
Cultura
La librería que lucha por la profesionalización de la poesía
Arrebato Libros, un refugio cultural ubicado en la calle de la Palma

Cada año dedican la imagen de esta librería a un poeta sin consagrar; lo fue Mujica y también Mozart. Defienden la segunda mano y, con ello, la propia historia que tiene cada libro, las cosas que encuentras por sorpresa entre sus páginas dotándoles de un valor especial, el descubrimiento de las ediciones menos habituales, el cuidado del planeta mediante la reutilización o el apoyo a la comunidad y al comercio local. Hablamos de Arrebato Libros, un lugar cuanto menos genuino que se encuentra en la calle de la Palma desde 2004.
No solo se trata de una librería sino también de una editorial independiente que busca ser un espacio cultural de referencia para amantes de la literatura alternativa y la poesía. A lo largo de los años, Arrebato Libros ha desempeñado un papel crucial en la promoción de autores emergentes y en la dinamización de la escena literaria madrileña. «Tuve claro que quería una librería de segunda mano que rompiese con los moldes habituales de este tipo, desordenadas, sin seleccionar y sin organizar. Es decir, me centro en un formato de librería nueva, con una coherencia en estanterías, temáticas y materias, pero de libros antiguos que permiten trabajar su propia historia. Lo bueno de este tipo de librerías es que te permite mezclar lo que se publicó ayer con lo que se publicó hace cuatro siglos», explica el fundador, Pep Olona.
Al entrar a Arrebato nos encontramos con 13.000 títulos muy seleccionados en un viaje al pasado y una puesta en valor por las ediciones indómitas e imposibles de hallar en las grandes superficies. Ejemplo de ello es el caso de Escorpiones Cartoneras, editorial cartonera de la ciudad de Madrid, junto con Meninas Cartoneras, ambas inspiradas en la editorial argentina de Eloisa Cartonera, la cual dio paso al resto de cartoneras del mundo. «El cartonero nació con el corralito en Argentina, cuando editores no tenían recursos para producir libros surgió este movimiento para vincular lo artístico con lo social», explica Pep Olona. «Yo quise vivir al margen del circuito del libro, que obliga a centrarse en lo más vendido. Me atrajo más la idea de comprar y encontrar los libros perdidos, raros y agotados». Así, en este espacio podemos tropezarnos, además de publicaciones más contemporáneas, con lo que para muchos puede significar un tesoro: primeras ediciones y firmas originales de autores, como la que se aprecia en la entrada de José Saramago, una carta escrita por Ramón Gómez de la Serna cuando vivía en la calle de Velázquez, o la primera edición publicada en España de «Alicia en el país de las maravillas».

«Nosotros empezamos como fanzine (movimiento que surgió en Estados Unidos en el que ‘fans’ se especializaban y escribían sobre un tema) en Barcelona en los años noventa; y en 2004, cuando abrí en Madrid, la idea siempre fue apostar por este tipo de publicaciones». Hay partes dedicadas a los magazines, al coleccionismo, ensayos y novelas. Pero la labor de recopilarlo todo no ha sido tarea fácil: «Lo primero es el aprendizaje que da un trabajo durante 20 años», dice Pep con cierta nostalgia. Y también recuerda a Teresa, dueña de la antigua librería «Palabras y Cosas» en Malasaña y quien le dijo que «todo lo enseñarán los clientes»; y así ha sido, reconoce Olona. «Es un mundo muy complejo que te obliga a saber desde cocina hasta tauromaquia, poesía o francés. Y por supuesto el tiempo te da cierto reconocimiento, nos llaman, visitamos casas y contamos con proveedores de libros. Incluso nos contactan coleccionistas y viene gente a ofrecernos libros, tanto a través de internet como presencialmente». Se trata de una profesión que, en cierto modo, te obliga a ser polifacético: «A mí me encanta todo lo que veo en este espacio. Las colecciones de tauromaquia de las décadas treinta y cuarenta son preciosas, igual que los libros de cocina».
Arrebato Libros no escapa de su esencia madrileña, pues está rodeado de referencias de una época muy distinguida en la historia de la ciudad, como las numerosas ediciones de La Movida que se publicaban entonces en la revista La Luna de Madrid; también asoma el grabado original para financiar «El canto a la tripulación» de Javier de Juan, una de las revistas más míticas de Alberto García-Alix; y el guion de la película «Arrebato», rodada en la capital y dirigida por Iván Zulueta.
Una pared llena de poesía
Señala Pep Olona que, a través de Arrebato, se busca principalmente profesionalizar la poesía. En su caso, editan poesía centrada en el escenario y, por ello, una de sus cabeceras es la editorial madrileña AJO: «AJO ha actuado en el Teatro Alfil y llevó al grupo ‘Mil Dolores Pequeños’, una discográfica especializada en la cultura underground de Madrid de los noventa», explica. Por un lado, cuentan con una escena muy madrileña, donde están artistas como Javier Corcobado o Javier Colis; otra más nacional, donde destacan María Eloy-García o Violeta Gil, entre otros; e internacional como Kae Tempest.
En este contexto de defensa de la poesía escénica y habiéndose celebrado los festivales madrileños Poemática (Festimad) y Yuxtaposiciones (dirigido por AJO en La Casa Encendida), desde Arrebato se lanzaron a crear su propio proyecto en el que atrajesen a artistas de todas las partes del mundo. Ya en su edición número 18, el festival lleva por título «Poetas». Aunque, apostilla Olona, «lo que queremos es traer artistas de todas las disciplinas».
Este festival, que se celebra una vez al año, ha estado en Casa América, Conde Duque, Matadero y ahora en La Casa Encendida. «Allí las editoriales presentan sus proyectos y se disfruta mucho entre todos los asistentes. Este movimiento de ferias ha crecido mucho en los tiempos recientes, hasta tal punto que hemos podido llevarlo a la Feria del Libro de Madrid para rellenar ese hueco vacío». Así, el primer fin de semana de la Feria del Libro, Arrebato trae a 25 editoriales de distintos países y el segundo fin de semana a otras 25. Este año la ciudad invitada será Nueva York.
Su objetivo es, simplemente, «seguir estando» y ejerciendo de puente entre los amantes de la poesía más allá de las fronteras físicas de una librería.
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