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Bienestar animal

El buque Karim Allah en la Dársena de Escombreras
El buque Karim Allah en la Dársena de EscombrerasLa RazónLa Razón

Dos buques cargados con cerca de 2.700 terneros partieron de España en diciembre de 2020 rumbo a Turquía y acabaron vagando por el Mediterráneo durante más de dos meses. Las imágenes de estos animales hacinados, conviviendo con cadáveres y excrementos, sin apenas comida, agua ni espacio siquiera para tumbarse pusieron de manifiesto la crueldad que puede alcanzar el transporte de ganado.

A pesar de que la industria alimentaria ha dado pasos hacia una producción con mayores garantías de bienestar animal, la del transporte de ganado en condiciones extremas no es, sin embargo, la única práctica que un mínimo de empatía invita a considerar aberrante. Animales que pasan toda su vida encerrados o enjaulados; castración de cerdos sin anestesia; pollitos que son triturados vivos o la alimentación forzada para obtener foie gras de pato son solo algunas muestras de la barbarie a la que en ocasiones son sometidos en granjas industriales. Instalaciones que, por otro lado, pueden alcanzar dimensiones titánicas, con un serio riesgo de contaminación en sus entornos, derivada del vertido masivo de purines que pueden convertirse en veneno para suelos, aguas y seres vivos.

Se calcula que en la Unión Europea hay 88 millones de bovinos, 148 millones de cerdos, alrededor de 100 millones de ovejas y cabras, unos 4.500 millones de pollos, gallinas ponedoras y pavos. Aunque hay una creciente tendencia hacia una producción ganadera más sostenible y responsable, no están de más las medidas dirigidas a garantizar el tratamiento adecuado de estos animales, como la instalación de cámaras de videovigilancia en los mataderos, que podrían ser obligatorias a finales de año y que convertirían a España en el primer país de la UE en implantar esta normativa.