Opinión
Trallazo a la Iglesia
Este partido socialista va a toda mecha. Los ciudadanos estamos noqueados: presos al País Vasco y Cataluña, reapertura de las mal llamadas embajadas catalanas, fin de la religión como asignatura voluntaria evaluable, ataques a la escuela concertada, eutanasia, asignatura obligatoria de educación para la ciudadanía. Todo «ordeno y mando». El Ejecutivo se está pasando por el arco del triunfo las instituciones y las personas: desde el concurso público de RTVE –eludido vía decretazo– hasta los acuerdos Iglesia-Estado. Desde la opinión de los padres de alumnos a la de los catalanes constitucionalistas. En Moncloa sólo importan Podemos y los nacionalistas. Pedro Sánchez se ha propuesto aglutinar bajo su mando todo el voto de izquierdas. Es su sueño político de siempre: reconducir a un solo partido a la vieja y nueva izquierda partida por las movilizaciones callejeras del 15 M. Para ello tiene que radicalizar su acción política. El tirón está generando una tensión dolorosa entre las dos Españas. Que no existía desde hace mucho. Pero el materialismo dialéctico es así: cuanto peor, mejor. Cuanto más molestia y escarnio se manifiesten por una parte, mayor alegría de los antisistema.
Da igual que se rompa lo logrado hasta ahora. El casi milagroso acuerdo que existía en Cataluña entre PP, PSOE y Ciudadanos. Los esfuerzos por un pacto educativo. La reconducción de una crisis que nos hizo candidatos a la intervención de Bruselas. Todo da lo mismo, todo se rompe para ganar. Por el camino se atropellan los pareceres discrepantes: los de los científicos del Comité de Bioética en lo relativo a la eutanasia; los de los padres de familia en educación; los de los maestros de la concertada; los de los académicos de la RAE sobre lenguaje políticamente correcto en la Constitución. La desesperación de una parte de la ciudadanía amenaza con cristalizar en un empujón a los movimientos ultras. Roto el «dique Rajoy» se buscan emociones fuertes y soluciones tan enérgicas como Sánchez. Nada más útil para el nuevo presidente: fraccionar más la derecha, empujar a Ciudadanos hacia acuerdos con la izquierda, debilitar al PP. No tardaremos mucho en percibir los destrozos, ¿cuánto tardaremos en recuperarnos de este nuevo empujón a la España cainita? Que nadie piense que el sesgo anticlerical, justo en tiempos del Papa más popular entre los alejados de la Iglesia, responde al ADN del PSOE o al sentir de la calle. La asignatura voluntaria de Religión no figura entre las preocupaciones de los españoles. Ahora que sindicalistas y militantes de izquierdas alaban la sensibilidad social de Francisco o el trabajo incansable de la Iglesia por los más pobres y desfavorecidos sorprende por extemporáneo este trallazo contra la Iglesia. Revela un deseo de dividir típicamente sanchista. Agárrense, que vienen curvas.
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