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Medio Ambiente

España suspende en el reciclaje de sus residuos

Más de un 50% de la basura llega al vertedero sin tratar. El anteproyecto de ley de residuos pone el foco en algunos que poco o nada se reciclan, como la fracción orgánica o el textil. También pone coto al plástico cuyo uso además ha crecido con la pandemia

Mascarillas y guantes tirados en el suelo
Mascarillas y guantes tirados en el suelo, las calles se ven asediadas con estos nuevos residuos, en Madrid a 6 de Mayo de 2020.Europa PressEuropa Press

En España el 53% de la basura termina en el vertedero sin ningún tipo de valorización. Esta es la última información hecha pública por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y corresponde a 2018. Respecto al año anterior poco ha cambiado. En cualquier caso nos quedamos lejos de cumplir con las normativas europeas y con las propias normas españolas que fijaban un objetivo de reciclado del 50% para 2020. A esto hay que sumarle la pandemia. Ya durante las primeras semanas de confinamiento, Ecoembes afirmabahabernotadounincremento del 15% en lo que se deposita en el cubo amarillo. Habrá que ver en las próximas ediciones de este informe del Miteco qué ha sucedido durante la crisis sanitaria con los diferentes residuos y su gestión.

Amén de esto, las directivas comunitarias y el anteproyecto de ley de residuos (en avanzado estado de tramitación) establecen objetivos muy ambiciosos respecto de las basura. El Gobierno quiere que para 2025, el 55% de los residuos se recicle o reutilice. En 2030, el 60%, y en 2035, el 65%. Todo para adecuarse al marco regulatorio común que establece un 10% máximo de restos en vertedero para cada país en 2035. «Cada año llegan a vertedero directamente de los camiones tres millones de toneladas de restos. Además de un claro incumplimiento de las normativas, se ve que estamos un poco estancados. Sin embargo, la tasa de reciclaje hay que mirarla con prudencia. En la foto de Eurostat, España sale mal, pero ocurre que nosotros no incluimos los datos de gestión privada en las estadísticas. Eso es en torno a un 10% de los 22 millones de residuos municipales que se gestionan cada año», dice Ángel Fernández Homar, presidente de la Fundación para la Economía Circular.

El organismo que él preside acaba de publicar el «Diagnóstico y escenarios de cumplimiento de los objetivos de residuos municipales 2025, 2030-2035. Cómo cumplir los objetivos sin morir en el intento», una nueva versión de un estudio que ya sacaron en 2014 y que concluye con una serie de medidas (muchas iguales) para mejorar los ratios. Las propuestas van desde la economía circular, el ecodiseño o el consumo, a la mejora de la recogida selectiva municipal, sobre todo de ciertos residuos que todavía no cuentan con ella de forma generalizada como el textil o la orgánica.

El anteproyecto de ley, de hecho, fija su atención en estos residuos clave.

ORGÁNICA Y CUBO MARRÓN

Hasta el 40% de la basura urbana es orgánica y podría servir para fabricar compost para el cultivo. Sin embargo, en España a día de hoy solo se composta un 17% de estos restos. Y además, de estos 3,8 millones de toneladas de residuos, solo 500.000 procedían en 2018 de la recogida selectiva de materia orgánica, mientras que 3,3 millones fueron residuos procedentes de la recogida en masa. «Parte del orgánico se encuentra con el resto de basura en el contenedor naranja, pero al que se consigue sacar de aquí a través de separación manual en plantas intermedias no se le puede considerar abono orgánico. Es bioestabilizado y Europa no permite contabilizarlo como resto para uso en cultivo. Para el sector agrícola se necesita abono de gran calidad y no contaminado. En una bolsa en la que se tiran restos orgánicos junto a todo lo demás, no hay garantías de que esto no suceda», puntualiza Fernández.

En este caso, lo que establece el anteproyecto de ley es que todos los municipios de más de 5.000 habitantes tengan antes de 2022 recogida separada de los biorresiduos y los de menos de 5.000 habitantes en 2024. Todo un reto si se tiene en cuenta que a día de hoy la única Comunidad Autónoma que tiene un sistema integrado de compostaje y metanización (a través del cubo marrón) es Cataluña. «Nos hemos dado cuenta de que para aquellos residuos que cuentan con contenedor se han cumplido más o menos los objetivos. En los que no existe recogida recogida selectiva, como es el caso de los biorresiduos, no se llega a buenos ratios»; confirma Fernández.

TEXTIL

El textil es otros de los restos a los que dedica su atención la nueva ley. En este caso casi 900.000 toneladas acaban en vertedero cada año. De hecho, la Federación Española de la Recuperación y el Reciclaje (FER) lo llama el residuo olvidado porque actualmente solo un 12% de este material se deposita en contenedores específicos para su recogida y posterior reutilización o reciclaje. «Sabemos que por cada kilo de ropa recuperada y no incinerada se dejan de emitir más de tres kilos de CO2 a la atmósfera», explica Alicia García-Franco, directora general de la FER.

Uno de los problemas de este residuo es la falta de concienciación, porque a diferencia de lo que podamos pensar, el textil aglutina una variedad de productos casi tan grande como la del plástico. Aquí no solo entran los vaqueros o las camisas, también forman parte de esta fracción las cortinas de nuestras casas o las tapicerías. Además las nuevas materias primas como las de las prendas deportivas, llamadas inteligentes, no se pueden reciclar a día de hoy. «El crecimiento exponencial del consumo de ropa, derivado de fenómenos como el fast fashion, ha multiplicado la generación de residuos, a la vez que ha ido bajando al mismo ritmo la calidad de los materiales empleados en las prendas confeccionadas, que impide, por ejemplo, su reutilización», explica García-Franco.

Tampoco aquí están claros los datos, entre otras cosas, dice Ángel Fernández, porque gran parte de los que reciclan o vuelven a poner en el mercado de segunda mano el textil son entidades sociales de carácter privado. Aquí también la nueva ley tiene algo que decir y es que a partir de 2025 será obligatorio la recogida selectiva en los municipios.

PLÁSTICOS

Es uno de los grandes problemas medioambientales de este siglo y ahora con la pandemia se ha hecho más evidente. Solo en los ecosistemas marinos, se estima que entran entre 4,8 y 12,7 millones de toneladas de plástico cada año. A esto hay que sumarles las cientos de mascarillas y material de protección mal desechado que se está utilizando durante esta crisis. Además hay que tener en cuenta que, por ejemplo, la producción de PET sigue creciendo. Si en 2017 se situaba en los 30,3 millones de toneladas, solo un año más tarde subía hasta los 359 millones.

La legislación, incluida la nueva ley, se lo pone cada vez más difícil a este material, sobre todo al de un solo uso. Por ejemplo, el anteproyecto recoge medidas como que los bares y restaurantes estarán obligados a servir agua de grifo o que a partir de 2026 los envases deberán pesar la mitad y para 2030 un 70% menos. Por otro lado, las botellas PET en 2025 deberán contener el menos un 25% de plástico reciclado (en 2030 este porcentaje será del 30%). En 2024 solo se podrán vender recipientes para bebidas de hasta tres litros, que incluyan sus tapas y tapones, pero no se podrán vender recipientes de vidrio o metal con tapas o tapones de plástico y ya en julio de esta año dejarán de comercializarse productos de limpieza con microesferas, bastoncillos de algodón, cubiertos de plástico, pajitas y otros residuos irrecuperables.

Una de las características del plástico es la diversidad de materiales, muchos de ellos aparecen mezclados en productos de uso cotidiano. «Si se la da la vuelta a un envase se encuentra un símbolo en forma de triángulo con un número dentro que indica el tipo de plástico de que se trata», explica Juan Manuel Valverde, responsable de desarrollo del Centro de Innovación y Desarrollo para la Economía Circular. La entidad ha dirigido el estudio «R-PET, la mejor solución para garantizar la circularidad de los envases». En él además de incidir en la necesidad de crear un mercado para el PET reciclado y casar oferta y demanda futura (vistas las normativas), contiene una comparativa sobre el ciclo de vida de diferentes materiales.

En el estudio se aboga por el PET como un buen material para ser reintroducido (en 2018 se recuperó el 78% de este materia). Sin embargo, al otro lado de la reciclabilidad está el tetrabrick porque tiene una composición más compleja. Diferentes capas de diversos materiales, cuya separación completa es imposible. De hecho, dice el informe, «no se disponen de datos actualizados de la reciclabilidad del envase de brik por no conocer planta recicladora que en la actualidad esté reciclando los brik en España».

RAEE

El comercio electrónico se ha disparado y con él ha crecido este tipo de residuo, tan variado como que va de un gran electrodoméstico a un pequeño reloj. De nuevo la cantidad y mezcla de materiales no es baladí. En un frigorífico se pueden encontrar desde metales férricos (67%) a plásticos (95) o vidrio (3%). Un móvil está hecho de un 58% de plástico, 17% vidrio y el 25% metales, como hierro, cobre, plata, oro y paladio. El reciclaje de una tonelada de móviles (excluyendo batería) evitaría la emisión de más de ocho toneladas de CO2, lo que equivale a las emisiones de un vehículo que recorriera tres veces la distancia entre Barcelona y Estocolmo. El problema: que frente a la tasa de reciclabilidad de los grandes aparatos (en 2018 un total de 299.595 toneladas de grandes electrodomésticos), otros de menor tamaño como los móviles se quedan en casa o no se reciclan cuando dejan de funcionar. En este sentido, la Comisión Europea ha puesto el foco en luchar contra la obsolescencia programada y en el derecho a la reparación. De lo que se trata es de promover una vida útil más larga de los productos y legislar para que los aparatos sean diseñados para la eficiencia y durabilidad energética, reparabilidad, capacidad de actualización, mantenimiento, reutilización y reciclaje.