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Comercio centenario

«Cierran comercios locales y abren cadenas. Se pierde la identidad»

La licorería de Mariano Madrueño se remonta a 1895 y resiste al cierre gracias a una apuesta por la experiencia y la familiaridad

Licorería centenaria Mariano Madrueño. David Jar David JarPHOTOGRAPHERS

Entre las callejuelas del casco antiguo de Madrid sobrevive un negocio que ha sabido resistir guerras, modas, crisis económicas y hasta el cambio de hábitos de consumo del siglo XXI. Se trata de Licores Madrueño, una licorería centenaria que, desde 1895, ha ido pasando de generación en generación. Empezó siendo una antigua fábrica de jarabes, anisetes y licores, por eso, desde que entras, además de ver su placa de reconocimiento por ser comercio centenario, se encuentran muestrarios de jarabes que se remontan a 1895, también barricas de vinos generosos y licores especiales de fabricación propia, libros de elaboraciones, muestrarios, un antiguo alambique y un recuerdo a lo que era la venta cara a cara, las catas, y el granel.

Licorería centenaria Mariano Madrueño. David JarDavid JarFotógrafos

Su origen viene de la familia de Mariano Madrueño y su pequeño taller de fabricación de jarabes y siropes para uso doméstico. Ahora ya son la cuarta generación al frente del establecimiento. «Al principio, todo era muy artesanal. Con el tiempo fuimos incorporando anises, licores e incluso ingredientes que hoy pueden parecer curiosos, como extractos para hacer refrescos de parrilla, que eran una especie de precursor de la Coca-Cola», explican.

Licores Madrueño vivió sus primeras décadas a la sombra de una España convulsa. «Hubo épocas muy malas. En tiempos de guerra el local fue requisado, y al volver, hubo que reinventarse. Por eso se potenció la fabricación de rones y anisetes de producción propia». La tienda no solo sobrevivió, sino que se consolidó como referente para los amantes del buen beber. Durante gran parte del siglo XX, fue habitual ver a los vecinos de Madrid acudir con frascos a comprar vino o vermut a granel. «A principios de siglo todo se vendía así. Era una tienda de barrio donde la gente venía con su botellita y rellenaba», recuerdan. Actualmente la venta se destina el 70% a vinos y el 30% a destilados. Disponen de alrededor de 1.800 de referencias de vino en defensa de la DO española, aunque también hay un pequeño espacio para Portugal o Italia. Además, sirven en online y a la hostelería, como a clásicos madrileños como De María, Casa Parrondo o Asador Real.

Licorería centenaria Mariano Madrueño. David JarDavid JarFotógrafos

Pero el gran cambio llegó en los años 80 y 90, cuando se introdujo una nueva visión más enfocada a la calidad, el maridaje y la diversificación. «Comenzamos a trabajar con destiladores de todo el mundo y a potenciar mucho más la comercialización de vinos con denominación de origen españoles. Nos dimos cuenta de que teníamos que adaptarnos al nuevo consumidor, más exigente y con ganas de probar cosas nuevas». Con los años, se amplía el catálogo, se diversifica el perfil de cliente y se abre un segundo local en el barrio de La Latina. «En la tienda de La Latina tenemos un espacio dedicado exclusivamente a actividades y presentaciones. Hacemos catas, degustaciones, incluso eventos donde el cliente elige el tipo de vino o licor que quiere conocer», detallan.

Adaptarse o morir

El nuevo milenio trajo consigo otro reto: el auge de las compras online. «Nos dimos cuenta de que las nuevas generaciones ya no compraban igual. Hoy muchos prefieren hacer el pedido por internet. Por eso apostamos también por el canal digital». Sin embargo, aseguran que la clave de su negocio sigue siendo la cercanía: «Nuestra diferencia está en el asesoramiento. Siempre tenemos una sumiller en tienda para guiar al cliente. Esa experiencia no la tienes comprando en un supermercado». De hecho, esa atención personalizada ha sido el mejor escudo frente a la competencia. «Lo que realmente valoran nuestros clientes, además de precios competitivos, es el consejo experto. La gente viene buscando algo más que una botella».

Licorería centenaria Mariano Madrueño. David JarDavid JarFotógrafos

Con el crecimiento de Madrid como ciudad global, también ha cambiado el perfil del cliente. «Ahora atendemos a peruanos, mexicanos, italianos, incluso japoneses y chinos. Lo curioso es que muchos de ellos vienen buscando productos nacionales, quieren probar vinos de aquí, entender nuestra cultura vinícola». Esta sensibilidad por las tendencias también les ha convertido en referencia para la alta coctelería. «Somos especialistas en siropes, en botellas específicas para cócteles y en etiquetas que no se encuentran fácilmente».

Y en un contexto donde muchos comercios históricos se han visto abocados al cierre por la presión inmobiliaria o la falta de relevo generacional, este pequeño bastión familiar sigue resistiendo. «La clave ha sido combinar lo mejor de antes con lo que exige el presente. «Aquí hay clientes que nos conocen desde hace décadas, que nos ven casi como de la familia». Sin embargo, son víctimas de los imparables cierres comerciales y la apertura de cadenas y «se está perdiendo la identidad».