Opinión

Quedarse ciego

Los sociólogos llaman «humor de los electores» a su estado de ánimo y estudian cómo influye en su decisión de voto. En el año 2011, la crisis estaba golpeando con dureza a las familias, yéndose por el desagüe los sueños de millones de personas.

Los ahorros que iban a hacer frente al gasto de los hijos aprendiendo inglés en Londres, a un nuevo coche o a unas vacaciones en Cancún terminaron haciendo frente a los desahucios, sin llegar a evitarlo en muchas ocasiones.

La tasa de paro superaba los 20 puntos, el PIB había caído hasta tasas negativas y ya empezaban lo primeros parados a agotar la prestación. Los bancos, que habían sido rescatados con impuestos, embargaron y negaron préstamos incluso a quien nunca había devuelto un recibo, eso hirió a muchas personas, que no se lo perdonarán nunca.

Para terminar de entender el «humor» de los electores, recordemos cómo se produjo el cuestionamiento de las instituciones democráticas, la crisis en la jefatura del Estado que terminó con la abdicación del Rey y el rechazo de algunos sectores al propio proceso constituyente del 78.

Todo este cúmulo de cosas provocó el 15-M. La primera consecuencia fue que, 7 días después, el Partido Popular ganó contundentemente las elecciones municipales en un claro castigo a un PSOE que se empeñaba en dar la razón a sus adversarios y apuntar al presidente Zapatero como el responsable de todos los males.

Algún iluminado pensó que yéndose el presidente se acabarían las desgracias del Partido Socialista. Pero sucedió que el PSOE se quedó con el desamor de sus votantes y perdió las elecciones generales, en las que arrasó el Sr. Rajoy.

El 15-M se fue organizando en torno al Sr. Iglesias y cristalizó Podemos. Se presentaron a las elecciones europeas y obtuvieron un resultado que, si bien fue noticia por lo novel del proyecto, aún no ponía en peligro el bipartidismo.

El PSOE entró en una crisis tras otra, obteniendo los peores resultados de su historia reciente. Aunque parezca paradójico, el 15-M, lejos de representar una alternativa a la derecha política, supuso la ruptura de la izquierda en fragmentos y la desconexión con su electorado tradicional.

Hoy, Podemos se hunde en los sondeos, pero al PSOE no le va mejor, viéndose superado tanto por PP como por Ciudadanos. Por otra parte, el bloque conservador ha aumentado su distancia respecto al bloque progresista.

Las conclusiones apuntan a que los votos perdidos por los populares debidos a los múltiples problemas a los que se encuentran y al desgaste del Sr. Rajoy han encontrado refugio en un partido que han considerado «sustitutivo». Ahora queda por ver si el Gobierno, cuando tenga los presupuestos en el bolsillo, indulta al Sr. Rivera o le intenta descabellar y si haga lo que haga le sirve para algo.

Cosa bien distinta son los votos que conquistó el Sr. Iglesias al calor del 15-M. Los errores y las inconsistencias de los líderes podemitas han centrifugado un buen número de ellos. Los votos no han vuelto al PSOE, quizá porque, para recibirles, está en la puerta la misma persona que les dijo adiós.

La última encuesta publicada para el Ayuntamiento de Madrid revela cómo están las siglas socialistas. El Sr. Sánchez siempre ha manifestado la opinión de que un líder debe ser aquél capaz de levantar la marca.

El PSOE está peor que estaba en el 2014. El Sr. Iglesias estará satisfecho porque ni él ni algunos separatistas, amantes de manifestarse en casa ajena, siempre han querido sacar un ojo al PSOE, aunque en el empeño, ellos se queden ciegos.