Frente de Aragón, marzo de 1937, con información procedente del SIFNE

El espionaje antirrepublicano de los nacionalistas catalanes de la Lliga

La experiencia revolucionaria en Cataluña asesinó a un 0,28% de la población catalana, poniendo el foco especialmente en el personal religioso

La Guerra Civil dividió a la sociedad catalana en dos mitades. En Cataluña se había formado el Front d’ Esquerres, equivalente al Frente Popular en el resto de España. En él se habían agrupado los partidos de izquierda marxista y nacionalista, contando en 1936 con el apoyo sindical de la CNT (anarquistas). Esquerra Republicana de Catalunya ERC, era el partido eje, sobre el cual basculaba la coalición de izquierdas. ERC surgía como un nuevo populismo de rebeldía social que agrupó a sectores sociales que no querían quedar bajo la órbita del débil y dividido marxismo. En cuanto al anarquismo, la fuerza organizada de la CNT era fundamental para cualquier frente de izquierdas, y la militancia simultánea entre ERC y CNT se dio muchas veces. El poderío del anarquismo fue responsable del aplastamiento de las unidades militares sublevadas en julio, y le proveyó de gran parte de las armas largas de los cuarteles. La revolución social que desarrollaron provocó una efusión de sangre numerosa, que provocó la salida y resistencia de una parte importante de la sociedad catalana. La clandestinidad y el exilio será una lucha, que consideraban justa, contra una revolución totalitaria que eliminaba las libertades más elementales.

La experiencia revolucionaria en Cataluña será muy cruenta, especialmente en el personal religioso. Durante la guerra, entre 1936 a 1939, la región tenía una población global de 2.920.838 personas. Desde julio de 1936 a abril de 1939 se contabilizaron un total de 8.352 asesinatos. Esto significa que un 0,28% de la población catalana fue asesinada por la represión republicana desencadenada durante la Guerra Civil. La sociedad catalana que sufrió la represión, también representaba una gran pluralidad de opiniones políticas. El Front d’Ordre que debía evitar un triunfo de la conjunción de la izquierda, estaba vertebrado en torno a la Lliga Catalana. Este partido había sido el referente del nacionalismo catalán y de las nuevas clases medias surgidas en el desarrollo capitalista de Barcelona. La Lliga Catalana se definía como un movimiento interclasista, que únicamente le interesaba los intereses de Cataluña. Su máximo líder, Francesc Cambó, había sido ministro en varias ocasiones durante la restauración y su intervención política siempre había estado relacionada con la posibilidad de regenerar España a través de un regionalismo descentralizador. Según el estudio llevado por Josep María Solé y Joan Villarroya, tuvo un mínimo de 281 militantes asesinados, hasta ahora identificados. En cuanto a la persecución religiosa, fueron martirizados los obispos Irurita, de Barcelona; Huix, de Lérida y Borrás, auxiliar de Tarragona. Por diócesis, en Lérida mataron al 65,8% del clero diocesano (270 sacerdotes de 410); en Tortosa el 61,9% (316 de 510); enTarragona el 32,4% (131 de 404); en Vich el 27,1% (177 de 652); en Barcelona el 22,3% (279 de 1.251); en Gerona el 20% (194 de 932); en Seo d’Urgel el 20,1% (109 de 540) y en Solsona el 13,4% (60 de 445).

Francesc Cambó retratado por Ignacio Zuloaga
Francesc Cambó retratado por Ignacio ZuloagaIgnacio Zuloaga

Los ataques de los anarcosindicalistas contra el empresariado de la ciudad condal, como vanguardia de una revolución social, se convertirían en agresiones a Cataluña para los lligistas. Miles de ellos se exiliarán a Francia, de donde pasarán a la España nacional, donde formarán el Tercio Nuestra Señora de Montserrat y la 1ª centuria de falangistas catalanes “Virgen de Montserrat”.

Sin embargo, la actividad principal que desarrollarán los nacionalistas catalanes será en el campo de la inteligencia o espionaje. Como demostró Josep Guixà en “Espías de Franco”, Francesc Cambó y Josep Bertran i Musitu, fundadores de la Lliga Catalana, y principales prohombres del partido, serán los hombres que inicien la labor del SIFNE (Servicio de Información en la Frontera Noroeste de España), que será financiado por el primero y dirigido por el segundo. Sus principales actividades se desarrollarán en suelo francés, donde contarán con la colaboración de los monárquicos José Mª Quiñones de León, antiguo embajador de España en Francia, y que era Gran Oficial de la Legión de Honor y de Francisco Moreno, Conde de los Andes, que era el contacto con el general Emilio Mola, máximo dirigente militar de la zona norte de los alzados. La red clandestina se fue formando reclutando a antiguos miembros de la formación nacionalista, por lo que la lengua habitual será en catalán, especialmente entre los quintacolumnistas del interior, mayoritarios en el ámbito rural. Entre los que destacarán su actividad en suelo galo y español serán Carlos Sentís, Joan Ventosa i Calvell, Joan Estelrich, José Vergés, Eugeni d’Ors, Octavio Saltor, Carlos Rafael Marés, Miquel Mateu, Josep Pla y Manuel Vidal-Quadras, cuñado de Josep Bretran.

Josep Bertrán i Musitu, organizador del SIFNE
Josep Bertrán i Musitu, organizador del SIFNELa Razón

SIFNE tendrá una oficina en Biarritz desde donde realizarán una labor pionera de espionaje moderna, estudiando la información que la propia prensa republicana proporcionaba a través de los testimonios de los milicianos en sus páginas. La recopilación de datos dispersos daba finalmente el desplazamiento de las unidades en el frente. También desarrollaron labores de comando, como el intento de hacerse con el submarino C-2 que averiado fue a reparar sus baterías al puerto galo de Brest, fracasando en el intento. El submarino volvería al mando del capitán de fragata soviético Nicolai Pavlovich Equipko.

Joan Estelrich, uno de los más importantes hombres del SIFNE, fundador de la “La Voz de Mallorca” y antiguo diputado de la Lliga por Gerona, organizó el Comité Intellectuel de Amitié de la France et d’Espagne, y publicó el “Manifeste aux intellectuels espagnols”, dirigiendo posteriormente la revista “Occident” como una revista de cultura favorable a los nacionales, pero escrita y dirigida por nacionalistas catalanes. Estos prohombres de la comunicación y del periodismo, firmaron en octubre de 1936, un manifiesto de adhesión al bando nacional, suscrito por 128 prominentes catalanes del mundo profesional, cultural y económico, del que formaba parte la directiva de la Lliga Catalana, encabezado el listado por su máximo dirigente, Francesc Cambó. También serán responsables de la revista “Destino”, un semanario publicado en España, bajo la dirección de otro insigne hombre de la Lliga, Ignasi Agustí, quien había sido el jefe de redacción del periódico nacionalista “L’Instant”. Entre las plumas que se pueden encontrar en su interior se encontraba lo más granado de la intelectualidad española y catalana refugiada en Burgos como: Juan Beneyto, Pedro Lain Entralgo, Josep Pla, Carles Sentis, Santiago Nadal, Eugeni D´Ors, Martí de Riquer, Pere Pruna, José Ramón Masoliver, Ignasi Agustí, Gonzalo Torreste Ballester, Xavier Montsalvatge, José María Pemán, Luis Rosales, Álvaro Cunqueiro, Ignasi Blajot y Joseph Verges.

Josep Pla, miembro del SIFNE
Josep Pla, miembro del SIFNELa Razón

El 28 de febrero de 1938, el vicepresidente del Gobierno, el general Gómez Jordana, firmó el decreto por el que el SIFNE erá absorbido por los Servicios de Información y Policía Militar (SIPM) del coronel José Ungría, responsable de la inteligencia militar.

Los nacionalistas catalanes colaboraron de forma determinante en el bando nacional, pero no fueron favorables al general Franco. No tuvieron protagonismo en el campo político, al menos hasta la llegada de José María Porcioles a la alcaldía de Barcelona en 1957, pero es otra historia.