Opinión
Días contados
La Sra. Cifuentes renunció formalmente ayer, pero en realidad andaba dimitida desde hace días, después de la presunta falsificación del Máster. Nadie sabe si estos días ha resistido para intentar reconducir la situación, porque intentaba erosionar a Cs, empujándole hacia el PSOE y Podemos, o porque, como decían algunas lenguas próximas a la Puerta del Sol, estaba intentando negociar la rendición y situarse en algún rincón del Senado que no le alejase de la política. La Sra. Cifuentes, sabedora de que el que sale de la actividad política no retorna nunca a ella, construyó un laberinto antes de sucumbir. Ha vivido los últimos días de su vida política embalsamada por su propio partido y cercada por la oposición. Toda la prensa esperaba con expectación las apariciones del Sr. Rajoy, al que se señalaba por su inactividad, todos los días había algún rumor que anticipaba la dimisión de la presidenta autonómica y empezaron las vendettas internas en los partidos de la oposición. La situación trascendió más allá. Resultó que las dos comunidades autónomas más importantes del país estaban sin gobierno, la una y la otra, con una presidenta prácticamente en funciones, pero sin convocatoria electoral y España no está para muchas bromas.
No han tardado los voceros intentando victimizar a la Sra. Cifuentes, achacando a la teoría de la conspiración dentro de sus propias filas, no se sabe bien si por vendetta de aquellos con los que estuvo cerca en otro tiempo o de los que quieren estar en el futuro.
Lo que es evidente, es que hubo una decisión premeditada de sustituirla antes del final de la legislatura. También lo es que se trata de una cuestión interna y no de la iniciativa del profesor Pe, ni del profesor Pa, pero no es menos cierto que, la Sra. Cifuentes, era muy vulnerable y con los pies de barro y, ya se sabe, «en abril aguas mil» y el agua deshace el barro en un periquete.
Por tanto, el victimismo de la Sra. Cifuentes no sería justo, porque presumió de dos cosas que no tenía: un Máster y una conducta intachable frente a la «apropiación de cosa ajena», su presidencia nació con los días contados. El Sr. Rajoy queda mal. La presidenta puso el problema en su mochila cuando ligó su futuro a la decisión del presidente del Gobierno que, para variar, prefirió no actuar y dejó que el problema reventase sólo. El PP sale tocado en Madrid y solo tiene unos días para afrontar un problema serio de sucesión inmediata y unos pocos meses para resolver el próximo cartel electoral. Ni que decir tiene que es muy probable que el aparato popular sea acusado de filtrar lo que indagó y que solo utilizó contra la Sra. Cifuentes cuando consideró oportuno.
Los que cogen un poco de oxígeno son los grupos de la oposición. Podemos hizo su papelito y volvió a aparecer en la escena política de la que andaba desaparecido, Ciudadanos ha salvado el primer obstáculo, ahora le queda el segundo: apoyar al candidato del PSOE o volver a dar su apoyo al PP y el PSOE, de momento, no se somete a la moción de censura y, ya se sabe, la supervivencia pasa por no llamar la atención, ya veremos si no tiene que presentar candidato a la investidura finalmente y si eso disparará el famoso fuego propio.
Es verdad que el escorpión tiene su carácter y, en cuanto que se olfateaba una probabilidad entre un millón de tocar poder empiezan las magulladuras internas. Y a todo esto, la semana que viene celebramos el día de la Comunidad de Madrid, esperarán que salga el pueblo de Madrid a celebrarlo.
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