Movilidad

Objetivo: libertad de movimiento para todos los usuarios del Metro

El programa LARA forma a empleados para que enseñen a personas con discapacidad a viajar por el suburbano de manera autónoma

Juan, chico con síndrome de Down, usa a diario el metro gracias al programa de ayuda LARA.© Jesús G. Feria.
Juan, chico con síndrome de Down, usa a diario el metro gracias al programa de ayuda LARA.© Jesús G. Feria.Jesús G. FeriaFotógrafos

Algunos días, a Juan, de 21 años, le costaba despertarse y salir de la cama. Su padre, Isidro Moreno, de 56 años, lo tenía que sacar a rastras para poder llegar al trabajo antes de acercarlo al colegio o diferentes actividades. «Pasamos del “venga, Juan, que llegamos tarde” al “Juan, tienes mucho tiempo, vas a llegar muy pronto», explica Moreno. Juan tiene síndrome de Down y su padre tenía que «llevarlo a todas partes». Sin embargo, desde el pasado enero, Juan se mueve por el Metro de Madrid como pez en el agua. El cambio se debe a que finales del año pasado, Juan formó parte del programa Línea de Apoyo para el Refuerzo de la Autonomía (LARA) de la Comunidad de Madrid. Este proyecto se incorporó en 2017 y su objetivo es «facilitar la autonomía de las personas con discapacidad intelectual en el Metro». En Madrid hay 35.958 personas con discapacidad intelectual de un total nacional de 285.864, según datos del Imserso a fecha de 31 de diciembre de 2022. El programa surgió gracias al aviso de Lara, una joven con síndrome de Down que pidió en una misiva a Metro de Madrid que la enseñaran a moverse por el suburbano. Tanto Moreno como Ascensión Frontelo, madre de Lara, coinciden en que lo mejor no es solo el tiempo que han ganado, sino en la «felicidad» que implica para sus hijos, que se sienten con una autonomía que no tenían antes.

Juan llega a la estación de Metro, con su tarjeta de transporte colgada al cuello de un llavero. Pasa los tornos y circula tranquilamente hasta el andén correcto para esperar a su tren. No necesita ayuda de nadie, y, cuando se le pregunta por el trayecto que hace todos los días, recita en alto las estaciones por las que tiene que pasar una a una. A la primera, se equivoca con alguna: está un poco nervioso, quizá por la cámara. Moreno cuenta cómo era el proceso antes de que Juan aprendiera y tuviera plena autonomía para usar el Metro. «Somos una familia de 3 hijos. Juan tiene síndrome de Down. Toda la vida hemos tenido que llevarlo a todas partes: al colegio y a otras actividades. Era un estrés muy grande combinar esto con el resto de mis hijos, y con llegar al trabajo a la hora», explica Moreno, que ahora es vendedor en su propia empresa.

Entonces, explica Moreno, «de repente, eso desaparece. Esa dependencia absoluta desaparece». Y realmente no le tomó mucho tiempo a Juan aprender a usar los servicios del Metro. Comenzó a finales del año pasado, pero la formación dura unas 2 semanas, dependiendo de la persona. «Juan estuvo solo 8 días hábiles. Le presentan al entrenador un día antes y después quedan todos los días en la boca del Metro. Además, hacían un grupo de WhatsApp para ir comentando cómo iba el entrenamiento de cada día», explica Moreno. Además, también los enseñan a usar la aplicación del metro: «Juan la maneja perfectamente, se recarga el saldo cuando hace falta».

Sin embargo, los inicios para la familia fueron duros. «Juanito, feliz; pero los padres… histéricos», cuenta Moreno. «Los padres también tenemos nuestro aprendizaje en todo esto. Todo el miedo que tú tienes, ellos lo manejan. Y te sorprende. Muchas veces los podemos infravalorar. Tienen más capacidad de la que pensamos». Moreno se refiere a algún tipo de incidencia que haya podido suceder, que hasta ahora no ha sido nada, salvo una vez que no le funcionaba la tarjeta y le ayudó un trabajador del suburbano. «No es solo la gente del programa, sino que los empleados de Metro también han ayudado muchísimo», cuenta Moreno agradecido.

Del programa y de este aprendizaje, Moreno destaca que se obtiene un «beneficio doble». Por un lado, la familia «descansa». «El estrés era tremendo. Yo ya puedo venir a la oficina, sin el madrugón, sin tener la presión de tener que llevarlo antes», explica moreno. Y continúa: «le da calidad de vida a la familia». Y, por otro lado, el más importante, que es el beneficio que le trae a Juan «el mero hecho de ser autónomo». «Él se levanta como sus hermanos, a la hora de sus hermanos, y cada uno va a su actividad. Él es uno más y eso le da una felicidad y una motivación tremenda. Se siente uno más». Cuenta Moreno que al tener un hijo con discapacidad, muchas veces los aprendizajes se dan en «pequeños saltos». «Pues ahora, con esto, el salto que ha pegado solo por ir en Metro es muy grande. Ha ganado en madurez, en alegría De hecho, tanto le ha motivado, que ahora incluso se despierta antes de la hora. «Hemos pasado del “venga, que llegamos tarde” a “Juan, tienes mucho tiempo, vas a llegar pronto».

Moreno está «agradecido a las personas de Metro de Madrid». Por ello, el pasado 14 de enero envió una carta al consejero delegado de Metro de Madrid como agradecimiento, sobre todo por lo que ha significado para Juan. Al final, «mi objetivo como padre es que Juan sea 100% autónomo». Y esto es un pasito hacia ello.

El nacimiento del programa LARA

Las siglas que dan nombre al proyecto tienen cara. Lara es una mujer de 39 años con síndrome de Down que, en 2015, mandó una carta al personal de Metro para que le enseñasen a usar el suburbano. «Lara ya había aprendido a desplazarse por el autobús y eso salió muy bien. Me pareció que era interesante que también aprendiera a desplazarse por el Metro», cuenta por teléfono la madre de Lara, Ascensión Frontelo, de 74 años. Entonces se creó la Línea de Apoyo para el Refuerzo de la Autonomía (LARA), cuyas siglas se pusieron pensando en Lara. «A nosotros nos pareció fantástico».

Frontelo conviene con Moreno en varios puntos: en los miedos del principio, que fue «duro»; en los «beneficios a la familia y a los chicos». Lara está «muy contenta. Se siente más realizada», afirma Frontelo,

Desde 2017 que se incorporó el proyecto, 130 personas han superado el entrenamiento personalizado para el uso de la red; 966 con discapacidad intelectual han sido formadas en el uso de Metro de Madrid, al igual que 135 profesionales de diferentes entidades; y casi 2.600 empleados de la compañía han sido instruidas en el correcto trato hacia este colectivo, según datos de la Comunidad de Madrid.

El programa, según información de la Comunidad de Madrid, consta de dos fases: en la primera, se realiza una valoración inicial de las necesidades del beneficiario, que se hace conjuntamente con los profesionales de su centro de referencia y la propia familia de la persona candidata. Además, se valoran, entre otros aspectos, los conocimientos generales sobre la red de Metro, las capacidades del beneficiario para el uso específico de la red y las necesidades específicas a desarrollar o reforzar. Durante la segunda fase, basada en la formación teórico/práctica, se realiza la primera sesión de aproximación y, a partir de ahí, durante un tiempo no inferior a una semana y no superior a tres, personal de Metro de Madrid acompaña y entrena al beneficiario en su recorrido habitual, se estudia y realiza el trayecto con apoyo y se realizan pruebas con los elementos de la estación. Tras finalizar el proceso, Metro realiza un seguimiento para conocer los resultados y reforzar, si fuera necesario, cualquier aspecto relacionado con la formación práctica.

Tanto Moreno como Frontelo coinciden en que es programa ha supuesto una «alegría» tanto ellos para como para los chicos. Además, no pueden estar más que «agradecidos a los empleados del Metro» y confían en que esto pueda servir para «ayudar a otras personas» en la misma situación.