Medio Ambiente
Larga vida a los 15.000 clones de árboles singulares
La Comunidad de Madrid ha reproducido 114 súper ejemplares protegidos por su belleza, longevidad, porte o tamaño mediante cultivos in vitro o injertos
A finales del siglo XIX, el fundador del periódico El Sol, Nicolás María de Urgoiti, se daba su habitual paseo por la Sierra de Guadarrama, cuando se paró a descansar junto a un pino albar. Fue en ese momento cuando alguien se acercó para comunicarle la triste noticia del fallecimiento de su padre. Por extrañas sincronías del destino, el árbol junto al que se encontraba había sido marcado para que fuera talado inmediatamente. Pero el fundador del rotativo quiso evitarlo a toda costa. Habló con el maderista y le compró el pino que, a partir de ese momento, quedó indultado. Desde entonces luce una cadena que hizo que le ciñeran en la base en recuerdo de su padre: «A su querida memoria. 1840-1924», puede leerse. La historia de este árbol, según relata Francisco Molina Plágaro, Jefe del Área de Investigación Agroforestal de la Consejería de Medio Ambiente, ha hecho que el Pino de la cadena, como se le conoce en Cercedilla, pase a formar parte del catálogo de los 283 árboles de 90 especies singulares de la Comunidad de Madrid. Fue creado en 1992 para registrar ejemplares de características extraordinarias por su rareza, porte, edad, tamaño, significado histórico o valor científico y cultural. Es uno de los 114 árboles que forma este rico patrimonio natural protegido por el Gobierno de la Comunidad de Madrid que han sido clonados. Ya se han obtenido 15.000 réplicas en los viveros de El Escorial y Arganda del Rey de estos árboles singulares, que están disponibles para su replantación.
Pero más allá de cuestiones históricas o sentimentales, también figuran otros super ejemplares que están siendo clonados y que destacan por otras cuestiones, como su longevidad. Es el caso del tejo del arroyo Barondillo, un árbol milenario que se ha convertido en el más viejo de Madrid y de la Península Ibérica, al haber cumplido 1.500 años de edad.
Los 50 hijos de la Encina Macho
Molina cuenta que, durante la tormenta Filomena que azotó la región en 2021, la Encina Macho, como se conoce a este ejemplar de 350 años ubicado en una dehesa próxima al municipio, murió. «La noticia causó mucha tristeza en el municipio y el alcalde nos llamó para ver qué podíamos hacer para recuperarlo. Entonces acudimos y cogimos algunas bellotas, las llevamos al vivero y se hicieron pequeñas encinas de tal manera que un día organizamos una jornada en Sevilla la Nueva con los niños de un colegio y se hizo una plantación de 50 “hijos” de la Encina Macho que ahora crecen en el parque de las Víctimas del Terrorismo de la localidad», relata.
Además de la Encina Macho, entre los clonados figuran ejemplares que también sufrieron algún daño por la tormenta Filomena, algunos de ellos de especial importancia, como el Chopo de Don Sergio de Rivas-Vaciamadrid; el Taray del Gallo, en Alcalá de Henares; el Olmo del Parque de Antonio Machado, en Coslada; o la Encina de Ambite.
Reproducción
La reproducción puede hacerse mediante germinación de semillas o mediante clonación que permita duplicados exactos de las combinaciones genéticas de su especial interés por su belleza, resistencia o adaptación al clima. «Las estaquillas, o brotes del árbol, se colocan en mesas de enraizamiento para que crezcan nuevas plantas. Sin embargo hay brotes que no se enraízan por su mayor dificultad para reproducirse, por lo que se aplican técnicas de cultivo in vitro. Es decir, se cogen trozos de hojas del padre y consigues nuevos embriones a través de células somáticas. Se llama embriogénesis somática, aunque otra vía es la de hacer injertos», explica el Jefe del Área de Investigación Agroforestal de la Consejería de Medio Ambiente.
El Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) se dedicaría así a proteger el material vegetal recogido de los árboles singulares y de otros ejemplares de interés en el Banco de Germoplasma de Flora Silvestre, que se ubica en la Isla Forestal de Madrid (Biformad), en Arganda del Rey. «Con las muestras se pueden producir plantones que se emplean en diversos proyectos de conservación o restauración, en colaboración con los ayuntamientos y propietarios del original», añaden desde la Consejería de Medio Ambiente.
Ahora, las localidades donde más se conservan árboles singulares son Madrid (60), Aranjuez (30) y San Lorenzo de El Escorial (21).
Protocolo con Filomena
Aunque la clonación de planta autóctona es un procedimiento que lleva realizando la Comunidad desde hace varios años, con motivo de la borrasca Filomena por los montes madrileños, los técnicos del departamento de Forestal del IMIDRA hicieron un protocolo específico con varias fases. La primera de ellas fue la recopilación de la información sobre el número y el tipo de árboles catalogados como singulares por la Comunidad de Madrid, que han sufrido daños, o bien, de aquellos que, sin estar catalogados, tenían especial relevancia para los municipios de la región, y merecía la pena conservar. Para llevar a cabo esta recogida de datos, los técnicos de la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad se pondrán en contacto con los ayuntamientos, con los agentes forestales y con el área de Protección de Fauna y Flora de la Dirección General de Biodiversidad y Recursos Naturales.
La segunda fase pasaba por contrastar la información recogida con la base de datos del banco de germoplasma existente en el Imidra, por si alguno de los ejemplares detectado ya estuviera clonado a partir de trabajos anteriores. En la tercera fase, varios equipos se encargaban de procederán a la recogida del material vegetal necesario para la reproducción de la planta, tal y como está ocurriendo ahora.
«Conocer la historia de estos árboles singulares nos ayuda a apreciarlos y admirarlos. Y eso no puede hacerse cuando no se tiene ese conocimiento. Cuando los catalogamos les devolvemos una identidad, una historia que nos hace quererlos más y esto es importante desde el punto de vista educativo o para políticas de conservación en las que se utilizan especies emblemáticas», dice Molina.
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