Historia

De hospital de tuberculosos en Madrid a centro de salud

Un edificio y una finca, olvidada en pleno centro de Madrid, con un nuevo cometido de salud pública

De hospital de tuberculosos en Madrid a centro de salud
De hospital de tuberculosos en Madrid a centro de saludAgencia EFE

Un lugar que cayó en el olvido. Pocos saben que en plena calle de Goya, en el barrio de Salamanca, rodeado de decenas de tiendas y cadenas de moda, a un paso del Wizink Center, donde se dan cita todas las semanas los espectáculos más diversos, existe un testigo de nuestro pasado mas precario. Allí, escondida tras una tapia en la calle General Pardiñas, o al otro lado de una fachada oscurecida en el número 52 de la calle Goya, hay un viejo dispensario de lucha contra la tuberculosis que se construyó entre 1926 y 1928 por el arquitecto logroñés, Amós Salvador Carreras.

Un recuerdo de un momento en que la población vivía con angustia caer en esta enfermedad.

Un mal, la tuberculosis también llamada tisis, mal del rey, peste blanca o plaga blanca, que por todos esos nombres y algunos más se conocía a esta enfermedad a través de la historia, atemorizaba a los madrileños. El remedio estaba lejos de ser fiable, al menos en los tiempos en que se levantó el edificio, y muchos temían el contagio.

Una historia, esta de la tuberculosis que tiene mucho pasado. Desde la antigüedad, y en todas las culturas, ha provocado gran preocupación. Con todo, será en el siglo XIX y XX, que es el momento cuando se construyeron estas instalaciones, cuando se acometa una gran campaña pública, estatal, para luchar contra este mal. Aparecen entonces los sanatorios y dispensarios para atender a los enfermos. Buscando siempre un espacio natural, aireado, todo dentro de los tratamientos dietéticos y balneoterápicos empleados hasta ese momento. Buen ejemplo de ello es el viejo Hospital del Santo Ángel, situado en el Pinar de la Barranca (Navacerrada), a un paso de Madrid capital.

Fachada moderna de la calle de Goya
Fachada moderna de la calle de GoyaAgencia EFE

Se buscaban maneras de sanar, aunque esos «aires de la montaña» no eran bastante. Ni siquiera suficientes. Al menos hasta que en 1944, en plena Guerra Mundial, Albert Schatz y Selman Waksman descubren, a partir de un pequeño hongo capaz de inhibir el crecimiento del Mycobacterium denominado Streptomyces griseus la estreptomicina (por lo que este último recibirá el premio Nobel de Medicina), con una eficacia limitada, pero superior a la vulnerabilidad que existía frente a ese mal.

Este hito se considera el comienzo de la era moderna de la tuberculosis, aunque la verdadera revolución llegará, algunos años después, en 1952, con el desarrollo de la isoniacida (hidracina del ácido isonicotínico), el primero de los antibióticos específicos que conseguirán convertir a la TB en una enfermedad curable en la mayoría de los casos.

Con todo, la aparición de la rifampicina en la década de los sesenta35​ acortó notablemente los tiempos de curación, lo que hizo disminuir el número de casos nuevos de manera importante hasta la década de los ochenta. Un antes y un después para este mal que dejaría obsoleto este centro de Goya, que a finales de los años 2000 fue asaltado y «okupado». Poco duraron allí ya que las instalaciones, sin mantenimiento, estaban muy dañadas, por lo que los «okupantes» se vieron obligados a irse.

Recientemente fue declarado en ruina técnica, mientras se barajaban distintas opciones de futuro a un espacio clave en la calle Goya de Madrid. Ahora la Administración buscan revivir este espacio y dotar al distrito de Salamanca de un nuevo centro de salud para sus residentes. La reforma se enmarca dentro del proyecto Planifica Madrid.

Una vez finalizada su construcción -o reconstrucción-, el edificio de Goya, 52 será el centro de salud número 14 del distrito de Salamanca. Otro destino sanitario para un edificio neomudéjar que es en sí un tesoro arquitectónico a conservar.