Muslo o pechuga
El Portichuelo o la Huelva eterna
Como experiencia de cliente es único, se presta a ratos eternos, a sobremesas mágicas y a tertulias que no queremos finalizar
En estos recorridos gastro que uno practica de forma habitual por nuestra fértil patria e incluso por el vasto mundo, a veces se encuentran promesas incipientes, otras veces referencias consolidadas y en casi todas las provincias existe algún sitio de esos que podemos llamar templos gastronómicos. Por su historia, por su cocina, por las experiencias allí vividas … por tantas cosas especiales, muchas veces intangibles, que hacen de estos lugares emblemas ineludibles. De esta forma en la vieja cuna de Tartessos, donde uno se siente como en casa y en familia, se encuentra el restaurante El Portichuelo. En el corazón de la ciudad de Huelva, junto al teatro y en una de las plazuelas más coquetas del lugar.
Con más de 35 años a sus espaldas este restaurante inició su andadura en el mágico pueblo de Alosno, cuna del fandango. De allí saltó hace unos 30 años al centro de la capital, donde se fue consolidando como destino indiscutible del buen comer y con punto de encuentro inefable para una sociedad onubense que en las paredes de este lugar ha ido escribiendo grandes páginas de la historia local o incluso de más allá. Empezó en un recoleto y pequeño bar, saltando después a un restaurante de mayor empaque, estando hoy en día en el cenáculo al que aludimos. Aunque es cierto que a estas tres ubicaciones no las separan más de doscientos metros, por algo será. Lío gordo.
Son tres generaciones las que se encuentran hoy manejando los hilos del lugar. La creación y consolidación de ese estilo único y singular de entender la gastronomía por parte de don Manuel Gómez, personaje único que ha hecho de la restauración choquera una referencia absoluta en el panorama nacional. Hoy va cediendo el testigo a su hijo Iván, quien mantiene con sapiencia el espíritu único de este restaurante, y que sabemos que es ya uno de los hosteleros que ha de liderar la nueva era de esta prolífica provincia; al final adoctrinando a su nieto, también Iván, en la nobles artes de este duro oficio. Se puede decir que son sin duda los tres mosqueteros de la gastronomía tradicional de la provincia, defendiendo a capa y espada ese recetario auténtico y autóctono que hace las delicias de todos los que allí paramos. O como seducir el producto «huelvano» a los nobles altares que sin duda merece.
No sabría elegir un plato, ya que lo bueno es repetir visitas e ir probando, unos días del mar, otro del campo, otro casquería, otro guisos, otro un buen aliño, ufff, saliva uno escribiendo estas letras. En cualquier caso voy a citar tres ineludibles referencias, el revuelto de la casa, alabado por todos y ya convertido en objeto de veneración, las gambas cocidas, las blancas de Huelva de verdad, y el cabrito al horno que debe ser encargado(esto es una debilidad personal). La verdad es que estaría citando platos sin parar todo este artículo.
Pero lo realmente singular y especial del Portichuelo, más allá de su buen hacer culinario, es la personalidad del lugar. Como experiencia de cliente es único, se presta a ratos eternos, a sobremesas mágicas y a tertulias que no queremos finalizar. Tomar una copa de tinto con Manolo tratando de arreglar el mundo, abrir una botella de champagne con Iván, mientras planeamos la siguiente comida o sacarle a Iván nieto algún chascarrillo de la juventud local, son ratos inolvidables.
Ya sea en su romántica terraza, en su animada barra o en su soberbio comedor, todo es un lujo disfrutar de un rato, cuanto más largo mejor, en este rincón del lujurioso mundo en el que los que queremos disfrutar de esto, y así queremos permanecer siempre.
Las Notas
BODEGA 8
COCINA 8,5
SALA 7,5
FELICIDAD 9
Portichuelo
Dónde calle Vázquez López, 15. Huelva
Precio medio 45 euros
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