Religión

Puertas abiertas de par en par hacia la esperanza

Las tres catedrales madrileñas inauguraron ayer el Jubileo ordinario, siguiendo los pasos del papa Francisco abrió el Año Santo en Nochebuena

Puertas abiertas de par en par hacia la esperanza
Puertas abiertas de par en par hacia la esperanzacedida

La Comunidad de Madrid ya ha entrado de lleno en el Jubileo ordinario que Francisco inauguró en Nochebuena en la basílica de San Pedro. Las catedrales de Madrid, Getafe y Alcalá de Henares abrieron ayer sus puertas de par en par para iniciar este Año Santo de la Esperanza. No hubo golpes con o sin báculo para acceder a los principales templos a la manera vaticana, pero sí repicar de campanas como reflejo de la excepcionalidad del acontecimiento. Y es que, oficialmente las únicas cinco Puertas Santas ratificadas como tales son las establecidas por el Papa en la capital italiana. En el resto de diócesis del planeta, la llamada indulgencia plenaria se puede ganar por cualquiera de los accesos a los lugares sagrados designados por cada obispo.

«Somos parte de una historia abierta a la eternidad. Ese es el Jubileo. En esa historia hemos sido incorporados», entonó el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo durante la eucaristía que sirvió de puesta de largo para este año de gracia para los 1.400 millones de católicos repartidos por los cinco continentes. «No reduzcamos la vida al presente, no convirtamos la esperanza en la exigencia de algo rácano e inmediato», añadió en tono coloquial el purpurado en una misa que arrancó a las doce del mediodía en la catedral de La Almudena. El cardenal presidió la eucaristía que estuvo concelebrada, entre otros, por los obispos auxiliares, Juan Antonio Martínez Camino, Vicente Martín y José Antonio Álvarez, el obispo electo de Segovia y auxiliar de Madrid, Jesús Vidal.

Adentrándose en el sentido que el Pontífice argentino ha querido dar a estos doce meses con los que la Iglesia busca propiciar una purificación de los creyentes, Cobo subrayó que «el Papa nos ha invitado a sembrar esperanza en muchos ámbitos de nuestras vidas».

Para el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Española, «suena sencillo y es una tentación reducir la esperanza a buenos deseos genéricos». «Ojalá que ocurran, que las cosas mejoren y que la gente más necesitada sufra menos. Pero, ¿no os parece que con solo decirlo es insuficiente?», preguntó el cardenal a los fieles que lo escuchaban desde sus bancos. En esta misma línea, invitó a los católicos a ser más audaces, en tanto que «la esperanza no es un vacuo sentimiento que anhela cosas, no es nostalgia ni una última forma de resignación cuando no queda otra cosa». «La esperanza es la lucidez para ver todas las posibilidades que germinan en el corazón de nuestro mundo, la esperanza es la confianza en que el bien de Dios va creciendo y es el compromiso personal para hacer lo posible para entrar en el proyecto de Dios», remarcó.

No sé quedó atrás a la hora de aterrizar cómo la esperanza puede materializarse en hechos concretos el obispo de Getafe, Ginés García Beltrán. Tras una peregrinación desde el colegio Jesús Nazareno hasta la catedral de Santa María Magdalena, el prelado, que presidió la misa acompañado del obispo auxiliar José María Avendaño, admitió que «lo que experimentamos cada día es la situación de un mundo que parece robarnos la esperanza». No solo hizo referencia a las guerras abiertas en distintas latitudes del planeta, sino que se lamentó de «la polarización de la que cada día somos testigos, y hasta colaboramos, en todos los ámbitos de la sociedad, que ha desterrado el diálogo y el entendimiento entre nosotros». De la misma manera, criticó «los atentados contra la dignidad propia de cada hombre por encima de sus circunstancias; o los atentados a la vida desde el momento de la concepción a la muerte natural». Justo después condenó «la cerrazón del corazón que quiere excluir al que no es como nosotros, al que no es de los nuestros».

Frente a ello, García Beltrán explicó que que «ya en la mentalidad bíblica, es un año para reparar y condonar las deudas». Con este punto de partida, lanzó un reto a los getafenses: «Pensemos cada uno en las deudas que tenemos con los demás, y perdonemos, perdonemos de corazón como Dios me perdona a mí».

García Beltrán se sumó a una de las reivindicaciones que Francisco ha planteado en estos últimos días: «Pidamos que los países ricos sepan también perdonar las deudas de los más pobres, es un deber de justicia».

Si en la capital, el cardenal Cobo solo ha designado a la catedral como templo jubilar, en Getafe también se suma la basílica del Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles. En Alcalá, el obispo Antonio Prieto ha designado otras tres parroquias más: Nuestra Señora de la Asunción (Algete), la Natividad de Nuestra Señora (Mejorada del Campo) y San Sebastián Mártir (Arganda del Rey).

«Tenemos la oportunidad de renovar nuestra vida cristiana y de dar un nuevo impulso a nuestro compromiso misionero», expuso Prieto en una catedral magistral abarrotada por más de mil feligreses, después de la pertinente peregrinación por las calles de la ciudad complutense teniendo como guía una cruz de las carmelitas descalzas. «La gracia del Jubileo es para todos, pero especialmente para aquellos que más sufren, a causa de la soledad, la enfermedad, la incomprensión o la falta de sentido», enunció el pastor. «Sembremos esperanza allí donde la esperanza se ha perdido: junto a la cabecera de la cama del enfermo, en las familias rotas, en los días largos y vacíos de los privados de libertad, en los migrantes que se enfrentan a un mundo desconocido, en los jóvenes y mayores que llevan heridas en su corazón», reflexionó en voz alta.

Con este desafío por delante, el prelado centró parte de su homilía en la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret, que también se celebraba ayer. «La familia está sufriendo un preocupante proceso de disolución», alertó el obispo , que detalló que «los vertiginosos cambios económicos, políticos, culturales y tecnológicos, están privilegiando el ideal de un individuo autónomo y sin vínculos». Justo después, compartió que «la familia se ve como algo anticuado, superado o incluso como un estorbo, para los poderes que quieren manipular al individuo para sus intereses egoístas».