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Regadíos contra el hambre
Opinión
En estos tiempos en los que afrontamos una serie de desafíos globales sin precedentes, es vital que nos detengamos a pensar lo que realmente importa. El problema más acuciante y grave al que nos enfrentamos hoy en el mundo es el de acabar con el hambre. ¿Cómo podemos hacer realidad el sueño de poner fin a la hambruna y la desnutrición en un mundo en el que la abundancia y la escasez coexisten? Es fundamental que encontremos respuestas realistas y efectivas a esta cuestión trascendental.
Los niños de mi generación salíamos por las calles con las huchas del Domund y teníamos un sueño,¡acabar con el hambre! ¡Qué sueño más bonito! Es tan bonito que tenemos que seguir soñando todos los días hasta hacerlo realidad. Este sueño inocente e infantil chocaba con la realidad. Pero nos enseñó a ser generosos, a llenarnos de un espíritu de solidaridad que hoy sigue muy presente en algunos de nosotros y que alimenta la esperanza de un mundo que parece haber perdido su rumbo en la guerra de Ucrania o más recientemente en Gaza.
Y también sé que hay muchas organizaciones internacionales y nacionales, al igual que ONG, y otros grupos religiosos y laicos que han tomado ese testigo y que siguen perseverando en la consecución de ese gran sueño.
¿Qué podemos hacer nosotros como ciudadanos, como regantes, para eliminar o reducir el hambre en el mundo? El hambre es un problema complejo con raíces profundas para el que no contamos con soluciones mágicas. Por eso, el primer paso para abordarlo es comprender las causas subyacentes del mismo y elaborar un plan integral, realista y plenamente alcanzable. La pobreza, la falta de acceso a alimentos nutritivos, los conflictos armados y el cambio climático son algunos de los factores que contribuyen al hambre en muchas partes del mundo. Esta tarea debe ser un compromiso global en el que gobiernos, organizaciones no gubernamentales, instituciones laicas y religiosas y la sociedad civil trabajen juntos en busca de las mejores soluciones posibles.
La inversión en programas de desarrollo sostenible son algunas de las medidas esenciales para combatir el hambre. Además, es fundamental abordar la cuestión del acceso a alimentos nutritivos y asequibles, lo que implica apoyar a los agricultores y las comunidades rurales, y promover prácticas agrícolas sostenibles.
Papel clave
Si este es un problema de todos, debemos preguntarnos qué papel estamos llamados a desempeñar en este proceso los regantes de España. Porque está clara la importancia de la agricultura y del riego en la seguridad alimentaria del mundo y de España. Sin los regadíos, el mundo sería un lugar más hambriento. Sin los regadíos, España no sería España y los españoles no tendrían la tranquilidad que tienen ahora de ir al supermercado y encontrar siempre productos frescos y de calidad en los distintos lineales.
Y sin embargo, algunos españoles viven de espaldas al campo y al regadío. Desde la ciudad hay quienes miran con superioridad, señalan y critican injustamente al campo. La política tampoco ayuda con decisiones tomadas desde los despachos que complican las cosas a los agricultores y a los regantes.
Los regantes somos los garantes de la alimentación de los españoles. Convertimos las tierras secas, pobres y marrones en tierras verdes, ricas y productivas. Producimos alrededor de un 65% de los alimentos totales que llegan al consumidor con solo un 15% de la tierra que cultivamos. Entre todos hemos apostado fuerte invirtiendo 5.000 millones de euros para mejorar las instalaciones de riego y ahorrar hasta un 25% de agua. Somos además un ejemplo de cómo tomar decisiones. Somos tan políticamente variados como el conjunto de los españoles. Pero en las Comunidades de Regantes hacemos todo por consenso y alineados con el interés general de la Comunidad en un tema tan esencial como es el agua y la producción de alimentos.
Debemos mantener muy viva la ilusión que teníamos cuando éramos niños y pedíamos para los más vulnerables y necesitados: eliminar el hambre en el mundo. Es un sueño de largo recorrido que demanda el esfuerzo y la colaboración de todos.
Juan Valero de Palma, Pte. de la Federación Nacional de Regantes (Fenacore)
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