Residuos
La gran aspiradora de la basura de los majariegos: tuberías subterráneas que transportan los residuos
Este sistema, que fue creado en Suecia y que opera en más de 30 ciudades en España, llega al 70% de la población de Majadahonda
En el parque Adolfo Suárez de Majadahonda se respira un aire limpio. A media mañana, algunos alumnos del Colegio Caude, contiguo al parque, aprovechan para hacer su clase de educación física. Debajo de los jardines se encuentra la central de residuos de Los Negrillos, una de las cinco que hay en el municipio madrileño. El olor y la suciedad no se perciben, como tampoco la forma en que llega la basura al depósito. Las bolsas de residuos que tiran los ciudadanos en unos buzones caen a un sistema de tuberías por las que son transportadas mediante aspiración –oficialmente se denomina recogida neumática de residuos. Esteban Domínguez, jefe de servicio de Medio Ambiente del Ayuntamiento, cuenta en las instalaciones de la planta de Los Negrillos que este entramado de cañerías se instaló en el año 1999. Este sistema, procedente de Suecia, está por casi toda la ciudad y llega al 70% de la población (72.548) de Majadahonda. «Entre número de habitantes y población atendida por neumática [el municipio] tiene el ratio más alto a nivel mundial», afirma Domínguez.
Los orígenes de este sistema se encuentran en la ciudad de Sollefteå (Suecia) en el año 1961. «Un señor puso un sistema para aspirar el polvo de un hospital. En los rodapiés del hospital colocó tuberías y tenía los aspiradores en salas», cuenta Domínguez, que lleva en el Ayuntamiento desde el año 2002, tres años después de que se implantara el sistema en la ciudad –con su primera central en el barrio de Arcipreste. «Y entonces, en un momento dado, se preguntó, ¿por qué si puedo aspirar polvo de un hospital no puedo aspirar los residuos de una ciudad?». En 1965, la Empresa Municipal de la Vivienda de Estocolmo encargó a Centralsug –empresa que más tarde cambió su nombre por el de Envac, que hoy recibe la prestación del servicio en Majadahonda– del primer sistema de recogida automática para una zona residencial de nueva implantación llamada Ör, en Sundbyberg, según recoge un documento para la Cámara de Comercio Hispano-Sueca, una asociación privada que fomenta relaciones comerciales y culturales entre los dos países.
Un entramado de tuberías subterráneas –de unos 50 centímetros de diámetro– recorre el municipio madrileño ubicado al noroeste de Madrid de 72.548 habitantes. En Majadahonda hay 5 centrales –y una sexta en construcción– que atienden al 70% de la población, según el Ayuntamiento. «Si hacemos un ratio número de habitantes por población atendida por neumática, somos el municipio que a nivel mundial tiene el ratio más alto. Nosotros tenemos 30 km de tubería. Barcelona tendrá muchos más kilómetros de tubería porque es una ciudad más grande. Pero el nivel de población que atiende en sus kilómetros de tubería es menor comparativamente con la población de Barcelona», afirma Domínguez. El Plan General de la Ordenación Urbana de Majadahonda dice ahora que cualquier urbanización que se desarrolle dentro de zona de influencia de neumática tiene la obligación de introducir la recogida neumática. «No se va a llegar al 100% de la población porque se ha pensado antes la ciudad que el sistema, pero sí todo lo nuevo», detalla Domínguez. España hoy cuenta con cerca de 70 instalaciones en servicio en 31 ciudades, según Envac.
Los ciudadanos tiran sus bolsas de basura en los buzones, que son las bocas que están en la calle. Estos son distintos a los grandes contenedores habituales: ocupan menos espacio y su funcionamiento hace posible que la basura no se acumule en la calle. El buzón tiene un espacio de almacenamiento que tiene un tope hasta que cae al sistema de tuberías. Al ser automático, cuando llega más o menos al 80% de capacidad, el sistema lo aspira. Algunos de estos buzones están ubicados dentro de las urbanizaciones de vecinos, y así «no tienen por qué salir a la calle a tirar la basura», dice Domínguez. La central de Los Negrillos aspira tanto los «Envases» como el «Resto» y pronto se añadirá el «Orgánico».
La aspiración funciona mediante un sistema de motores que está automatizado. «El programa tiene la orden de detectar cuándo hay un porcentaje de llenado cercano al 80% y aspira. Además, no lo mezcla, ya que no se aspiran todas a la vez», explica Domínguez, que añade que «se puede programar por estaciones, pues por ejemplo en Navidad hay más consumo». Estas aspiraciones se realizan con los cuatro motores que cuenta la central. «Lo que hace el sistema», prosigue Domínguez, «es optimizarlos –y también por gestión medioambiental– y los motores funcionan en función de la lejanía de donde esté el punto. Si pusiésemos los cuatro motores a funcionar todo el rato tendríamos un consumo eléctrico muy alto».
Desde que se instaló en el municipio, no ha habido errores del sistema, asegura Domínguez. Lo que sí ha ocurrido son atascos provocados por objetos que no pueden ser arrojados en los buzones. «Nos han tirado microondas, radiadores.», precisa Domínguez, y hasta «patas de jamón». Cuando esto sucede, hay tres formas de atajar el problema. La primera: poner a funcionar los cuatro motores para intentar conseguir quitar el tapón. Si este no libera la tubería, se introduce agua a presión. Y la última es el factor humano: una persona tiene que entrar a través de una trampilla tumbado en una especie de patinete para ir sacando las bolsas de basura una a una. Héctor, empleado en Envac, que se adentró por primera vez en las tuberías con 18 años, ha «encontrado de todo». «No es claustrofóbico ni he tenido miedo», dice con una sonrisa. No solo por atascos, a veces necesitan entrar para colocar «las tiritas del sistema», como llaman a las chapas que hay que soldar por el desgaste de las tuberías provocado por el paso del tiempo.
La basura se aspira y tiene como punto de llegada la central. En esta, hay dos fracciones –así se llama a cada uno de estos grandes contenedores de la basura– con capacidad de unas 4.5 toneladas cada uno que corresponden al de Envases y Resto –donde también se añadirá el de orgánico. La basura se mete a presión en las fracciones y el olor no se aprecia dentro de las instalaciones, ya que también cuentan con un filtro para el aire. Una vez a la semana entra el camión de la basura a recoger la basura de estas fracciones, lo cual es una ventaja medioambiental, según aseguran desde el ayuntamiento: «El camión no circula por la ciudad. No afecta al tráfico porque no va haciendo paradas, y su gasto en gasolina es menor». Además, reflexiona Domínguez, «¿Cuánto cuesta el hecho de no tener ruidos? Porque ahora mismo no hay ruido en la calle de un camión que forma una cola de cuatro o cinco vehículos».
Domínguez, que cuenta que en el municipio la basura no fue un problema en la época de Filomena, cree que reducir el impacto medioambiental es un esfuerzo colectivo: «Tiene que haber mucho a nivel individual, pero también tiene que haber mucho por parte de las diferentes marcas o empresas que ponen residuos en el mercado». Para él, además, todo comienza en casa. «No se trata solo de separar bien la basura. El mejor residuo es el que no se genera. No se trata de que como separo puedo generar un montón de residuos».
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