Historia
El puente de Toledo: urbanismo y estética en Madrid
Una infraestructura clave en las comunicaciones de la capital que ahora preside Madrid Río
Es el gran puente de Madrid. Con historia y belleza arquitectónica, comparable a tantos otros de toda Europa. Al puente de Carlos en Praga o al puente de Alejandro en París. Este, el de Toledo, contempla Madrid sobre el río Manzanares desde que fue construido por Pedro de Ribera, allá entre 1719 y 1724, siendo considerado una de las obras más representativas del barroco castizo madrileño.
Una imponente construcción que se compone de nueve ojos de medio punto con sillares de granito. Una factura sólida llamada a resistir el paso de los siglos. Son característicos los semicírculos a lo largo del pavimento y los dos cuerpos en forma de templete a los lados del arco central, que albergan las esculturas de San Isidro y Santa María de la Cabeza, de Juan Ron. En el extremo sur del Puente, en la margen derecha, destacan también dos torreones de la misma época. Están igualmente muy adornados y se sitúan a los lados del acceso al puente, como una puerta con función meramente estética. A todo esto se suman dos fuentes, en el lado norte, de las cuatro que inicialmente se diseñaron. Las fuentes están también muy decoradas, aunque sus formas, como las de las hornacinas, están muy desgastadas por el paso del tiempo. El puente barroco por antonomasia de la capital fue declarado en1956 Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento.
La obra, con todo, sustituye a varios puentes anteriores. Obviamente, como en tantas otras ocasiones y en tantos países, los primeros puentes que se levantaron aquí eran de materiales más pobres. Algo que cambió con el paso del tiempo. Así, se pasó de la madera o el ladrillo a la piedra. Todo ello se llevó a cabo, en sucesivos trabajos, desde el XV para facilitar la comunicación de Madrid con el sur, aunque su antecedente directo es un puente de piedra, erigido entre 1670 y 1677, que fue arrasado por una riada en 1680. La inundaciones y las llegadas de subidas de agua eran corrientes en una época en la que la mano del hombre no alcanzaba a controlar la naturaleza, al menos la que podía ser «controlada» mediante pantanos o redirecciones de cauces de ríos. Con todo, tras aquellas riadas, inmediatamente, en 1682, se encargaron nuevas trazas al maestro mayor de la Villa José del Olmo y comenzaron las obras con la intervención de los llamados maestros montañeses.
El puente tuvo diferentes intervenciones a lo largo de la historia hasta nuestros días, logrando mejorar su construcción o los fallos y desperfectos que sumó a través de los tiempos. Todo hasta que la «modernidad» llegó a sus pilares. Así las cosas, las obras de la M-30 para el tramo de los puentes de Segovia y Toledo ejecutadas en el periodo 1972-74 incluyen el desdoblamiento del puente de Toledo mediante dos pasarelas paralelas de trazado curvo proyectadas por Fernández Casado, peatonalizándose y cerrándose al tráfico.
A ellos siguió que entre 1986 y 1987 se remodela el entorno afectado por la M-30 con proyecto de Javier Bellosillo.
La última intervención que ha sufrido el puente ha sido durante la construcción de Madrid Río, que le afectó directamente en los vanos laterales. Por otro lado se ha incorporado al paisaje y al disfrute de la ciudad. Además, de marzo a abril de 2023 se llevó a cabo la restauración de las estatuas de San Isidro y Santa María de la Cabeza situadas en el arco central del puente, así como de los casalicios, templetes barrocos que las albergan.
Más arriba de este puente de Toledo encontramos el de Segovia, con factura original renacentista de Juan de Herrera. Unos puentes por lo demás que reflejan la importancia de la Villa y Corte y la necesidad de mantener comunicaciones y comercio con todos los territorios.
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