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Emprendimiento

Qrema llega a Madrid: el centro de la tarta de queso en una tarrina

Los chefs Alonso Gutiérrez y Pablo Llorente acaban de lanzar esta marca: «Somos los únicos en España que te permiten personalizar al momento tu tarta de queso»

Pablo Llorente (izquierda) y Alonso Gutiérrez, creadores de Qrema, este viernes 4 de abril en su puesto de venta del Centro Comercial Plenilunio. Jesús G. FeriaPHOTOGRAPHERS

Por todas partes: tartas de queso. En pastelerías especializadas en el producto, en los postres de los restaurantes; influencers que las prueban de mil sabores y texturas en sus cuentas de TikTok, Instagram. Había que darle una vuelta al concepto. Y ellos tenían un plato distinto. Ellos: Alonso Gutiérrez (Madrid, 1994) y Pablo Llorente (Asturias, 1998), dos jóvenes chefs que están al frente de un catering, «Host». En esas cenas privadas servían algo parecido: un postre que, explican, es el centro de la tarta de queso, sin la base de galleta, con una textura cremosa. Y se dieron cuenta: esto no lo hay en otro lugar. Ya solo —¿solo?— quedaba montar el negocio. Tras el «suicidio burocrático» que afirman que supone arrancar un comercio nuevo, han abierto este 4 de abril en el Centro Comercial Plenilunio un puesto de venta de Qrema, su nueva marca. «Somos los únicos en España que te permiten personalizar al momento tu tarta de queso», coinciden Gutiérrez y Llorente.

Todo lo de antes han sido pruebas a escala. Pero el 2 de abril por la tarde, en una cocina alquilada de San Sebastián de los Reyes –que también han usado para sus eventos de Host—, es la primera vez que se disponen a hacer el producto en cantidades industriales. «Hoy vamos a hacer 70 kilos, que es la previsión para el finde», dice Gutiérrez.

La crema de tarta de queso, sin toppings.Jesús G. FeriaFotógrafos

Gutiérrez y Llorente se conocieron mientras estudiaban en la escuela de Cocina Le Cordon Bleu en Madrid. El primero de ellos estudió Marketing y Publicidad, trabajaba en el sector pero no le llenaba. Y su madre lo vio antes que nadie: «Alonso, cuando te veo cocinar, se te vuela el tiempo», le dijo. Y siguió ese camino hasta hoy. En el caso de Llorente no fue su madre sino su abuela: «Siempre cocinaba con ella. No era buen estudiante y me metí a un grado medio de cocina», cuenta. Luego ganó el Premio Promesa de Alta Cocina, que da la beca para entrar en la escuela de cocina en la que se conocieron. Y hace dos años decidieron arrancar con Host, aunque lo compaginan con otros trabajos.

Este hecho es vital para el proyecto de Qrema. Gutiérrez es chef privado de deportistas profesionales, como Llorente, aunque este último también trabaja en Le Cordon Bleu. Esta situación les permite a ambos tener algunas horas libres. Y es que para montar un negocio, no tenerlas es uno de los obstáculos. «Lo que tienes es una limitación temporal. No habría podido ponerme a emprender en un tema de cocina si no es por el tiempo», explica Gutiérrez, que añade: «Si se lleva un ritmo de vida muy rápido, como pasa con muchos profesionales de la hostelería, es muy difícil encontrar tiempo para dedicarse a emprender un proyecto desde cero sin ayuda».

Además de la falta de tiempo, Gutiérrez señala el «suicidio burocrático» que implica montar un negocio en España. «Hay tantas trabajas burocráticas, tantos epígrafes. Creo que le quita la ilusión a mucha gente que a lo mejor sí que tiene talento y capacidad para montar un negocio».

Otro «suicidio» era el de competir con las tartas de queso. «Hay mucha gente que las hace muy bien», dicen. «Es un mercado saturadísimo en el que o le dabas una vuelta al concepto en todos los sentidos, en textura, en modo de consumo o no entrabas a ningún lado. Y nosotros hemos llegado ahora con esto, que yo creo que llega a tiempo porque no hay nadie que lo esté haciendo», comenta Gutiérrez.

Una tarrina de Qrema.Jesús G. FeriaFotógrafos

Por eso se lanzaron con su producto. Lo definen como «centros cremosos de tartas de queso». Se vende en tarrinas, va desde los cuatro hasta los seis euros, y se pueden añadir distintos toppings: las Moscovitas de Rialto, sobaos pasiego Joselín y garrapiñados de la Casa Gispert.

Su estrategia ha sido la de diferenciarse. Ofrecen una «crema de tarta de queso sola» que se transforma al momento. «El cliente elige sus toppings y luego puede darle unas vueltecitas como si fuese un yogur y ya tiene su crema de tarta de queso, con crema de pistacho y . En un segundo». Y en eso «son los únicos en España».

Tras el estreno del fin de semana, comenta Gutiérrez por mensaje: «Ha ido muy bien. Cosas que nos preocupaban salieron bien. Ahora puliendo detalles. Estamos muy muy contentos».