Opinión

Aprobar para perder

A pesar de que el periódico El País anda inmerso en profundos y merecidos cambios internos, sigue fiel a sus tradiciones. Habitualmente, el día 2 de mayo, festividad autonómica, publica una encuesta de intención de voto para la Comunidad de Madrid. Después, y a partir del tradicional sondeo, tal como ocurre en el día de la marmota, se inicia una ronda de debates sobre lo acertado o no de la acción política de los diversos partidos, eso sí, centrándose especialmente en el Partido Socialista.

Hasta ahora, la lectura de los sondeos que realizaba el diario era muy peculiar: si el resultado indicaba que el Partido Popular revalidaba la mayoría absoluta, se abría la veda contra los dirigentes institucionales del PSOE por su nefasta tarea de oposición.

Esto hasta que, según los estudios electorales, el PP empezó a perder esa mayoría, pero no mejoraba el escrutinio sobre la tarea de oposición, era evidente que si el PP caía era ley de vida y no la acción política de nadie.

Sin embargo, este año, las cosas están siendo diferentes. Para empezar, la publicación del sondeo no se ha hecho el 2 de mayo, sino unos días antes y los resultados arrojan una caída brutal de los populares hasta el desplome.

Su pérdida de votos es capitalizada totalmente por Ciudadanos, que pasa a convertirse en el favorito para el año que viene. Por su parte, el PSOE no solo no es capaz de lograr ninguna adhesión de la caída popular, sino que, además, baja de 4 a 5 escaños.

Pero la lectura del diario es bien distinta a otras ocasiones, según ellos, “el PSOE aguanta bastante bien la ola naranja con un 22,5% en estimación de voto, cuando en las elecciones obtuvo el 25,4%”.

No se porqué me ha llamado la atención este asunto, porque, con estos datos, los militantes socialistas deberían sentirse muy satisfechos, perder más del 10% de diputados frente a quienes eran cuartos hace 3 años es, sin duda, otra victoria histórica.

Además, el mejor valorado es el portavoz socialista, es para celebrarlo. Lo malo es que se puede tener buena nota porque te vota la mayoría y le pareces muy bueno, o tu puntuación viene de los que no te votan y no te van a votar nunca, pero les caes bien. El efecto es el mismo, tu media ponderada de valoración es excelente.

A muchos militantes les parece una lástima que un valor político tan bien puntuado se desperdicie en la que podría ser su última oportunidad porque la batalla madrileña, según el mismo diario, es incierta.

Nunca he creído en las encuestas que nos exhiben, porque siempre he maliciado que responden a un entramado complejo de intereses, pero también puede ser que haya estado equivocado y que los estudios electorales que se hacen a diestro y siniestro enfoquen con exactitud la realidad.

Si creyese en las encuestas, como aquellos que las usan, me plantearía porqué empeñarse en desaprovechar a quien los sondeos indican que es mejor para el partido y, también, qué debería pasar si la valoración de los sondeos del Sr. Sánchez fuese peor que la del seguro candidato a la comunidad de Madrid.

Si confiase en las encuestas, digo, es un decir, en unos días estaría ávido de conocer los datos sobre el Ayuntamiento de Madrid. Después de la defenestración del Sr. Carmona, en la capital la valoración de los socialistas es, exclusivamente, responsabilidad de la calle Ferraz, por tanto, lo que seguro será un éxito, es un triunfo de quien tomó aquella decisión.

Pero, de momento, muy contentos, aunque no sepamos bien la razón.