Sin Perdón

¿La corrupción afecta electoralmente?

«Lo que hay de fondo es el nerviosismo ante la desafección que se puede producir entre los votantes socialistas»

Estos días reflexionaba con un buen amigo sobre esta cuestión. Hay politólogos y sociólogos que defienden que la corrupción no pasa factura electoral y otros que sí. No estoy de acuerdo con los primeros, siendo un tema complejo y lleno de matices. Es cierto que hay un bloque de votantes que apoya a su partido sin importarle ningún escándalo o noticia negativa. Es aplicable a las dos grandes formaciones. La irrupción de Podemos y Ciudadanos puso en cuestión el bipartidismo imperfecto, provocando caídas del PP y el PSOE. No consiguieron superarlos. Ribera dejó la política y su partido se hundió. El caso de Iglesias es más complejo, porque nunca la ha dejado. Belarra y Montero son lo más parecido a unas testaferros mientras el exvicepresidente es su líder espiritual. No es una crítica, porque es un triunvirato que funciona y no tardaremos en ver que supera a Sumar y su lideresa evanescente, Yolanda Díaz, que Sánchez quiere liquidar. No solo ha dejado de tener algún valor, sino que se ha convertido en un lastre.

A pesar de los esfuerzos de Tezanos y sus chapuceras encuestas, la propaganda monclovita y las ensoñaciones de la prensa del movimiento contra Feijóo, la realidad es que las encuestas muestran una victoria contundente del PP. Por supuesto, Ayuso y su novio tendrán que ser muy pacientes, porque la campaña será brutal. Es la marca de la casa y lo lleva haciendo desde la Transición. Ahora tienen a Montoro y siempre está el recurso de culpar a Mazón de los muertos de la DANA. Y, por supuesto, la brutal campaña contra los jueces. Es el rigor, respeto por la Justicia y la colaboración institucional que caracteriza al sanchismo. Lo que hay de fondo es el nerviosismo ante la desafección que se puede producir entre los votantes socialistas con la realidad de tener a un exsecretario de Organización en la cárcel, el otro y su antiguo asesor investigados por corrupción. Estos dos últimos comparten su afición por las prostitutas. Ni feminismo ni regeneración, sino una historia sórdida y repugnante. A esto añadimos los prostíbulos y las saunas que tenía la familia Gómez y es lógico constatar que no es necesaria una crisis económica, como en 1996 y 2011, para que el PSOE coseche un desastre electoral.

Francisco Marhuenda. De la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España. Catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)