Medio Ambiente

La biohacker que se implantó 50 chips en el cuerpo para ser un cyborg

Luces LED, imanes en los dedos o sensores para detectar terremotos. Los transhumanistas aspiran a convertirse en otra especie

Los biohackers quieren llevar sus llaves de casa y tarjetas de crédito incorporadas en la piel
Los biohackers quieren llevar sus llaves de casa y tarjetas de crédito incorporadas en la pieldreamstimeLa Razón

Implantes para detectar campos electromagnéticos, anticonceptivos digitales en el brazo, impresiones 3D o LED. Los transhumanos sueñan con dejar de cargar con las llaves del coche o las tarjetas de crédito y llevarlas integradas en su anatomía.

Quizá el caso más espectacular de transhumanismo sea el de Lepht, una joven biohacker británica que se implantó hasta 50 chips en el cuerpo y varios imanes para que su cuerpo mortal fuera mejor. La chica lleva desde imanes en los dedos que le permiten sentir la distancia entre sus manos y los objetos del entorno y su calor, hasta un chip insertado en la mano que le permite pagar sin cargar con la tarjeta de crédito. Otro ejemplo, este español, es el de Moon Ribas que se ha integrado sensores en los pies que le ayudan a captar movimientos sísmicos. Incluso por poder, en Amazon se puede encontrar un kit para convertirse en cyborg.

«Hasta hace no tanto al pensar en implantes nos referíamos a los marcapasos, las caderas ortopédicas o las prótesis de rodilla. Sin embargo, con esto del transhumanisno, el concepto de bioimplante se ha ampliado. La diferencia entre lo que hace la medicina tradicional y el transhumanismo es el propósito. La medicina tiene como fin curar, sanar o corregir algo que no funciona bien, los biohackers quieren mejorar las prestaciones de su cuerpo para ser algo diferente al género humano. Es un movimiento de carácter estético que no tiene demasiada base filosófica. Al igual que hace 30 años los jóvenes eran punks, ahora quieren ser cyborgs», explica Marc Abraham Puig, del departamento de Ciencia Política y Derecho Público de la Universidad Autónoma de Barcelona.

La legislación ahora mismo es restrictiva respecto a estas prácticas, y eso supone que «muchas de estas personas hagan sus propios experimentos en casa, implantándose ellos solo los chips. La finalidad de este movimiento estético justifica todo para sus seguidores. Hubo un caso que se hizo público de una persona que se implantó un chip que le dice si hay un microondas enchufado cerca. El biohakcer admitió que no tenía mucha utilidad, pero aun así se implantó el chip», continúa Puig.

Para el investigador hay una contradicción en este movimiento porque por ganar algunas capacidades nuevas, aunque sean de dudosa utilidad, algunos pierden otras. Por ejemplo, quien se implanta un USB en el oído y está perdiendo su capacidad innata de oír bien. «Se puede afirmar que no hay ningún caso de implantes en los que se hayan mejorado las capacidades humanas. Tal vez, el único que está cerca sea el de Neil Harbisson. Él nació con un problema de visión que le impedía ver más allá del blanco y negro y se implantó una antena en la parte trasera de la cabeza que le permite interpretar la realidad y le transmite los colores a través de sonidos. En este caso se vuelve a tratar de corregir una capacidad, no de añadir ninguna nueva».