Adicciones
El verano supone un riesgo para el consumo de sustancias y el desarrollo de adicciones
El verano es una de las épocas en las que los jóvenes inician el consumo de sustancias o incrementen su consumos
El verano es una época esperada por los adolescentes: vacaciones, tiempo libre, fiestas, desconexión. Pero también es una temporada de riesgo, tal como alerta Proyecto Hombre Madrid. Según datos de la organización, en 2024 el 20,38 % de las personas atendidas eran menores de 18 años. Pablo Llama, psicólogo y portavoz de la entidad, advierte que este periodo vacacional puede suponer el inicio o la intensificación de conductas adictivas, tanto con sustancias como con comportamientos digitales. “El contexto más ocioso y con menos supervisión de adultos favorece que los adolescentes experimenten más”, señala Llama. A ello se suma la presión grupal y la exposición a entornos donde el consumo está normalizado. “No todos desarrollan una adicción, pero es un momento crítico para detectar y prevenir”.
El cannabis sigue siendo la principal sustancia por la que los jóvenes solicitan tratamiento en Proyecto Hombre. Le siguen el alcohol (una droga legal pero socialmente muy aceptada) y la cocaína. Aunque el consumo de esta última no ha aumentado en términos generales, preocupa su vinculación con contextos recreativos. “Muchos adolescentes nos dicen que consumen cocaína para seguir bebiendo alcohol. Es un patrón muy nocivo que estamos viendo con frecuencia”, explica Llama.
El alcohol, subraya el psicólogo, es la sustancia más problemática. “Aunque sea legal, es la que más daños provoca directa e indirectamente. Está tan normalizada que se percibe como inofensiva, y eso es parte del problema”. La edad media de inicio en el consumo de alcohol sigue siendo preocupantemente baja. “Debemos trabajar para retrasarla, porque cuanto antes se empieza, más dañinos son los efectos a nivel físico y emocional”.
Adicciones sin sustancia
Además del consumo de drogas, Proyecto Hombre también está viendo un aumento sostenido de adicciones comportamentales. Entre ellas destacan la ludopatía (cada vez más presente en formatos online), el uso problemático de videojuegos y el consumo compulsivo de pornografía. “La ludopatía ya no es solo cosa de adultos que van a bingos o casinos físicos. Ahora los jóvenes acceden desde el móvil a plataformas de apuestas, y cada vez acuden más a tratamiento por esta causa”, asegura Llama.
El uso de la pornografía por menores también preocupa, no solo por su carácter adictivo, sino por sus implicaciones emocionales, educativas y sociales. “El problema es que están accediendo a contenidos muy violentos o misóginos, sin tener ni la edad ni la educación sexual adecuada para procesarlos. Eso está teniendo consecuencias reales en cómo se relacionan, cómo conciben el sexo y en sus expectativas afectivas”.
Pantallas y redes: fuerte dependencia
Entre los problemas más frecuentes también están los relacionados con el uso compulsivo de móviles y redes sociales. “Aunque no siempre se clasifiquen como adicciones en sí, estamos viendo patrones preocupantes: necesidad de estar conectados constantemente, ansiedad si no tienen el móvil, aislamiento o bajo rendimiento escolar”, enumera el psicólogo.
Para Llama, estos comportamientos también se deben abordar desde la prevención y la educación. “No se trata de demonizar la tecnología, sino de enseñar a los menores a tener un uso saludable y equilibrado”.
El experto destaca que las familias siguen siendo un pilar fundamental para detectar a tiempo las señales de alarma. “Muchos padres llegan preocupados porque su hijo se aísla, ha bajado su rendimiento o ha cambiado de hábitos. Son esos pequeños detalles los que hay que observar”. Sin embargo, insiste en que la responsabilidad no puede recaer solo en los hogares. “Necesitamos políticas públicas, campañas, educación afectivo-sexual realista, y un entorno que no normalice ciertas conductas”.
Llama concluye con una advertencia clara: “El verano puede ser una oportunidad para conectar con los jóvenes, pero también es un momento muy vulnerable. Si bajamos la guardia, podemos perder la ocasión de actuar a tiempo”.