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Medio Ambiente
Dos décadas de recuperación y reciclaje de medicamentos y sus envases
Se cumplen 20 años desde que se creó SIGRE, el sistema que gestiona en España los residuos de medicinas y sus recipientes procedentes del consumo doméstico
SIGRE, la entidad que se ocupa de que el proceso se realice correctamente de principio, asumió el reto de crear desde la nada un sistema para dar respuesta a la necesidad de evitar que los medicamentos sobrantes de los hogares fueran a la basura o, aun peor, al desagüe.
Esa parte está casi, casi conseguida, puesto que a base de divulgación y concienciación, en el 90 por ciento de los hogares españoles está consolidado el hábito de llevar periódicamente a cualquiera de los 22.000 Puntos SIGRE, situados en otras tantas farmacias, los sobrantes de tratamientos y los medicamentos innecesarios y caducados de los botiquines domésticos.
Esto se traduce en que cada año se gestionen adecuadamente 4.500 toneladas de residuos de medicamentos y, adicionalmente, este proceso continuado durante 20 años ha hecho posible ahorrar energía, 350 millones de KW/hora; agua, 300 millones de litros; petróleo, 55 millones de litros y evitar la tala de 165.000 árboles.
Todo ello gracias al proceso que se inicia con el simple gesto ciudadano de llevar los residuos de medicamentos al Punto SIGRE de la farmacia más cercana. A partir de ahí se inicia una cadena de acciones que terminan en la planta de clasificación de envases y residuos de medicamentos situada en Tudela de Duero, Valladolid.
Dicho así de resumido podría parecer fácil, pero si el sistema ha alcanzado un alto grado de eficacia y eficiencia es por el esfuerzo realizado en estos 20 años. Juan Carlos Mampaso, director general de SIGRE, destaca que «nuestra particularidad es que tenemos que gestionar envases y formatos muy diversos. Los medicamentos se presentan en materiales como plástico, vidrio, aluminio, jeringas precargadas, acero o cartón. Que, además, contienen restos sólidos, líquidos, pastosos o gases. Así que, hay que separar materiales y vaciar envases».
PIONEROS A NIVEL MUNDIAL
Ese fue el principal reto desde el principio, cuando la primera ley de envases obligó a gestionarlos para que no fueran a los vertederos. «Pero no había ninguna planta que hiciera lo que nosotros. Ni siquiera pudimos aprender de algo que se estuviera haciendo fuera, porque en ningún país se gestionaban los envases de medicamentos domésticos». Además, el sector farmacéutico, -que integra SIGRE-, «decidimos asumir también la gestión de los residuos de los medicamentos que pudieran contener los envases. Hubo que crear de la nada una planta específica para ello». Aquella primera planta, situada en Cerceda, A Coruña, fue la primera de España «y la primera del mundo. No había otra y fue una referencia». Y la experiencia dio buenos resultados «Era semiautomática, con una fase inicial muy manual de separación y clasificación. Cumplía nuestros requerimientos y la fuimos mejorando con los años». Fue la base para mejorar el diseño y las prestaciones de la planta actual, a la que ahora llegan las bolsas con los residuos que se depositan en las farmacias – una media de 100 grs. por habitante/año-. Planta que vuelve a ser «pionera mundial en su género. Se ha diseñado aplicando las mejores técnicas disponibles y está altamente automatizada y digitalizada. Incluso cuenta con un sistema de inteligencia artificial, un robot que separa en cabecera de línea hasta seis fracciones diferentes», detalla Mampaso.
Aunque incorpora maquinaria y procesos similares a los de otras instalaciones industriales para otros residuos, «está adaptada específicamente para la gestión de la variedad de formatos, materiales, productos, etc., que nos llegan». Por eso, junto a los abrebolsas o los separadores ópticos que hay en cualquier planta, «en esta hay elementos como el vaciador de blísters, el lavador de envases para retirar jarabes, restos de pomadas o sólidos. Porque aquí llegan muchos envases con medicamentos y la principal dificultad de la planta es vaciarlos y separar uno de otro».
Luego, plástico, papel y cartón, aluminio, vidrio, etc., siguen su camino a su reciclador habitual. Y, los restos de medicamentos, a valorización energética,. Aunque a algunos todavía no hay quien le haya encontrado aprovechamiento «como los blísters, los envases de pastilla. Pero sí podemos ya separar el aluminio del plástico». Y en el caso de que haya algún medicamento especial, «que son un porcentaje mínimo, porque suelen ser de uso hospitalario, los separamos del circuito al principio. Pero, quede claro que en casa no hay medicamentos peligrosos».
El resultado final es que el modelo de funcionamiento implantado por SIGRE «es el sistema más completo de Europa y un referente de nivel internacional. Y sigue sin haber otra planta de tratamiento igual», señala Juan Carlos Mampaso.
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