Análisis

¿Las HAM son una secta?

Se presentan como los elegidos de Dios para este momento concreto del mundo y de la Iglesia

Las HAM durante una charla en una parroquia
Las HAM durante una charla en una parroquiaLa Razón

A raíz de lo que se conociendo sobre las HAM, ¿se la podría considerar una secta o que, al menos, hay comportamientos sectarios?

Hablar de secta es hablar de un grupo autónomo, independiente. Por lo que no podemos llamar secta a un grupo que esté dentro de la Iglesia católica (o de cualquier agrupación religiosa o de otro tipo). Pero claro que hay comportamientos sectarios. Lo puedo afirmar sobre la base de los testimonios de varias familias afectadas por las HAM que han acudido a mí pidiendo orientación y ayuda en los últimos años. Familias católicas que, tras la ilusión inicial porque una hija se plantea la vida consagrada en un grupo atrayente de entrada, ven cómo esa joven se aleja progresivamente de ellos, en un proceso vocacional nada transparente que se hace a sus espaldas, restringiendo notablemente el contacto y la comunicación, llevando a cabo un control cada vez mayor de su vida. Su mayor miedo es que su hija lo esté haciendo todo manipulada, sin libertad. Y, por desgracia, parece que así es.

¿Es habitual el abuso de poder y de conciencia en el seno de la Iglesia o se traga de un caso aislado?

Por desgracia, casos como el de las HAM son cada vez más frecuentes, también en la Iglesia católica en España. Tras un escaparate atractivo, algunas nuevas realidades grupales esconden una realidad de abuso psicológico y espiritual. No son sectas, pero aplican técnicas de persuasión coercitiva como las de las sectas, y encima con ese refinamiento –o retorcimiento, diría yo– propio del barniz espiritual cristiano. Es muy perverso, y a veces muy difícil de aceptar por parte de los obispos y la Santa Sede, que no se han tomado esto tan en serio como los abusos sexuales. A las familias que me piden ayuda les digo que denuncien (además de ante la Justicia, cuando sea posible) ante el obispo correspondiente y ante el Vaticano. Suelen encontrar escucha y empatía por parte de los pastores… pero pocas veces una acción consecuente y medidas concretas.

¿Cuál suele ser el modus operandi de estos grupos que se presentan como congregaciones religiosas para ‘captar’ vocaciones?

Habitualmente se presentan como los elegidos de Dios para este momento concreto del mundo y de la Iglesia, encabezados por una persona elegida que hace creerse a los neófitos parte de esa élite católica (por cierto, muy crítica con todo lo que exista fuera). Con una identidad fuertemente marcada, que atrae mucho en tiempos de mediocridad y desánimo religioso, ofrecen a los jóvenes un camino atractivo de entrega y compromiso. El problema es que, en el fondo, identifican la voluntad de Dios con los caprichos del líder y las manías del grupo. Así, acaban imponiendo su propia voluntad, que los miembros acatan como algo irrenunciable. No se respetan los procesos personales ni las dudas que alguien pueda tener. No se garantiza la libertad en el discernimiento, inculcando una prisa por decir “sí” a Dios (es decir, a lo que propone el grupo) que impide la maduración, la confrontación y la decisión personal.

¿Hay alguna manera de detectar de manera incipiente que una joven puede adentrarse en un movimiento de este tipo?

Lo más visible es el distanciamiento de la familia y amigos, el corte radical con los estudios o trabajo, el cambio en el lenguaje y, sobre todo, el secretismo y la falta de transparencia y sinceridad a la hora de hablar sobre el cambio vital que se está viviendo. Y, ante esa nueva sonrisa exhibida de forma publicitaria, rascar un poco para comprobar si hay alegría de verdad, o es pura estrategia.

*Luis Santamaría es teólogo especializado en sectas