios le han dado a la obra una capa más», dice. Justo cuando escribía, estaba con la parte de psiquiatría: eso le dio más inspiración para crear.

Es autoficción, «pero hay dramaturgia: parte de heridas mías, otras de amigas… todas estiradas al extremo para que tenga un sentido artístico».

«Tenía la necesidad de que esta historia tiene que ser contada, porque mucha gente lo está pasando muy mal y que lo está viviendo en soledad y en silencio y con vergüenza, que es algo que nos pasa a todas realmente», reflexiona Suerte. «Cuando lo compartí con mis amigas –que son lo más– me dijeron: yo también, yo también, yo no he tenido TCA pero estoy fatal con mi cuerpo».

Cuenta Suerte que en una de sus actuaciones pensó arriba del escenario: «No quiero estar en ningún otro lugar más que aquí y ahora».

Una vida más «disfrutona» en Madrid

Suerte cuenta en una cafetería cercana a La Escalera de Jacob que se mudó a Madrid «por curro». «Aquí hay muchas más oportunidades allí. Todo se mueve aquí». Su experiencia la había tenido en Barcelona. Pero allí, «todo el teatro es en catalán, y si quieres entrar en el circuito teatral, tienes que ser cataloparlante. Yo hablo catalán perfectamente, pero no nací allí, no hablo el catalán de nacimiento». Cree que «allí estaba nadando a contracorriente». «Yo amo Barcelona y a los catalanes, son gente inteligente y super politizada, pero claro, la gente tiene unas ganas de vivir aquí en Madrid. Eso también me llamaba la atención: vivir una vida un poco más disfrutona». En menos de un año, ya le está surgiendo «proyectos increíbles».