Opinión

Las lágrimas del cocodrilo

El Gobierno ha emprendido una huida hacia adelante, intentando deshacerse de los múltiples problemas que se le van acumulando. En poco más de 100 días han dimitido dos ministros y el propio presidente tuvo que emplearse a fondo para superar la crisis sobre su tesis doctoral.

Ahora, sin haber salido aún de la polémica en torno a la ministra de Justicia, ha protagonizado las portadas de los periódicos el ministro de Ciencia y sus liquidaciones de impuestos.

El Sr. Sánchez no puede dejar caer a ningún ministro más, porque si eso ocurriese serían demasiadas dimisiones como para aguantar sin convocar elecciones, pero las cosas vienen cada vez peor. En el caso de la Sra. Delgado ha habido una novedad en cuanto a las reacciones de los líderes políticos.

Hasta el momento, Podemos ha mantenido firme su apoyo al Gobierno, evitando alimentar las sucesivas crisis, sin embargo, en este asunto, el líder podemista ha indicado claramente el camino cuando afirmó que «alguien que se reúne de manera afable con un personaje de la basura de las cloacas de Interior en nuestro país debe alejarse de la vida política».

Esto no significa que el Sr. Iglesias haya dado la espalda al Gobierno socialista. Justifica su apoyo por estar en medio de la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, en los que Podemos quiere hacerse acreedor del aumento de gasto social.

Las cosas no son tan lineales ni tan inocentes. En realidad, el Sr. Iglesias no quiere elecciones porque el resultado, a día de hoy, podría ser catastrófico para los morados.

Pero tampoco se trata de un cheque en blanco al Ejecutivo hasta que llegue el momento oportuno, pedir la dimisión, pero seguir apoyando, es una mordedura controlada porque sabe que cada crisis que surge es un descrédito para el Sr. Sánchez.

Algunas son más graves que otras y, seguramente, el asunto de su crisis doctoral le ha perjudicado más en su imagen que el plagio de la Sra. Montón o cualquier medida impopular de su gobierno, eso le va bien al Sr. Iglesias que quiere deshacerse del relato de que el Sr. Rajoy fue investido en 2016 por su negativa a apoyar al PSOE.

No podía haber encontrado mejor parapeto para su imagen personal que el ataque desde Ciudadanos y el Partido Popular al Gobierno del Sr. Sánchez.

También sabe que pellizcos como el que ha dado a la Sra. Delgado hacen más daño de lo que parecen, porque empieza a rezumar la idea de un Gobierno en soledad que mantiene apoyos por la generosidad del líder morado.

La veda contra el Sr. Sánchez se ha levantado y todo tiene pinta de que puede ir a peor, cuando sus socios intuyan que ha llegado el momento de expoliarle los votos, se forzará el festín.

El Sr. Iglesias ha aprendido en poco tiempo a moverse entre las bambalinas de la primera línea, aunque su naturaleza política, implacable y oportunista, le venía incorporada de serie.

Algunos de sus más allegados han contado con detalle la emoción que sintió su líder cuando el resultado de la moción de censura le dio el finiquito al Sr. Rajoy, incluso aseguran que se le escapó alguna lágrima.

La verdad es que existen muchos tipos de lágrimas, por ejemplo la de los cocodrilos, que lloran cuando se comen una víctima porque sus glándulas lacrimales están situadas cerca de las salivales y por tanto se estimulan constantemente cuando éste come.

Lo que no está tan claro es si la víctima aquel día era el Sr. Rajoy o estaban pensando en la de 100 días después.