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El boom de las tiendas de productos a granel

Las tiendas que venden productos sin envasar se multiplican en nuestro país, mientras comienzan a aparecer los primeros “súper” en los que comprar sin generar residuos. La mayoría optan, además, por producto fresco de cercanía y temporada

Ya se puede encontrar en las ciudades vinagre, miel, aceite e incluso leche a granel
Ya se puede encontrar en las ciudades vinagre, miel, aceite e incluso leche a granelCipriano Pastrano DelgadoLa Razón

Hace unos días, en una jornada sobre alimentación que tuvo lugar en la Cumbre del Clima en Madrid se oía lo siguiente: “Cuando una familia va a la compra por cada mil euros que gasta, está invirtiendo en realidad unos 500 en los envases”. La frase es de Jesús Pagán, director general de Foodtopia, un proyecto que une a los productores locales con los consumidores en Murcia.

Cierto es cada vez son más las grandes superficies que recuperan el servicio al corte o dan alternativas al plástico para que los clientes lleven a casa sus frutas y verduras sin una ingente cantidad de estos residuos de un sólo uso. Sin embargo, los que han elegido prescindir totalmente del plástico en su día a día siguen dependiendo de las pequeñas tiendas de barrio. “Cada vez hay más tiendas a granel en las grandes ciudades. Estos negocios son la evolución de los antiguos colmados, donde los clientes llevaban su propio recipiente. Estos negocios también están apostando por productos ecológicos y de comercio justo. Incluso, están empezando a aparecer supermercados “sin residuos”, en ciudades como Madrid y Barcelona, pero hay pocas experiencias todavía con respecto a otros países como Francia o Inglaterra”, explica Rosa García, directora de la Fundación para la Prevención de Residuos y Consumo Responsable, Rezero.

De hecho, “la primera superficie Zero Waste que abrió en Europa fue en Alemania. Original Unverpackt lleva trabajando hace ahora seis años”, dice María, emprendedora y dueña de Unpacked, el primer supermercado sin envases de Madrid. Su emprendimiento es fruto de un cambio de hábitos de consumo personal; María quería reducir los plásticos en su día a día y no encontraba ninguna superficie donde comprar sin salir con al menos uno de estos residuos. “Había y sigue habiendo alguna tiendecita de venta a granel, pero ninguna de ellas era 100% libre de plástico o no encontraba por ejemplo, donde rellenar los productos de limpieza para la casa”, dice esta emprenderora.

Su tienda de 120 m2 se sitúa en el barrio de Salamanca y desde que abriera en septiembre de 2018 ha visto crecer la competencia y el interés por los clientes en prescindir de los plásticos. “La población tiene que dar un paso hacia otra forma de consumir, si no, a pesar del boom que se está viendo de tiendas a granel, estas superficies alternativas no van a sobrevivir”, comenta.

De momento cuentan con todo tipo de arroces, pastas o cereales de calidad, además de productos higiénicos o detergentes. Como nada va envasado, tiene a disposición bolsas de papel o tarros de cristal para quien no lleve su propio taper, pero es que, además apuesta por productos de consumo ecológico y biodegradables. “Vendemos también miel vinagre y aceite, que no resultan nada fáciles de encontrar sin envasado y a partir del año que viene ampliaremos con leche”, continúa la emprendedora. La leche, parece ser uno de los productos más complicados de encontrar en este tipo de comercio alternativo.

Según datos de Rezero, en la península hay ahora mismo más de 230 establecimientos donde se puede comprar a granel, aunque más que un crecimiento de las superficies, desde la organización aprecian un mayor número de ciudadanos concienciados. De hecho, el estudio "Otro consumo para un futuro mejor”, realizado por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en 2018 afirma que “el 71% de los consumidores quiere evitar comprar alimentos sobreenvasados”, dicen desde la organización.

Entre las ventajas, además de evitar el plástico, está el ahorro. Según el estudio “Ahorro Económico asociado a la prevención de residuos en el hogar”, realizado por la Agencia Catalana de residuos hace algunos años, el ahorro que puede obtener una familia si compra evitando los envasados supera los 1.400 euros. Mientras, el ahorro en residuos alcanza los 560 kilos. Esto considerando una exigua cesta de la compra que incluya productos higiénicos femeninos y para bebés, geles y detergentes, bombillas y botellas de agua.

Uno de los peros que se suele poner a estas superficies tiene que ver con la trazabilidad del producto. “Es recomendable saber que en los productos a granel no se indican fechas de consumo preferente, esto supone que haya que comprar más al día porque el producto durará menos. Por otro lado, aunque los alérgenos deben avisarlos, las personas alérgicas deben preguntar para asegurarse. Además, las lista de ingredientes se debe de poder consultar si se pide. Sin embargo, no tendremos, por ejemplo información nutricional del producto, algo que no es tan importante en alimentos simples, pero sí lo es en los que llevan receta, ingredientes, como bollos, pan, galletas pasta, etc…”, cuentan desde OCU.

“Muchas veces se ha dicho que el envasado garantiza la transparencia y nos lo venden como una cuestión de seguridad alimentaria, pero en mucho casos lo único que aporta el envase es marketing y mayor visibilidad para la marca en los lineales de los supermercados. Además estos problemas ya se están resolviendo con etiquetas. Las tiendas te las imprimen y te las colocan en tu taper”, responde García.

Sin envases y cooperativo

Sin envases, eco y cooperativo. Así es la nueva superficie que abrirá el año que viene en la zona de Plaza de Castilla en Madrid. La Cooperativa La Osa está trabajando para reproducir en la ciudad un modelo de negocio que comenzó en los años 70 en Nueva York, concretamente en el barrio de Brooklin y que se está extendiendo como la pólvora por países como Francia (hay más de 30 establecimientos en el país). El nuevo supermercado venderá productos a granel, ecológicos y frescos de temporada y de economía local. Sin embargo, lo más novedoso que tiene es la forma de trabajar. Para poder comprar hay que hacerse cooperativista y prestar unas tres horas de servicio al mes en la tienda. A cambio “se consiguen frescos ecológicos, frutas y verduras de cercanía entre un 20 y un 40% más barata que en otro sitios”, dice Juan Antonio Villareal, cooperativista. Además, lo que no se vende se composta y se utiliza en algunos de los huertos urbanos cercanos.