Opinión

En unas horas

El miércoles, hace escasos días, el futuro del gobierno del Partido Popular pendía del hilo del voto del PNV. Si no lograba el voto favorable de los vascos para los presupuestos, se anticipaban las elecciones, en cambio, de conseguirlo, el Sr. Rajoy tenía asegurados un par de años de estabilidad.

Pasada esa encrucijada, la sentencia del caso Gürtel ha dado una patada al tablero de juego, volcando las fichas. Ahora, cada partido político está intentando ocupar las mejores casillas en la nueva situación en que la vergonzante sentencia de la Audiencia Nacional sobre el PP, acerca el final de la legislatura nuevamente.

En los últimos años, da la sensación de que haga lo que haga el PSOE, sale perdiendo, así ocurrió con la investidura fallida del 2016. Pensó que ir a elecciones le iría mal y seguramente hubiera sido así, pero el intento de formar gobierno le salió peor. Sin embargo, otros, aunque no hagan nada les va mejor, puede ser que los socialistas estén en desgracia, o que lo más probable es que no hagan bien las cosas.

El pasado viernes el PSOE anunció una moción de censura. El fondo de la cuestión, es que no puede continuar la legislatura como si nada hubiese ocurrido, sin duda, esa es la opinión mayoritaria de los españoles. El problema es acertar en lo que se haga.

Ciudadanos ha tomado el camino de exigir anticipo electoral y negarse a apoyar la moción, eso deja al Partido Socialista en una situación indefendible: en manos de los separatistas catalanes, en pleno conflicto en Cataluña y de Podemos, que no atraviesa sus mejores momentos.

Uno y otro han diseñado estrategias diferentes con un denominador común: alcanzar la Moncloa.

Los del partido naranja juegan a que las urnas transformen los sondeos en votos, no están dispuestos a embarcarse en un proyecto liderado por otros y compartido con quienes no desean.

El Sr. Sánchez ha jugado fuerte y en solitario. Intenta dibujar a Ciudadanos como el bastón que sostiene al PP, incluso a pesar de la corrupción, y hace valer su posición de líder de la oposición.

Sin embargo, su acción cuenta con dos grandes debilidades que le pueden pasar factura. La primera, que recibir el apoyo de los que están en la cárcel por su aventura secesionista, haría que muchos ciudadanos diesen la espalda al PSOE y muchos militantes lo abandonásemos.

La segunda es que nadie sabe, excepto el líder que tomó unipersonalmente la decisión, si el objetivo último de la moción es formar un gobierno y acabar la legislatura, o es meramente instrumental para convocar elecciones.

En el primer caso, se antoja difícil imaginar un gobierno con el Sr. Iglesias como vicepresidente y dirigiendo el CNI y tomando decisiones en “las asambleas de los círculos”. Los separatistas, explicitarán sus exigencias, que sin duda, tendrán que ver con la cuestión territorial, aunque el mero hecho de aceptar su apoyo, sin contrapartidas, sería, en sí mismo, una hipoteca del Estado. El resultado sería un fracaso absoluto del PSOE.

En el segundo de los casos, con una moción instrumental, tendría sentido aliándose con Ciudadanos. Pero este último asunto tiene algunas aristas.

Un gobierno de unos meses beneficiaría al Sr. Rivera porque es su estrategia y el PSOE actuaría como su monaguillo y ejecutor. La resultante sería un presidente socialista por unas semanas, que pasaría a la historia por su brevedad en Moncloa y, de paso, al Consejo de Estado.

Para terminar, igual que empezamos, en política todo puede cambiar en horas y nadie cuenta con que el Sr. Rajoy ha demostrado que es muy difícil acabar políticamente con él.