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Opinión

Viquis, Fuensantas, Anas...

Viqui Molins, religiosa teresiana y cofundadora en 2017 del Hospital de Campaña de la parroquia de Santa Anna, ha fallecido a los 88 años

Viqui Molins, durante una entrevista en RTVE RTVE

Cada vez que me la encontraba me arrodillaba delante de ella y le pedía que me bendijera. Ella se reía, me bendecía y luego me besaba.

Sabía por qué lo hacía. Siempre ayudó hasta en los momentos más duros a alguien que yo quería y con el que se ha encontrado esta semana.

El acto puede parecer antiguo. Me da igual. Creo que me arrodillé pocas veces delante de ella. Y que deberíamos hacerlo todos alguna vez.

Me ha pillado lejos para estar con ella, pero me confortaron las palabras que un «sin papeles» les decía a su familia de Teresianas. Viqui Molins, su hermana, siempre estará en su corazón.

Viqui tenía su cuartel general últimamente en la Iglesia de Santa Ana, cerca de las Ramblas, y desde allí y durante su vida daba testimonio de lo que es entrega a los demás, sin salarios millonarios, ni derecho a paro.

En toda España, y en el mundo, tenemos muchas Viquis. Yo conozco a algunas y son todas iguales. Se embarcaron en ser monjas, o seglares, desde muy jóvenes y no pidieron nada más que trabajar por los demás.

En Madrid hay muchas, pero yo conozco a una por la que siento admiración. Con 88 años lleva toda su vida trabajando para dar lo poco que le damos a los sin techo, o similares, en Torrejón.

Su mano derecha, Margarita, me dijo que Fuensanta se cayó estas Navidades y que ya ha decidido retirarse. Se fue a despedir de su comedor. No quiero imaginarme la escena.

Menos mal que aún tenemos muchas Anas, y Fuensantas o Viquis que dignifican al ser humano sin buscar nada… Bueno. Buscan a Dios al que ven cada día en los pobres de las calles que nosotros, los guapos, rechazamos.