Opinión

Irene y los conceptos

El respeto y la tolerancia le son prescindibles a la ministra

Irene Montero, Ministra de Igualdad durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.
Irene Montero, Ministra de Igualdad durante la sesión de control al gobierno en el Congreso de los Diputados.Alberto R. RoldánLa Razón

“Sube, sube. Ven. Que está ahí la escalera”. Chulesca y barriobajera, se ve que todo se pega. Así invitaba la ministra de Igualdad, la más feminista de entre las feministas, a las mujeres biológicas que asistían como público al acto del Encuentro Internacional Feminista 2023 y que, desde el patio de butacas, defendían que ser mujer no es un sentimiento. La ministra, con la actitud fanfarrona y desafiante de la que se sabe arropada por un auditorio (uno que enseguida empezó a increpar a las mujeres disidentes coreando aquello de “fuera, fascistas, de la universidad”), las invitaba, ahora sí, a subir al escenario a explicarse.

Es fácil darles la palabra cuando sabes que la cáfila palmera baila a tu son y que no les va a dejar articular palabra, como así sucedió. Mucho más que recibirlas, no lo ha hecho Irene en todo este tiempo, y establecer un diálogo para alcanzar un acuerdo respecto a aquellos puntos donde friccionan el feminismo que defiende a las mujeres, el clásico, y el arroz con cosas en que ha convertido al feminismo la Montero: transincluyente, antirracista, interseccional, antineoliberal, intergeneracional, de paz, vegano, animalista, intolerante a la lactosa, muy amigo de sus amigos, con sus cosillas pero buena persona… Es esta escena una semblanza gráfica perfecta del personaje: alguien para quien el fascismo es todo aquello que levemente la incomode o discrepe de sus ideas. Para quien la democracia es un orden político y social de pensamiento único por imperativo moral (el suyo), en el que se debe deslegitimar toda réplica o desacuerdo con la vehemencia cerril del obcecado, en lugar del marco organizativo que ampare la convivencia de las distintas ideas en respeto y tolerancia.

El respeto y la tolerancia, a Irene, le son prescindibles. Que a lo mejor lo que le pasa, no lo descarto, es que, como con “fascismo” o “democracia”, no sepa lo que significan realmente. O como con “mujer”, que directamente no sabe ni definirlo.